Augusto Pinochet en bronce: la historia oculta de la estatua del dictador
Antes de dejar La Moneda en marzo de 1990, el general proyect¨® un monumento con su figura en un espacio p¨²blico de Santiago. Obra del escultor Galvarino Ponce, la escultura de tres metros se fundi¨® en Par¨ªs y viaj¨® a Chile, pero no lleg¨® a instalarse: est¨¢ escondida
Augusto Pinochet, poco antes de dejar La Moneda en marzo de 1990, tras 17 a?os de dictadura militar, tuvo un proyecto monumental: una gran estatua con su figura que legar¨ªa a la posteridad.
La historia comenz¨® a finales de los ochenta, cuando el Ej¨¦rcito contact¨® al escultor Galvarino Ponce, uno de los grandes genios chilenos del retrato escult¨®rico.
El escultor: realista, pero no mon¨¢rquico
Nacido en 1921 ¨Cera seis a?os menor que Pinochet¨C, Ponce fue un artista con una biograf¨ªa curiosa y con un talento excepcional. Con solo mirar fotograf¨ªas u observar directamente a un hombre o una mujer por instantes, en apenas algunas horas hac¨ªa lo que otros artistas se tardaban d¨ªas o semanas: cabezas con un parecido impresionante a los retratados. Se dice que utilizaba la t¨¦cnica de los rusos para modelar: con pelotitas de greda. Que primero trabajaba el perfil, el frente y luego el volumen. Era talentoso y, a la vez, r¨¢pido y prol¨ªfico. Sus obras est¨¢n por todo Chile, en espacios p¨²blicos y privados, como pocos de sus compa?eros artistas.
Tet¨¦ ¨Cas¨ª lo conoc¨ªan los familiares y amigos¨C comenz¨® a esculpir antes de cumplir los 20. Pero antes de dedicarse de lleno a la escultura llev¨® uniforme. Con t¨ªos y parientes ligados al Ej¨¦rcito, ten¨ªa unos 14 o 15 a?os cuando ingres¨® a la Escuela Militar en Santiago.
All¨ª fue un alumno l¨²cido, brillante, destacado, artista: bastante peculiar. Siendo cadete en la escuela fund¨® la revista sat¨ªrica El tibur¨®n, donde explot¨® su lado de periodista. Escrib¨ªa cr¨®nicas y dibujaba caricaturas de compa?eros y profesores. Ponce se las ingeniaba hasta para imprimir la publicaci¨®n que, por orden de las autoridades, era supervisada y dirigida por un teniente artillero: Carlos Prats, un militar intelectual, levemente mayor, que vigilaba el trabajo del equipo de El tibur¨®n. Fue el origen de la profunda amistad entre Ponce y Prats, comandante en jefe del Ej¨¦rcito durante el Gobierno de Salvador Allende (1970-1973). Cuando la dictadura de Pinochet lo asesin¨® en Buenos Aires en 1974 junto a su esposa, Ponce se sinti¨® apenado por su muerte. Lo consideraba un brillante oficial, muy distinguido, un buen amigo.
Era de la generaci¨®n de oficiales de 1940 y al egresar comenz¨® a trabajar en la Escuela de Infanter¨ªa de San Bernardo, en la zona sur de Santiago, donde hab¨ªa pasado buena parte de su infancia y adolescencia. Sin dejar la carrera militar, Ponce comenz¨® a ejercer de escultor y gracias al boca a boca empez¨® a recibir sus primeros encargos. No fue sino hasta los a?os cincuenta, sin embargo, cuando tom¨® la decisi¨®n de dedicarse al arte y se le puso entre ceja y ceja viajar a Italia a estudiar. Lo logr¨® a trav¨¦s del mismo Ej¨¦rcito, que lo envi¨® becado a la Escuela de Infanter¨ªa de Torino. Cuando regres¨® a Chile con 32 a?os, el arte se hab¨ªa metido en sus venas y ¨¦l no se ve¨ªa retomando las armas. Pese a la oposici¨®n de su esposa Chita, decidi¨® entonces darle un giro a su vida y abandon¨® el Ej¨¦rcito. Pensaba que hab¨ªa sido bueno y distinguido como oficial y quer¨ªa llegar a ser un buen civil. ¡°Los militares tenemos la cabezota muy distinta a los civiles y para ser buen civil hay que aprender. Y para aprender a ser buen civil es necesario relacionarse con los civiles¡±, dir¨ªa mucho despu¨¦s.
Teji¨® redes entre los radicales y los masones. Lleg¨® a ser candidato a diputado por el Partido Radical en San Bernardo y a participar de la logia de connotados pol¨ªticos de la ¨¦poca. De las entra?as del poder militar ¨Cfue compa?ero de muchos de los que mandaron en el Ej¨¦rcito alguna vez¨C, Ponce pas¨® a circular entre el poder pol¨ªtico y en la d¨¦cada del cincuenta realiz¨® decenas de esculturas en distintos tama?os y materiales: de figuras universales como Homero a intelectuales y pr¨®ceres chilenos de todas las ¨¦pocas. El Ej¨¦rcito ¨Cque segu¨ªa siendo su mundo de origen¨C le hizo much¨ªsimos encargos.
Pero probablemente una de las obras de mayor importancia, por sus dimensiones y trascendencia, fue el monumento al Abrazo de Maip¨² instalado ahora en la plaza del templo votivo en ese municipio, en el poniente de la capital chilena, que gan¨® por concurso p¨²blico (mand¨® cuatro proyectos con distintos seud¨®nimos). Es un monumento ecuestre que representa a los generales San Mart¨ªn y O¡¯Higgins montados en caballos que alzan su parte anterior como iniciando un salto al infinito. La termin¨® de modelar en 1961 y le permiti¨® ganar notoriedad como artista. Fue lo que posibilit¨® que el Gobierno de Jorge Alessandri (1958-1964), gracias a las gestiones de sus amigos radicales, lo designara agregado cultural de Chile en Roma.
Durante 20 a?os, Ponce hizo carrera diplom¨¢tica: toda la d¨¦cada de los sesenta y setenta. Comenz¨® en la capital italiana, donde lo benefici¨® un decreto del presidente Alessandri que le permiti¨® ingresar como funcionario a la Canciller¨ªa. Luego trabaj¨® en R¨ªo de Janeiro, Asunci¨®n, Neuqu¨¦n, Amman de Jordania, Mendoza y Belgrado, la capital de la extinta Yugoslavia. Se jubil¨® como diplom¨¢tico en 1981 para dedicarse nuevamente a esculpir. Se trat¨® de d¨¦cadas prol¨ªficas: presidentes, generales, pr¨®ceres, intelectuales y sacerdotes fueron carne de estatua en manos de Ponce, un tipo que llamaba la atenci¨®n por su simpat¨ªa y ocurrencias.
Alguna vez redact¨® en una m¨¢quina de escribir una breve autobiograf¨ªa, aqu¨ª resumida:
¡°Est¨¢ muy orgulloso de haber trabajado tanto: sus adversarios piensan por el contrario que es como mucho¡
Ha pasado su vida leyendo, estudiando y trabajando, siempre temas absolutamente in¨²tiles.
Los artistas creen que fue un buen diplom¨¢tico; los diplom¨¢ticos que fue un buen artista¡
Ha pretendido, en los ¨²ltimos a?os, ganarse el sustento con las manos. Muchos estiman que es una paradoja¡ por llamarse Galvarino [h¨¦roe mapuche al que le cortaron la manos].
Es absolutamente realista, aunque no mon¨¢rquico.
Es sibarita, por construcci¨®n, pero diversas dolencias, entre otras la edad, lo limitan alarmante y gradualmente.
Su monoman¨ªa es hacer monos. Piensa que puede llegar a ser un viejo feliz. Es de temperamento muy alegre y no toma nada en serio, a excepci¨®n del whisky¡¡±.
Un ¡°secreto de Estado¡±
El encargo que el Ej¨¦rcito de Pinochet le hizo a fines de los a?os ochenta ¨Cy que Ponce acept¨®¨C consist¨ªa en una gran estatua y decenas de bustos del general para instalar en todos los regimientos y guarniciones militares del pa¨ªs.
Ponce comenz¨® a modelarlo. ¡°Fue por fotos, puras fotos. Los militares mandaron fotograf¨ªas de los zapatos, los uniformes, las condecoraciones. Usted sabe c¨®mo son los militares¡±, cont¨® a la autora de este reportaje en marzo de 2012, en una entrevista en su casa de San Bernardo, en la zona sur de Santiago que conserva cierta cultura rural.
Para Ponce, Pinochet era un viejo conocido: el escultor fue quien present¨® a Pinochet a la que fuera su esposa, Luc¨ªa Hiriart.
¡°?ramos tenientes aqu¨ª en la Escuela de Infanter¨ªa y yo le present¨¦ a la mujer. A la Luc¨ªa [Hiriart] se la present¨¦ yo a Augusto, porque mi hermana estudiaba en el Liceo de Ni?as de aqu¨ª de San Bernardo y era compa?era de la Luc¨ªa. En una ocasi¨®n, Luc¨ªa le habl¨® a mi hermana y le dijo: ¡®Mira, el Tet¨¦ andaba por aqu¨ª por el frente con un teniente con ojos muy bonitos, muy alto. Quiero conocerlo¡¯. Entonces yo le digo a Pinochet: ¡®Oiga mi teniente, hay una ni?a del liceo que lo quiere conocer. Venga a tomar el t¨¦ conmigo en mi casa, el mi¨¦rcoles¡¯. Le digo a mi hermana que el mi¨¦rcoles iba a estar el teniente y que convidara a la Luc¨ªa, que lleg¨® a mi casa, que en ese momento era la Gobernaci¨®n, porque mi pap¨¢ era el gobernador. Fue de esa forma en que se conocieron. Se pusieron a pololear y se casaron en 1943¡å.
Pregunta. ?Fueron amigos usted y Pinochet?
Respuesta. Fuimos muy amigos. Yo era la ¨²nica persona que lo trataba de t¨² a ¨¦ste, siendo presidente de la Rep¨²blica. Yo lo tuteaba y ¨¦l me dec¨ªa Tet¨¦.
Con las esculturas encargadas por el Ej¨¦rcito ya modeladas, Ponce busc¨® que fueran fundidas en Chile, pero no lo logr¨®. En parte porque nadie quer¨ªa embarcarse en glorificar la figura del dictador y porque, adem¨¢s, a fines de los ochenta no hab¨ªa talleres que pudieran asegurar lo que el Ej¨¦rcito ped¨ªa: que el trabajo fuese ¡°un secreto de Estado¡±, realizado en absoluto sigilo y en un plazo breve, en menos de un a?o. La total discreci¨®n ten¨ªa razones de fondo: en 1986, apenas unos a?os antes, el Frente Patri¨®tico Manuel Rodr¨ªguez ¨Cuna organizaci¨®n de lucha armada de izquierda¨C hab¨ªa atentado frustradamente en contra de Pinochet, en la llamada Operaci¨®n Siglo XX.
Ponce busc¨® alternativas en Europa. Espec¨ªficamente, en Par¨ªs.
Pinochet mira a Fidel
A diferencia de otros dictadores, Pinochet no llen¨® los espacios p¨²blicos de Chile con figuras suyas. En las calles chilenas no se encuentra ninguna escultura de Pinochet y no porque se hayan retirado con la llegada de la democracia en 1990, sino porque realmente la dictadura no las instal¨®. Tampoco monumentos de grandes dimensiones, como el de Sadam Hussein, uno de los grandes s¨ªmbolos de un r¨¦gimen obsesionado con los s¨ªmbolos, que fue derribado en 2003 en medio de la ocupaci¨®n de Bagdad. La ca¨ªda de la estatua de 12 metros ¨Clo que med¨ªa la escultura y su base¨C fue una de las im¨¢genes ic¨®nicas de esa guerra.
Resulta extra?o dada la admiraci¨®n que Pinochet sent¨ªa por Francisco Franco, que tempranamente utiliz¨® su propia imagen como instrumento de propaganda en todo el territorio espa?ol.
La historiadora chilena Mar¨ªa Jos¨¦ Henr¨ªquez en su libro ?Viva la verdadera amistad! se refiere a la relaci¨®n de ambos reg¨ªmenes: ¡°El dictador espa?ol no solo constitu¨ªa un referente y modelo pol¨ªtico ideol¨®gico para los militares chilenos, sino que adem¨¢s el devenir hist¨®rico en ambos pa¨ªses se asimilaba y permit¨ªa creer en una cierta comunidad de aspiraciones e intereses¡±.
El artista visual espa?ol Fernando S¨¢nchez Castillo se ha servido de im¨¢genes de Franco o de objetos relacionados con ¨¦l para reflexionar sobre el peso del pasado, la censura y la libertad. No es partidario ni de ocultar ni de romper los vestigios relacionados al dictador o a las dictaduras, todo lo contrario: uno de sus temas centrales es la memoria y muchas de sus obras sugieren revisar la historia con la piqueta de un arque¨®logo. La embarcaci¨®n de recreo de Franco, el Azor, es protagonista de una de las piezas de mayor popularidad de S¨¢nchez Castillo. La compr¨® como chatarra y, fragmentada y comprimida, la transform¨® en una obra minimalista.
Relata que en la primera etapa de la dictadura en Espa?a se hicieron muchos bustos de Franco, que era considerado un h¨¦roe popular. Desde los a?os cincuenta en adelante comenz¨® el desarrollo de la estatuaria ecuestre, con el que en las plazas y en las calles se le rinde tributo al caudillo como gran padre y h¨¦roe. ¡°Franco tiene varias fases. Desde el dictador cruel, pasando por el padre de todos los espa?oles hasta el Franco-abuelo, seg¨²n la imagen que quiso proyectar el r¨¦gimen¡±. ?Y ahora? ¡°Ahora representa al fantasma siempre presente¡±.
P. Y en el caso de Chile, ?por qu¨¦ cree usted que no existen representaciones de Pinochet?
R. Eso es algo que Pinochet aprendi¨® de Fidel Castro.
P. ?C¨®mo es eso?
R. Aunque Pinochet ten¨ªa como h¨¦roe a Franco y a Napole¨®n, posiblemente no quer¨ªa que hubiese una personalizaci¨®n del r¨¦gimen. El poder de Pinochet era m¨¢s efectivo que simb¨®lico. Como en Cuba, donde tampoco hay estatuas de Castro. El h¨¦roe de la Revoluci¨®n Cubana es Jos¨¦ Mart¨ª, un personaje del siglo XIX. Para Pinochet, el h¨¦roe era Bernardo O¡¯Higgins, otro personaje del siglo XIX. El esp¨ªritu del pasado hecho carne. Un asunto religioso, como cuando la Iglesia habla a nombre de Cristo. Es el mismo sistema: hablar por la boca del h¨¦roe. Pinochet era una reencarnaci¨®n del esp¨ªritu de O¡¯Higgins. Estando O¡¯Higgins no era necesario Pinochet.
Estando O¡¯Higgins y Diego Portales, una de las figuras fundamentales de la consolidaci¨®n del Estado de Chile, que sirvi¨® de fundamento ideol¨®gico de la primera parte del r¨¦gimen por encarnar la idea del orden. ?Por qu¨¦ Pinochet ¨Ca diferencia de Franco, por ejemplo, su l¨ªder¨C no dej¨® monumentos con su figura en espacios p¨²blicos? Lo responde el coautor de Golpe est¨¦tico. Dictadura militar en Chile 1973-1989, Gonzalo Leiva Quijada: ¡°Se enmarca en el concepto del legado, por recomendaciones de su asesor cultural Enrique Campos Men¨¦ndez y el director de Cultura del Ministerio de Educaci¨®n, Germ¨¢n Dom¨ªnguez, que eran de una derecha tradicional y austera¡±, explica. En vez de un monumento de grandes dimensiones ¨C¡±sab¨ªa por la experiencia de todos los gobiernos militares que estos monumentos eran finalmente olvidados o vilipendiados o destruidos¡±¨C, Pinochet instal¨® frente a La Moneda y al lado del Ministerio de Defensa un espacio central y simb¨®lico para honrar la memoria heroica. Lo bautiz¨® Altar de la Patria y, seg¨²n explica Leiva Quijada, se replic¨® a lo largo de todo el pa¨ªs, en cada plaza.
En torno a estas especies de peque?os altares los chilenos realizaban los desfiles y celebraciones en dictadura.
En 2004, el presidente socialista Ricardo Lagos orden¨® el desmantelamiento del Altar de la Patria. En su lugar, frente a La Moneda, ahora est¨¢ la Plaza de la Ciudadan¨ªa.
En el siguiente Gobierno, el de Michelle Bachelet, socialista tambi¨¦n, se llam¨® a una propuesta p¨²blica para decidir el destino del edificio Diego Portales. Levantado en el Gobierno de Salvador Allende (1970-1973), el edificio de la Unctad era s¨ªmbolo de la democratizaci¨®n de la cultura y de la juventud antes del golpe, donde en los primeros a?os de la dictadura funcion¨® la Junta Militar, tras el bombardeo a La Moneda.
All¨ª, en diciembre de 2010, fue inaugurado el nuevo Centro Cultural Gabriela Mistral, el GAM.
La siguiente estaci¨®n: Par¨ªs
El monumento de Pinochet fue fundido en un taller de Par¨ªs. Espec¨ªficamente, en la fundici¨®n Blanchet, en Bagnolet, una zona de la capital francesa no lejos del centro. Lo comprueba una fotograf¨ªa dedicada por el due?o de la fundici¨®n a Ponce: ¡°Pour Monsieur Ponce sculpteur avec toutes admiration de D. Landowski fonderie¡±.
Es la imagen de la estatua de Pinochet terminada. Un hombre da la espalda a la c¨¢mara y queda en evidencia la gran magnitud de la obra: tres metros. La fotograf¨ªa fue tomada en 57, avenue Gambetta, la direcci¨®n del taller de fundici¨®n Blanchet, seg¨²n comprob¨® la periodista en una visita al lugar en febrero de 2013. Ubicada en la periferia del barrio Dhyus, a finales del siglo XIX y comienzos del XX era una zona rural que casi no ten¨ªa construcciones, por lo que la fundici¨®n debe haber sido de las primeras edificaciones. Los vecinos suelen juntarse en torno al centro la Guinguette de la Dhuys, un jard¨ªn comunal donde comparten diferentes generaciones, hacen pic-nic y conversan en medio de las plantas.
D. Landowski ¨Cquien firma la foto¨C era monsieur Didier Landowski, due?o de la fundici¨®n Blanchet, antiqu¨ªsima. Hab¨ªa abierto sus puertas en 1870 ¨Cexactamente en este mismo lugar¨C para dedicarse a la fundici¨®n de campanas. El taller pas¨® de generaci¨®n en generaci¨®n en la misma familia. ¡°No tengo los archivos de la fundici¨®n, ?solo mi viejo recuerdo est¨¢ disponible!¡±, respondi¨® Landowski, muy amable, en 2018. El 19 de junio de ese mismo a?o, sin embargo, envi¨® por correo electr¨®nico una fotograf¨ªa del monumento a Pinochet, similar a la imagen que alguna vez dedic¨® al escultor Ponce.
Un artista especialista en espacio p¨²blico, el chileno Luis Montes Rojas, analiza la escultura en bronce que muestra la foto. ¡°El monumento a Pinochet es un s¨ªmbolo de autoridad un¨ªvoco. Todos los signos que la componen colaboran para constituir un total macizo, sin fisuras¡±. La estatua, dice el vicedecano de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, estaba hecha para perdurar: ¡°El material, el bronce, se comporta extraordinariamente bien frente a la intemperie. Su oxidaci¨®n se estabiliza, lo que impide la corrosi¨®n activa y perjudicial. Es un material, por lo tanto, que soporta extraordinariamente el paso del tiempo y que est¨¢ pensado para la colaborar con la eternidad simb¨®lica que requiere la inmortalidad de un personaje hist¨®rico¡±.
?Qu¨¦ opina de la fundici¨®n realizada por la fundici¨®n Blanchet? ¡°T¨¦cnicamente es extraordinaria. Tiene una definici¨®n impecable y una p¨¢tina homog¨¦nea, muy acorde a la t¨¦cnica de los franceses. No me esperar¨ªa una fundici¨®n de menor calidad¡±.
P. ?Qu¨¦ revela el tama?o?
R. Es una escultura que supera la escala 1:1, alcanzando al menos los tres metros de altura. Estas dimensiones, sumadas al pedestal, determina una relaci¨®n de subordinaci¨®n del espectador que debe dirigir su mirada de forma ascendente al observar la estatua.
P. ?Qu¨¦ nos dice la postura en que fue retratado Pinochet?
R. Aparece con las piernas levemente abiertas y apoyado sobre la espada, lo que otorga una percepci¨®n de gallard¨ªa, hieratismo y estabilidad. Lo mismo con la mirada: no es hacia el frente sino hacia el horizonte, de proyecci¨®n al futuro. En esta escultura todo construye un s¨ªmbolo de autoridad: el uniforme de gala, la capa, las medallas, la misma espada. Son todos signos de poder.
¡°Est¨¢ escondida¡±
Patricio Aylwin fue el primer presidente de la transici¨®n democr¨¢tica que arranc¨® en 1990. Con Ponce se conoc¨ªan de ni?os en San Bernardo. En una visita a su oficina de Providencia en 2012, a prop¨®sito de una entrevista con EL PA?S, se le consult¨® por la estatua. ¡°Nunca escuch¨¦ nada acerca de esta historia, pero no me extra?a: Pinochet ten¨ªa un alto concepto de s¨ª mismo y se consideraba el salvador, un hombre de la Rep¨²blica. Su ego era alimentado por todos sus seguidores¡±, contest¨® Aylwin, fallecido en 2016.
No existe una verdad acabada sobre el destino de la estatua, pero s¨ª pistas. Las dio el propio Ponce en septiembre de 2012, en una nueva visita a su hogar en San Bernardo.
P. ?D¨®nde est¨¢ la escultura?
R. La tienen escondida.
P. ?Qui¨¦nes?
R. El Ej¨¦rcito.
P. ?D¨®nde?
R. En los arsenales de guerra. Escondida en cajones, como si fuera armamento.
P. ?Por qu¨¦ la escondieron?
R. Los militares est¨¢n arrepentidos de haber hecho el monumento, porque Pinochet se port¨® mal, usted lo sabe. Se hab¨ªan hecho ilusiones de destacarlo en la Alameda. Nunca me dijeron el lugar, pero iban a instalarlo en un lugar destacado. La Alameda o la plaza de Armas. En el cerro San Crist¨®bal bien abrazado a la Virgen del Carmen.
Ponce no perd¨ªa el sentido del humor, pero tras algunos segundos, nuevamente puso un rostro serio para referirse a lo que sent¨ªa respecto de esa escultura suya. ¡°El monumento a Pinochet es como un hijo malo¡±, dijo.
P. ?Por qu¨¦?
R. Porque estoy arrepentido de haber sido amigo de ese baboso.
Ponce dijo que la estatua fue una decisi¨®n del Ej¨¦rcito ¨C¡±en ese tiempo el Ej¨¦rcito era Pinochet¡±¨C, que se gestion¨® a trav¨¦s de un militar que ya en 2012 ten¨ªa un algo rango y que no quer¨ªa que esta historia se supiera ¨C¡±es un secreto¡±¨C, y que Pinochet quer¨ªa que su escultura mostrara una imagen aguerrida.
P. ?Por qu¨¦ alguien vivo se mandar¨ªa a hacer una estatua? ?No se supone que las estatuas se le hacen a los muertos?
R. Porque todos tenemos un instinto de permanencia. No queremos desaparecer sin dejar huella. Por ejemplo, yo voy a dejar huella por mi oficio. Est¨¢ lleno de obras m¨ªas en todo el pa¨ªs. En 100 a?os alguien va a ver una de mis esculturas y seguramente dir¨¢: esto lo hizo Galvarino Ponce. Pero como no todos tienen mi suerte de dejar una obra material, quieren dejarse a s¨ª mismos. En lo m¨¢s profundo del instinto, uno no quiere desaparecer. Yo s¨¦ que me quedar¨¢ un a?o o dos de vida, a todo reventar. Pero yo quiero morirme, no desaparecer.
Era una historia tr¨¢gica y c¨®mica: Pinochet quer¨ªa perpetuarse en el tiempo a trav¨¦s de una monumental escultura donde se le viese con una imagen aguerrida, por inconveniencias diversas tuvo que mandarla a hacer a Par¨ªs, todo en el m¨¢s absoluto secreto, para que luego se abortara la misi¨®n y, seg¨²n Ponce, el Ej¨¦rcito camuflara por a?os la estatua en unos cajones, como si fuera armamento. El dictador defraudado, la escultura como s¨ªmbolo de la verg¨¹enza.
Ponce dio su autorizaci¨®n para la publicaci¨®n de esta historia, pero con una condici¨®n: que se contara luego de su muerte.
El escultor falleci¨® dos meses despu¨¦s, a comienzos de noviembre de ese 2012, a los 91 a?os.
Pocos d¨ªas antes de la publicaci¨®n de este reportaje, Monsieur Landowski inform¨® por correo electr¨®nico: ¡°En mi memoria tengo el recuerdo de un transporte de la estatua en avi¨®n militar. Y creo que el yerno del general Pinochet fue el que se encarg¨® de todo este asunto y ¨¦l se asegur¨® del seguimiento¡±.
El Ej¨¦rcito de Chile fue contactado por EL PA?S para esta cr¨®nica. No hubo una respuesta.
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