Cr¨ªmenes, tabaco y clis¨¦s
En ¡®Los tres duelos del detective Bernales¡¯, la nueva novela de Jos¨¦ Miguel Mart¨ªnez, el mundo sigue siendo un lugar donde abunda la injusticia. Sin embargo, hay una peque?a posibilidad de imaginar un final distinto
En esta tercera novela de Jos¨¦ Miguel Mart¨ªnez (Santiago, 1986), y tal como ocurre con frecuencia en el g¨¦nero policial, su autor vuelve sobre personajes que ya hab¨ªamos visto en algunas de sus obras anteriores. Por sus muchas virtudes, Los tres duelos del detective Bernales excede notablemente los t¨®picos habituales de este tipo de textos. En esta ocasi¨®n, el relato protagonizado por Gustavo Bernales, un investigador que persigue infatigablemente al Gordo Granola, un asesino serial, se inscribe sin dificultades en el g¨¦nero de la novela negra: un personaje principal muy lejos de la ejemplaridad, cuyos intentos de resoluci¨®n de los cr¨ªmenes son menos relevantes que la representaci¨®n de una sociedad plagada de injusticias.
La an¨¦cdota es sencilla: luego de enfrentarse con su antiguo enemigo a las afueras de la Estaci¨®n Mapocho (en una escena que evoca y honra los cl¨¢sicos duelos de las pel¨ªculas de vaqueros), el detective que da t¨ªtulo al libro queda parapl¨¦jico y su vida se va al carajo. Lo obligan a jubilar de la PDI, se vuelve adicto a la morfina y es abandonado por su mujer y su hija; mientras, el antiguo polic¨ªa se lamenta amargamente por lo ocurrido sin salir de los opioides ni de una poco fruct¨ªfera reflexi¨®n sobre su mala suerte.
En sus tres partes, la novela transgrede la linealidad temporal y juega con la percepci¨®n quebrada de un hombre envuelto en las neblinas de la droga. En la primera, vemos a Bernales cayendo en los infiernos de la adicci¨®n y la soledad luego de verse frustrada su captura de Granola, a quien ha perseguido durante m¨¢s de veinte a?os, al ser derrotado en el mencionado duelo. En la segunda, Mart¨ªnez invierte la direcci¨®n narrativa, al modo de Garc¨ªa M¨¢rquez en Cr¨®nica de una muerte anunciada o de Memento, la pel¨ªcula de Christopher Nolan. De ese modo, encadena episodios que hacen retroceder a Bernales por sus diversas destinaciones como detective hasta sus inicios en las cercan¨ªas de Ovalle. En ese camino, el protagonista siempre se encuentra con las huellas de los cr¨ªmenes de Granola, reconocibles por la pulcritud con que mutila a sus v¨ªctimas. Muchas de estas alusiones remiten a El diablo en Punitaqui, el primer libro de cuentos de Jos¨¦ Miguel Mart¨ªnez, aunque hacerlos calzar en este nuevo contexto narrativo lo obliga, a todas luces de manera innecesaria, a forzar demasiado los giros de la trama. En la tercera y ¨²ltima parte, el narrador vuelve al d¨ªa del duelo, en el que ambos personajes se encuentran en el cuartel de la PDI, y desde el cual se desarrolla la acci¨®n que termina con Bernales herido en las afueras de la Estaci¨®n Mapocho. All¨ª, en un giro arriesgado que el autor logra llevar a buen puerto, los lectores nos asomamos a lo que pareciera ser un final alternativo que dota a Los tres duelos del detective Bernales de una resoluci¨®n sorpresiva y muy potente.
A pesar de todas sus virtudes, el libro de Mart¨ªnez est¨¢ lejos de ser una obra perfecta. Hay, claro est¨¢, una mejora en su prosa con respecto a sus primeros libros y una mayor ambici¨®n y pulcritud a la hora de dibujar a sus personajes y tramas. Sin embargo, lo reflexivo del personaje de Bernales (las tres partes de la novela tienen como centro la perspectiva del investigador) lo hace caer a veces en frases sobrecargadas y poco cuidadas (¡°a medida que circulaba en esa ¨®rbita, apartado del apoastro de un invierno sempiterno¡¡±). Por otro lado, un problema m¨¢s relevante de esta novela radica en un aspecto ya mencionado: Granola y Bernales ya hab¨ªan aparecido en algunos libros anteriores de Mart¨ªnez ¡ªel volumen de cuentos El diablo en Punitaqui, del a?o 2013, y la novela Tr¨ªptico de Granola, de 2020¡ª, y el autor se engolosina intentando hacer calzar la persecuci¨®n del detective con los cuentos de su primer libro. Que Bernales est¨¦ casualmente en los mismos lugares que Granola perpetra sus cr¨ªmenes puede ser una posibilidad; sin embargo, cuando esos lugares son tan distantes y diversos como Traigu¨¦n, el Lago Todos los Santos y Antofagasta, tanta casualidad se vuelve inveros¨ªmil, sobre todo si carece de explicaci¨®n suficiente para dar cuenta de tal alineaci¨®n del azar.
Esos problemas puntuales, sin embargo, no estropean una narraci¨®n que tiene ritmo y cuya arquitectura est¨¢ bien organizada. Hay en ella bastante de romanticismo en el tratamiento de los t¨®picos del policial, pues se rozan la mayor¨ªa de los clis¨¦s del g¨¦nero. A excepci¨®n de la femme fatale que seduce al detective, parecen estar todos los rasgos caracter¨ªsticos de este tipo de historias: los personajes fuman mucho, se toma alcohol en exceso, y los m¨®viles de Bernales para perseguir a su presa son una perfecta mezcla entre idealismo a la hora de recomponer los equilibrios rotos por el crimen y la obsesi¨®n por encontrar a este delincuente que se escapa una y otra vez. En esa l¨ªnea, Mart¨ªnez se arriesga por un terreno poco dado a la correcci¨®n pol¨ªtica: los machos manifiestan su fuerza y coraje por medio de la violencia y la resistencia f¨ªsica, las pistolas son un objeto de prestigio y tradici¨®n (no son azarosos los modelos que portan Bernales y Granola, Smith & Wesson .40 y Colt Single Army, respectivamente), y el tabaquismo es defendido al borde de lo po¨¦tico, en un ejercicio que lo vincula a autores como Julio Ram¨®n Ribeyro y su genial relato ¡°Solo para fumadores¡±.
Mart¨ªnez no se detiene demasiado en las esferas de corrupci¨®n que permiten que Granola, quien funge como mat¨®n del se?or Cavagnaro, ande suelto. Esta es, en ese sentido, una novela que profundiza m¨¢s en la psiquis de un personaje fracasado, que tuvo durante a?os una obsesi¨®n pero que la falta de pruebas le impidi¨® resolver de modo exitoso. Como buena expresi¨®n del g¨¦nero negro, la justicia parece no ser un horizonte posible. As¨ª como menciona en medio de la novela el detective Bernales: ¡°Es una de las paradojas del crimen, le explicaste, el gesto m¨¢s f¨²til del acto homicida; que, de cierta manera, el crimen es algo que nunca se resuelve, porque el crimen ya ocurri¨®, el mal ya triunf¨®, y todo lo que ocurre despu¨¦s es el drama irreversible que gira alrededor del crimen, el drama humano, de la gente que quer¨ªa a la v¨ªctima¡±.
En esta nueva novela de Jos¨¦ Miguel Mart¨ªnez, el mundo sigue siendo un lugar donde abunda la injusticia. Sin embargo, a pesar de los vicios, de las rupturas familiares y de los fracasos, a pesar de que los protagonistas parezcan caer en un agujero oscuro y sin fondo, al otro lado del espejo hay una peque?a posibilidad de imaginar un final distinto, un final donde la camarader¨ªa y el cari?o existen. Donde a pesar de que sabemos que todo tiene marcado su final ¡ªcomo ese juego de vaqueros con el que el protagonista pasa el rato en medio de la hecatombe familiar¡ª, se puede encontrar un momento donde no todo est¨¢ signado por la tragedia del crimen.
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