Francisco Dittborn, empresario: ¡°Yo pensaba que una enfermedad no ten¨ªa nada bueno¡±
Hace 12 a?os le diagnosticaron ELA y se embarc¨® en crear en Santiago el Museo Taller, un lugar que rescata el oficio de la carpinter¨ªa y la impresi¨®n y que se sigue expandiendo. Lleno de vida, dice a EL PA?S: ¡°A¨²n falta¡±
Francisco Dittborn (Santiago de Chile, 69 a?os) no puede hablar, pero sus ojos y sonrisa van m¨¢s all¨¢ de lo que pueden decir las palabras. Recibe a EL PA?S sentado en su silla de ruedas una ma?ana de octubre en una de las salas del Museo Taller, ubicado en el barrio Yungay, cerca del centro de la capital chilena. El propio Dittborn, diagnosticado con esclerosis lateral amiotr¨®fica (ELA) cuando ten¨ªa 56 a?os, arm¨® en 2020 este espacio en una casona del siglo XX para alojar su colecci¨®n de m¨¢s de 800 piezas de carpinter¨ªa. Luego compr¨® un sitio aleda?o para darle vida a una sala que rescatara la impresi¨®n de anta?o. Hoy trabaja en un ¨¢rea que muestre el oficio textil. ¡°Es un di¨®genes de cosas lindas¡±, dice su hija Manuela Dittborn, quien es su mano derecha en el museo, mientras suelta una mirada c¨®mplice a su padre. ¡°Y a¨²n falta¡±, dice el hombre que est¨¢ a punto de alcanzar las siete d¨¦cadas, el sexto de 10 hermanos, padre de tres hijos, abuelo de nueve nietos y que lleva 47 a?os casado con Francisca Ugarte.
El fundador del Museo Taller se comunica por medio de una tablet en la que, lenta pero ¨¢gilmente, escribe palabras con el dedo ¨ªndice de su mano derecha. ¡°Ellos me motivan¡±, anota mientras mira y apunta a unos ni?os, de entre cuatro y cinco a?os, que pasean observando el sinf¨ªn de herramientas en exposici¨®n. Despu¨¦s ellos, cuales carpinteros, construir¨¢n un objeto con sus manos. ¡°Ve a los ni?os ac¨¢ y le entra el alma al cuerpo. Es impresionante porque los ni?os juegan al gato con ¨¦l en su tablet y le piden el aut¨®grafo. Cuando entran al museo dicen: ¡®?D¨®nde est¨¢ el se?or de la silla de ruedas?¡¯. Parece que entre los mismos alumnos del colegio se van pasando el dato¡±, dcie Manuela.
El museo recibe, al d¨ªa, entre cuatro a seis cursos de distintos colegios que se empapan de la magia de los oficios. ¡°El foco de mi pap¨¢ es aportar en la educaci¨®n¡±, dice Manuela Dittborn. ¡°El con menos educaci¨®n¡±, escribe Francisco ri¨¦ndose, ya que nunca fue un buen alumno en el colegio y no termin¨® su educaci¨®n universitaria. ¡°Estudi¨® un tiempo mec¨¢nica, pero nunca lo acab¨®¡±, explica su hija. A pesar de eso, fue quien lider¨® una gran empresa familiar de repuestos para la industria hidr¨¢ulica, que sigue funcionando hasta hoy, dirigida por uno de sus hijos, y es la que sostiene en un 70% el financiamiento del museo.
El objetivo del Museo Taller, explica Manuela, es ¡°la experiencia en torno a los procesos, con hacer cosas con las manos, aprender haciendo. No est¨¢ enfocado solamente en la colecci¨®n, sino que en las herramientas en funcionamiento¡±. Y Francisco escribe que la idea es ¡°valorar a los maestros que hacen estos oficios y que no se pierdan¡±. Tampoco el museo es exclusivamente para ni?os, sino que ¡°para toda la familia¡±, acota Manuela.
El gusto por la carpinter¨ªa es algo que Francisco Dittborn tiene clavado en los genes. Su padre, Alberto Dittborn, recibi¨® el apodo de ¡®maestro Tito¡¯ por el taller que ten¨ªa en su casa y su habilidad para arreglar todo lo que se le pon¨ªa por delante. Pero antes, la abuela paterna de Francisco Dittborn, Fanny Murillo, era una mujer que no sal¨ªa a ninguna parte sin su caja de herramientas. Esa historia familiar, junto a fotograf¨ªas de su colecci¨®n, est¨¢ reunida en su libro ¡®Herramientas del pasado¡¯, publicado en 2015, antes de construir el Museo Taller.
Manuela Dittborn cuenta que su padre es el que manda en el museo. ¡°Soy el hinchador¡±, escribe Francisco. ¡°Dirige el mundo con su tablet¡±, comenta su hija y agrega que, de lunes a viernes se pasea por la casona dando instrucciones.
La filosof¨ªa del ¡°ah¨ª vemos¡±
La enfermedad fue la que adelant¨® el retiro de Dittborn del mundo laboral y la que dio rienda suelta al Museo Taller: ¡°Me enfoqu¨¦ en lo que me gustaba¡±, escribe. Y lo hizo de forma muy r¨¢pida, dice Manuela: ¡°Tiene una energ¨ªa ¨²nica¡±. ¡°Es que no s¨¦ cu¨¢nto tiempo me queda¡±, le replica su pap¨¢. ¡°Estoy apurado¡±, agrega a lo largo de la conversaci¨®n.
Dittborn padece de una ELA at¨ªpica que, al contrario de los casos m¨¢s comunes, primero le quit¨® el habla y luego rigidiz¨® sus extremidades. Lo bueno, dice, es que avanza a paso lento. Lo primero que sinti¨® cuando recibi¨® el diagn¨®stico fue ¡°susto de no poder pod¨¦rmela¡±, anota en su tablet. Ese temor inicial se disip¨® con la filosof¨ªa del ¡°ah¨ª vemos¡±. Manuela indica que esa es una frase que su pap¨¢ utiliza para todo y es una ¡°muestra exacta de su capacidad de improvisaci¨®n y de estar disponible para lo que venga en la vida¡±.
Es usual, dice Manuela, que cuando le pregunta: ¡°Pap¨¢, ?C¨®mo vamos a hacer esto?¡±, ¨¦l responde: ¡°Ah¨ª vemos¡±. Y cu¨¢ndo le consulta sobre qu¨¦ va a pasar cuando no pueda escribir en la tablet, ¨¦l conteste: ¡°Ah¨ª vemos¡±.
A base de esa espontaneidad ha ido agrandando el Museo Taller: ¡°Crear es un vicio¡±, escribe Dittborn. Hace unos meses incorpor¨® un peque?o bosque nativo aleda?o a la propiedad que tiene m¨¢s de 600 ejemplares de 40 especies distintas de la zona central de Chile. Y, esta primavera, ya luce frondoso. ¡°Es un lujo¡±, anota al admirar los ¨¢rboles que crecen en medio del centro de la ciudad.
¡°Yo pensaba que una enfermedad no ten¨ªa nada bueno¡±, escribe reflexivo. ¡°Esto es una forma de devolver todo lo que he tenido¡±, dice sobre este nuevo rumbo que ha tomado.
¡°Tener un pap¨¢ enfermo que estuviera deprimido ser¨ªa horrible. En cambio, ver a un pap¨¢ vital y vigente que, aunque pueda tener muchos defectos, es un ejemplo¡±, dice Manuela Dittborn mientras le esboza una sonrisa a Francisco. Su hija explica que otra de las frases de cabecera de su padre es: ¡°Comparado con qui¨¦n¡±. ¡°?Comparado con qui¨¦n estoy mal? ?Comparado con qui¨¦n estoy enfermo? ?l es s¨²per consciente de que tiene una buena calidad de vida y lo afortunado que es de tener los medios econ¨®micos para poder tener esa mejor calidad de vida¡±. Y Francisco escribe en su tablet: ¡°Soy un privilegiado¡±.
Dittborn muestra orgulloso todos los espacios del Museo Taller y se alegra cuando se encuentra con alguno de los ni?os que caminan por el lugar. Al terminar el recorrido, se detiene en un galp¨®n de su proyecto que est¨¢ en plena construcci¨®n tambi¨¦n en el Barrio Yungay. Mira con detenimiento a unos trabajadores que bajan materiales de una camioneta y cargan ¨¢gilmente fierros de aqu¨ª para all¨¢.
Pregunta: Francisco ?En qu¨¦ se va a transformar este espacio?
Respuesta: Ah¨ª vemos ¡ªescribe mientras regala otra sonrisa¡ª.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.