Dos reformas y un cardenal
Buena parte de la discusi¨®n por parte del mundo de las izquierdas m¨¢s proclives al pensamiento ¡®woke¡¯ incurren en una forma de cancelaci¨®n, exigiendo que la Iglesia Cat¨®lica no se inmiscuya en los asuntos del Estado y de sus pol¨ªticas p¨²blicas
Malos tiempos vive por estos d¨ªas el Gobierno del presidente Gabriel Boric.
Dos de sus reformas de fin de mandato (ninguna de ellas ¡®estructurales¡¯, en el sentido de modificar de verdad el funcionamiento del orden neoliberal chileno) tienen escasas posibilidades de ser aprobadas: sin embargo, son dos reformas relevantes.
La primera es la reforma de pensiones, en la que se encuentran en juego muchos intereses, lo que siempre ha sido evidente. En esta reforma, no solo se encuentra en juego el 6% adicional de las cotizaciones adicionales (para decirlo en simple: lo relevante es su destino, hacia las cuentas individuales o un fondo de reparto o solidario), sino tambi¨¦n la licitaci¨®n del stock de los afiliados al sistema de las Aseguradoras de Fondos de Pensiones (un actor colectivo incumbente que se opone, a punta de publicidad visual y avisos radiales, a cualquier idea de reforma que altere la filosof¨ªa individualista del sistema). Todo esto puede sonar muy t¨¦cnico, pero hay en esto un componente ideol¨®gico relevante: ?cu¨¢n importante es proteger al conjunto de los futuros pensionados ¡ªindependientemente de cu¨¢nto han cotizado a lo largo de su vida activa¡ª y cu¨¢n pertinente es aferrarse exclusivamente al ahorro individual que solo beneficia a quien ha ahorrado? Hay aqu¨ª una pregunta por la vida buena y sus condiciones de posibilidad.
Hace algunos a?os atr¨¢s, una publicidad televisiva apelaba a la propiedad propia de los fondos y al futuro individual relevando ¡®mi n¨²mero¡¯, esto es, la cantidad de dinero que cada persona ha ahorrado a lo largo de la vida y que solo puede financiar la pensi¨®n personal. Poco importa que las pensiones proyectadas para el chileno promedio sean pensiones de hambre: lo relevante es que, seg¨²n todas las encuestas, los chilenos exigen que sus ahorros vayan a sus cuentas individuales, en la m¨¢s completa indiferencia por el destino de otros (un destino que, seg¨²n la derecha, debe ser enderezado por rentas generales). ?C¨®mo no ver que esta filosof¨ªa de las pensiones implica una forma de debacle del principio de solidaridad? Pues bien, hacia all¨¢ se va: la reforma del sistema es absolutamente necesaria por razones m¨¢s pr¨¢cticas que ideol¨®gicas y, sin embargo, existe una baja probabilidad de que se apruebe, lo que significar¨ªa una derrota al principio de solidaridad que es tan caracter¨ªstico de las izquierdas. Eso es lo que explica el mensaje publicado en la red X por el presidente Boric: ¡°A las AFP no les gusta la reforma de pensiones. Es una muy buena se?al para avanzar en la reforma de pensiones¡±. En el fondo, el presidente tiene raz¨®n: pero al mismo, su mensaje es un error pol¨ªtico, ya que cualquier reforma supone llegar a acuerdos con la derecha. Si bien las izquierdas est¨¢n gobernando, pocos est¨¢n sacando las conclusiones de fondo de lo que esta nueva derrota est¨¢ significando: la p¨¦rdida de hegemon¨ªa que se hab¨ªa ganado durante el estallido social.
Como si esto fuera poco, hay una segunda reforma que est¨¢ a punto de sucumbir ante la mayoritaria hostilidad opositora en el Congreso. El gobierno anunci¨®, hace algunos meses atr¨¢s, una reforma a la legislaci¨®n sobre las tres causales de aborto, apuntando hacia alguna forma de aborto libre apelando al principio, enteramente justificado, de autonom¨ªa corporal de las mujeres sobre sus propios cuerpos. Pues bien, este anuncio se ralentiz¨®, iniciando una nueva batalla cultural con la Iglesia Cat¨®lica. Ante el anuncio de que el gobierno retirar¨¢ de Contralor¨ªa el reglamento de la ley de interrupci¨®n del embarazo en tres causales (condici¨®n sine qua non para avanzar en un proyecto de aborto libre), el arzobispo de Santiago reaccion¨® como si esto fuese ¡°un gran regalo que much¨ªsimos chilenos aplaudimos¡±. La reacci¨®n del arzobispo, tan esperable como imprudente, fue duramente criticada por parlamentarios de izquierda argumentando que hay, adem¨¢s, en el arzobispado un intento de interferir mediante la presentaci¨®n de escritos a Contralor¨ªa. Todo esto puede sonar muy cr¨ªptico, pero la reacci¨®n de la ministra de la Mujer y Equidad de G¨¦nero, Antonia Orellana, revel¨® un nuevo episodio woke en clave anticlerical. La ministra Orellana opin¨®, ante la alegr¨ªa del arzobispo Chomali, que ¡°las decisiones que se toman no se hacen pensando en los deseos de los pr¨ªncipes de la iglesia, que es lo que significa ser un cardenal¡±. Esta declaraci¨®n desat¨® una andanada de cr¨ªticas , y expresa un nuevo episodio woke que tantos problemas trae a quienes est¨¢n gobernando en su nombre.
Es cierto: no hay nada dram¨¢tico en recordar que en el universo Vaticano hay pr¨ªncipes, y que estos son cardenales. Lo que resulta incomprensible es que esta expresi¨®n de wokismo haya provocado en redes sociales una ola anticlerical, recordando una y otra vez las redes de pedofilia y cuanta violaci¨®n infantil por sacerdotes se nos pueda pasar por la cabeza. Pues bien, la ministra Orellana no hizo otra cosa que cancelar la opini¨®n institucional de la Iglesia Cat¨®lica a trav¨¦s de la iron¨ªa: moros y cristianos han recordado majaderamentente que en Chile existe la separaci¨®n de la iglesia y del Estado. Es cierto. ?Significa esto que la Iglesia Cat¨®lica debe abstenerse de tomar posici¨®n sobre las cosas de este mundo y no usar los instrumentos legales? Buena parte de la discusi¨®n por parte del mundo de las izquierdas m¨¢s proclives al pensamiento woke incurren en una forma de cancelaci¨®n, exigiendo que la Iglesia Cat¨®lica no se inmiscuya en los asuntos del Estado y de sus pol¨ªticas p¨²blicas.
Este wokismo es especialmente torpe. No solo no se percata que el 59% de los chilenos se considera cristiano, sino que tiende a alienarse ese electorado. Es cierto que el apoyo a las tres causales de aborto es masivo en las encuestas de opini¨®n: ?constituye esto una evidencia para apoyar una agenda woke que sabemos no logra ni puede universalizarse hacia p¨²blicos masivos, lo que no ha logrado en ninguna parte del mundo? ?Por qu¨¦ ser¨¢?
Estas dos reformas, cuya convergencia en el tiempo prefigura una gran derrota para el gobierno, bien podr¨ªan ser el inicio del fin: del gobierno, pero sobre todo de la hegemon¨ªa de sus izquierdas por no haber sabido tratar racionalmente las cosas de este mundo.
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