La paradoja del calor extremo: aumentan las temperaturas, pero disminuyen las muertes
Los investigadores Julio D¨ªaz y Cristina Linares constatan que cada vez hacen falta m¨¢s grados para que la gente muera en Espa?a
Espa?a vive una llamativa paradoja: aumentan las temperaturas, pero cada vez hay menos muertes por el calor extremo. El epidemi¨®logo Julio D¨ªaz (Madrid, 61 a?os) lo resume as¨ª: ¡°No nos mata la bala, sino la velocidad de la bala¡±. El proyectil del calentamiento avanza ¡ªla temperatura m¨¢xima diaria en verano sube unos 0,4 grados cada d¨¦cada¡ª, pero el umbral a partir del cual el calor mata tambi¨¦n se est¨¢ moviendo: unos 0,6 grados por d¨¦cada. ¡°Cada vez hace falta m¨¢s calor para que la gente muera¡±, celebra el investigador. Espa?a est¨¢ corriendo m¨¢s r¨¢pido que el proyectil.
D¨ªaz y su colega Cristina Linares (Madrid, 43 a?os) dirigen la nueva Unidad de Referencia sobre Cambio Clim¨¢tico, Salud y Medio Ambiente Urbano, creada en la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III, en Madrid. Sus datos muestran que, entre 1983 y 2003, la mortalidad aumentaba un 14% por cada grado por encima de la temperatura considerada ola de calor, que en Madrid son 36 grados, en C¨®rdoba son 40 grados y en A Coru?a son 26 grados. Entre 2004 y 2013, sin embargo, la situaci¨®n cambi¨®: la mortalidad subi¨® menos de un 2% por cada grado.
Los investigadores se?alan un punto de inflexi¨®n. ¡°En 2003 hubo una ola de calor brutal. En Espa?a murieron 6.600 personas en 15 d¨ªas¡±, recuerda D¨ªaz. Fue el verano en el que se agotaron los ventiladores en Par¨ªs y Roma. Fallecieron unos 70.000 europeos. Para evitar otra tragedia similar, el Ministerio de Sanidad lanz¨® en 2004 un plan nacional con medidas preventivas, que desde entonces se ha activado cada verano. Algunas de las recomendaciones pueden parecer perogrulladas, como beber mucha agua y evitar la actividad f¨ªsica en la solanera, pero funcionan. Ahora, las olas de calor matan a unas 1.300 personas al a?o, una cifra similar a la de fallecimientos por olas de fr¨ªo (unos 1.050 anuales).
El umbral a partir del cual el calor mata se est¨¢ moviendo unos 0,6 grados por d¨¦cada
Linares recuerda la transformaci¨®n vivida en Espa?a en las ¨²ltimas d¨¦cadas: crecimiento econ¨®mico, modernizaci¨®n del sistema sanitario, rehabilitaci¨®n de edificios, proliferaci¨®n del aire acondicionado, creaci¨®n de zonas verdes, campa?as de prevenci¨®n ante las altas temperaturas. Espa?a se est¨¢ adaptando al calor extremo, pero lo malo de correr por delante de un proyectil es que ya no es posible frenar. Hay que seguir corriendo. ¡°Nos hemos adaptado, pero hay que mantener este ritmo durante los pr¨®ximos 80 a?os. Ese es el reto, si no queremos que nos coma la subida de la temperatura¡±, advierte D¨ªaz.
Los c¨¢lculos del equipo de la Escuela Nacional de Sanidad sugieren que, si las medidas de adaptaci¨®n se frenan, en Espa?a morir¨¢n casi 13.000 personas cada a?o por olas de calor en el periodo 2050-2100. Si la poblaci¨®n contin¨²a su aclimataci¨®n actual, los fallecimientos se limitar¨¢n a unos 1.400 anuales, seg¨²n las estimaciones de los investigadores. D¨ªaz subraya que son cifras simplemente orientativas: ¡°Lo importante es que las muertes se multiplican casi por diez si no hay adaptaci¨®n¡±.
Uno de los objetivos de la nueva unidad es entender qu¨¦ est¨¢ pasando dentro de las ciudades, para optimizar la adaptaci¨®n y evitar que se cumpla esa profec¨ªa de las 13.000 muertes anuales. El grupo ha comenzado por investigar qu¨¦ ocurre en los distritos de Madrid. ¡°Hemos visto que donde m¨¢s gente muere es donde menor es el nivel de renta¡±, expone D¨ªaz. Su trabajo muestra que las zonas m¨¢s afectadas son Carabanchel, Puente de Vallecas y Tetu¨¢n. ¡°Una renta baja influye m¨¢s que una poblaci¨®n anciana¡±, destaca Linares. Es un fen¨®meno que se repite una y otra vez. El mapa de la mortalidad barrio a barrio en Espa?a, coordinado por la Fundaci¨®n Fisabio, mostr¨® en febrero enormes desigualdades en el riesgo de morir por causas como el c¨¢ncer de pulm¨®n y la diabetes, incluso a ambos lados de una misma calle, en funci¨®n de la privaci¨®n socioecon¨®mica.
¡°No es solo una cuesti¨®n de tener un aparato de aire acondicionado. Para encenderlo hay que poder pagarlo¡±, advierte Julio D¨ªaz
¡°No es solo una cuesti¨®n de tener un aparato de aire acondicionado. Para encenderlo hay que poder pagarlo. Hay gente que no lo pone porque no tiene dinero¡±, advierte D¨ªaz. Sus estudios muestran grandes diferencias por provincias. El umbral a partir del cual aumentan los fallecimientos por calor ¡ªla denominada temperatura de m¨ªnima mortalidad¡ª se ha incrementado 0,6 grados de media por d¨¦cada en Espa?a, pero en C¨®rdoba la adaptaci¨®n es mucho mayor: 1,8 grados por d¨¦cada. En Ciudad Real, es al rev¨¦s: el list¨®n peligroso est¨¢ bajando 0,27 grados por d¨¦cada. ¡°Sabemos qu¨¦ provincias se est¨¢n adaptando al calor y cu¨¢les no. Ahora hay que saber por qu¨¦¡±, sentencia D¨ªaz.
Los investigadores recalcan que el calor no suele matar de forma directa. En el episodio de 2003, apenas 140 de las 6.600 muertes se debieron a un golpe de calor. La mayor¨ªa de los fallecimientos fueron de personas mayores con enfermedades de base, agravadas por las altas temperaturas. Linares recuerda que algunos medicamentos, como los administrados contra los s¨ªntomas del p¨¢rkinson o el alzh¨¦imer, pueden empeorar el s¨ªndrome de deshidrataci¨®n y el golpe de calor.
¡°A los ni?os no les afecta el calor porque sus condiciones fisiol¨®gicas son mejores que las de una persona anciana, pero tambi¨¦n porque hay un padre y una madre que est¨¢n pendientes de que no se deshidraten. Si un abuelillo vive solo en su casa, nadie est¨¢ pendiente de si se deshidrata o no¡±, apunta Linares.
La cient¨ªfica se?ala uno de los grandes objetivos del equipo: elaborar ¡°un mapa de vulnerabilidad¡±, que muestre los lugares de Espa?a que se est¨¢n adaptando peor al calor extremo y que incluya los factores sociales, econ¨®micos y demogr¨¢ficos que expliquen ese retraso. ¡°Un mapa de vulnerabilidad es clave para poder actuar ya y luego no llevarnos las manos a la cabeza. Tenemos que anticiparnos a lo que, inevitablemente, vamos a sufrir¡±, alerta Linares.
Los dos codirectores enfatizan que el cambio clim¨¢tico no se reduce a las altas temperaturas: incluye sequ¨ªas, inundaciones, el aumento del polvo del Sahara en la atm¨®sfera espa?ola por la desertificaci¨®n, la contaminaci¨®n por ozono troposf¨¦rico, incendios forestales. ¡°El problema del cambio clim¨¢tico no van a ser las muertes por calor. Esto va a ser insignificante¡±, advierte D¨ªaz.
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