El mayor estudio sobre la movilidad animal en el confinamiento muestra c¨®mo los humanos alteran la vida salvaje
El seguimiento por GPS a miles de mam¨ªferos confirma que se movieron m¨¢s, pero solo donde el encierro fue m¨¢s estricto y en grandes distancias

Durante lo peor de la pandemia, cuando los humanos nos refugiamos en nuestras casas para escapar del virus, muchos animales se pasearon por las ciudades. Aunque buena parte de los v¨ªdeos sobre panteras, ciervos o tejones pisando el asfalto resultaron ser falsos o grabados antes del coronavirus, aquella situaci¨®n excepcional ha servido a los cient¨ªficos para analizar la flexibilidad de la conducta animal. Un trabajo de 175 cient¨ªficos siguiendo a casi 3.000 mam¨ªferos en lo m¨¢s duro del confinamiento les ha permitido confirmar que se movieron y acercaron m¨¢s a las carreteras. Pero el aumento de la movilidad solo se produjo en los trayectos m¨¢s largos y en las zonas donde el confinamiento fue m¨¢s estricto. Los autores del trabajo, publicado en Science, creen que no solo las infraestructuras humanas da?an la vida salvaje, tambi¨¦n lo hace la mera presencia de los humanos.
Las construcciones humanas est¨¢n entre los impactos en el entorno natural m¨¢s estudiados. En las fronteras de Asia y Europa hay m¨¢s de 30.000 kil¨®metros de vallas. Solo en el continente europeo, un mill¨®n de barreras artificiales interfieren en el curso natural de los r¨ªos. Y media Espa?a est¨¢ a menos de un kil¨®metro de una carretera. Las autopistas y otras incursiones artificiales en la naturaleza, como las v¨ªas f¨¦rreas, tienen un triple efecto negativo: levantan barreras, llevan a los humanos y especies invasoras hasta lo m¨¢s profundo del mundo salvaje y, como muestra el drama de los linces, multiplican los atropellos. Pero, ?qu¨¦ es lo que realmente afecta a la vida animal, las infraestructuras o su uso por los humanos? No es f¨¢cil desagregar ambos impactos. Solo en ocasiones excepcionales, como fue la creaci¨®n de la zona de exclusi¨®n de Chern¨®bil, se ha podido estudiar el cambio del comportamiento animal en ausencia del ser humano. De ah¨ª que los cient¨ªficos hayan aprovechado los meses de confinamiento por el coronavirus para estimar su verdadero impacto.
El trabajo publicado en Science muestra que los animales se acercaron hasta un 36% m¨¢s a las carreteras. Para medirlo, los cient¨ªficos rastrearon los desplazamientos de 2.300 animales de 43 especies en decenas de pa¨ªses gracias a los collares GPS que llevaban. Pero esta mayor cercan¨ªa a las v¨ªas solo se produjo en zonas con elevada huella humana, es decir con fuerte presencia de infraestructuras, agricultura, entornos urbanizados, y en las regiones donde el confinamiento fue m¨¢s severo.
Los investigadores usaron otras dos m¨¦tricas: la distancia total recorrida en 10 d¨ªas, por un lado, y el trayecto hecho en una hora, por el otro. Representando los dos extremos del patr¨®n de movilidad. La investigadora de la Universidad Radboud de Nimega y principal autora del estudio, Marlee Tucker, dice que durante la reclusi¨®n forzada de los humanos ¡°los animales viajaron distancias hasta un 73% m¨¢s largas que en el mismo per¨ªodo de 10 d¨ªas del a?o anterior, cuando no hubo confinamientos¡±. Esta comparaci¨®n con 2019 es una de las fortalezas de este trabajo. Llevan varios a?os siguiendo a los mismos animales, por lo que han podido comparar con los tiempos en los que no hab¨ªa coronavirus. Por ejemplo, en un estudio tambi¨¦n publicado en 2018 ya detectaron que all¨ª donde hay humanos, los animales se mueven menos.
¡°Los animales viajaron distancias hasta un 73% m¨¢s largas que en el mismo per¨ªodo de 10 d¨ªas del a?o anterior¡±Marlee Tucker, investigadora de la Universidad Radboud de Nimega y principal autora del estudio
En cuanto a los desplazamientos cortos, sucedi¨® lo contrario: los animales redujeron sus movimientos. ¡°La respuesta fue variable entre individuos y especies. Algunos recorrieron distancias m¨¢s largas y otros m¨¢s cortas, pero de media hubo una disminuci¨®n del 12%¡±, cuenta Tucker en un correo. ¡°No tenemos los datos necesarios para medir el impacto de este cambio en los animales, sin embargo, para algunos, podr¨ªa ser una disminuci¨®n bastante significativa¡±, a?ade. Este cambio en el patr¨®n podr¨ªa deberse a que, en ausencia de humanos, los movimientos para evitarlos y huirlos bajaron entre febrero y mayo de 2020, coincidiendo con lo m¨¢s duro del confinamiento, seg¨²n los autores del trabajo.

La espa?ola Nuria Selva, investigadora de la Academia Polaca de Ciencias, pas¨® todo el confinamiento en el Parque Nacional de Bia?owie?a (Polonia), uno de los ¨²ltimos bosques v¨ªrgenes de Europa. Como coautora de la investigaci¨®n de Tucker, destaca que los cambios en los patrones de la movilidad animal dependieron del grado de confinamiento: ¡°La reducci¨®n fue menor en las zonas medianamente urbanizadas o seminaturales. En esas ¨¢reas segu¨ªa habiendo gente, como en los parques, donde aument¨® la presencia humana en m¨¢s de un 200%¡±, dice.
M¨¢s all¨¢ de la movilidad, la presencia humana tambi¨¦n puede afectar a la fisiolog¨ªa de los animales. En un trabajo a¨²n por publicar, Selva ha comprobado que los niveles de cortisol ¡ªindicador del estr¨¦s¡ª fueron menores en los osos y rebecos del Parque nacional de los Montes Tatras (Polonia) durante los meses que dur¨® el confinamiento humano.
¡°Una carretera donde no pasa nadie no es una barrera, la barrera es el tr¨¢fico, somos nosotros¡±Nuria Selva, investigadora de la Academia Polaca de Ciencias y la Universidad de Huelva
Selva destaca otra gran aportaci¨®n de este trabajo: ¡°Ha permitido separar el impacto de las infraestructuras humanas y los propios humanos. Una carretera donde no pasa nadie no es una barrera, la barrera es el tr¨¢fico, somos nosotros¡±. Hace unos a?os, entre 2013 y 2015, el bi¨®logo de la Universidad Estatal de Boise (Estados Unidos) Jesse Barber realiz¨® una serie de experimentos con el tr¨¢fico. Grab¨® el ruido de varias autopistas y se lo llev¨® a diversos entornos naturales donde no hab¨ªa asfalto. Sus resultados mostraron que en las llamadas carreteras fantasmas un gran porcentaje de las aves desaparec¨ªan. Durante la pandemia, se observ¨® el fen¨®meno contrario: las aves cantaron m¨¢s bajo y se comunicaron mejor durante el confinamiento.
El bi¨®logo de la Universidad de A Coru?a Alejandro Mart¨ªnez Abra¨ªn destaca la potencia estad¨ªstica del trabajo, pero sostiene que los cambios en los patrones de movimiento solo se han observado en las zonas de mayor huella humana, ¡°en condiciones de confinamiento muy severas y en los extremos de la movilidad animal¡±. Tambi¨¦n recuerda que no han estudiado la presencia de animales salvajes en las ciudades.
¡°No a todos los animales le interesa que haya poco movimiento de gente¡±, opina Mart¨ªnez Abra¨ªn sobre el impacto de las infraestructuras y presencia humanas. ¡°Por ejemplo, respecto a las carreteras, a muchas especies presa les interesa que haya mucho movimiento, porque eso hace, sin querer, lo que se denomina en ecolog¨ªa efecto espantap¨¢jaros, ahuyentando a los depredadores¡±. Y sigue: ¡°A las avutardas les interesa estar cerca de las carreteras, porque evitan al lobo y a los cazadores, que no pueden disparar cerca de una carretera¡±. Y tiene muchos m¨¢s ejemplos: los estorninos que se agrupan en los cruces, donde no puede haber caza. Los milanos que sobrevuelan el recorrido de las v¨ªas f¨¦rreas buscando comida. Los conejos que cr¨ªan junto a las autov¨ªas. Las osas con cr¨ªas que bajan a los pueblos para evitar al macho que podr¨ªa matar a sus cr¨ªas. O los lobos que no atraviesan las autov¨ªas, ¡°las pasan por arriba, por el cambio de sentido, como los humanos¡±, recuerda Mart¨ªnez Abra¨ªn.
Para el profesor de la universidad gallega los cambios en los patrones de movilidad animal no son cosa del confinamiento: ¡°Hay que remontarlos al abandono del campo. Los animales llevan seis o siete d¨¦cadas perdiendo el miedo a los humanos, a los urbanitas que no les van a hacer nada. Esto no lo ha cambiado la covid, lo ha cambiado el abandono del rural. Lo que sucedi¨® durante la pandemia es que dieron un pasito m¨¢s en su acercamiento y nosotros nos hemos dado cuenta de algo que ya ven¨ªa pasando¡±.
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