El agujero negro que arrastra (sobre todo) a las cient¨ªficas
Hay dos grandes problemas que afectan a los que nos dedicamos a la investigaci¨®n, sobre todo a las mujeres. No tienen que ver con el reto de desentra?ar los misterios del universo, sino que proceden de la complejidad de la mente humana
La duda ofende, reza el dicho. En ciencia, sin embargo, la duda no ofende sino que es su base misma. Todo es susceptible de duda y ante todo hay que ser esc¨¦ptico. Pero tambi¨¦n es verdad que el escepticismo no tiene nada que ver con la descalificaci¨®n infundada, ni con creerse o no resultados (un verbo que no se debe conjugar en ciencia) ni con una supuesta libertad para opinar sobre cualquier cosa sin argumentos s¨®lidos y comprobados.
La frontera es estrecha entre el escepticismo y el atrevimiento de la ignorancia, e incluso entre lo que est¨¢ m¨¢s all¨¢, hacia los extremos, que son el dogmatismo y el negacionismo. El equilibrio entre ellos es fundamental en la vida y en el mundo cient¨ªfico. Cuando se rompe ese equilibrio en favor del escepticismo y la duda, no solo en el ¨¢mbito del trabajo cient¨ªfico, sino en uno mismo, surge el llamado s¨ªndrome del impostor, algo que cada vez afecta a m¨¢s investigadores; y especialmente a las mujeres. Por eso quiero hablar de ello hoy, cuando nos acercamos al D¨ªa de la Mujer y la Ni?a en la Ciencia, que se celebra todos los 11 de febrero.
No es que sepa de lo que sienten los artistas, pero por pel¨ªculas y noticias varias, en alg¨²n momento del proceso creativo, las musas no acuden, la mente se bloquea, las dudas sobre si sirves para esto aparecen (por ejemplo, para escribir estos art¨ªculos). Aunque el arte parezca alejado del proceso cient¨ªfico, en realidad la investigaci¨®n necesita de altos grados de creatividad e imaginaci¨®n: es todo un arte idear experimentos y pruebas, para demostrar que es mentira todo lo que se te ocurre para explicar el universo. Porque probar que todo lo que se te ocurra es mentira, y fallar en el intento, es la base de la ciencia. Porque la ciencia, b¨¢sicamente, consiste en construir las mejores teor¨ªas posibles que expliquen la realidad con los datos existentes y sin pruebas que las tiren por tierra.
Si el cient¨ªfico debe ser creativo e imaginativo, como un pintor o un escritor, no parece raro que en alg¨²n momento no venga ya, moment¨¢neamente o para siempre, ninguna idea feliz. Y entonces la bola de nieve se pone a rodar y se puede hacer mucho m¨¢s grande, plante¨¢ndote si realmente sirves para esto, si esto sirve para algo y si te has equivocado de profesi¨®n.
En este callej¨®n oscuro que es el s¨ªndrome del impostor confluyen varias v¨ªas. Quiz¨¢s tuve suerte en esa ocasi¨®n y consegu¨ª ese trabajo que no merec¨ªa. O quiz¨¢s fui muy listo, o demasiado; o a lo mejor fue sin querer, pero el caso es que enga?¨¦ a todo el mundo, manipul¨¦ su visi¨®n de m¨ª. Y hasta aqu¨ª hemos llegado, ahora ya no me veo capaz de m¨¢s. Quiz¨¢s es que el conocimiento humano, o las personas, tienen un l¨ªmite; pero es que mi techo est¨¢ muy bajo, ya no sirvo.
El s¨ªndrome del impostor es muy com¨²n en la ciencia. Se ha demostrado, adem¨¢s, que afecta m¨¢s a mujeres que a hombres. El problema lo ha sufrido en alg¨²n momento todo el mundo, incluso las astrof¨ªsicas m¨¢s brillantes y c¨¦lebres. Es el caso de Jocelyn Bell, que descubri¨® los radiop¨²lsares, un hallazgo que vali¨® un premio Nobel... pero que no fue no para ella: ?incre¨ªble! Esta astrof¨ªsica ha contado en varias ocasiones sobre c¨®mo estar rodeada de gente brillante en una de las universidades m¨¢s prestigiosas del mundo, Cambridge, que tambi¨¦n seguro que cuenta con gente, digamos que muy sobrada, la llev¨® a caer en el s¨ªndrome del impostor.
Para superarlo, Bell intent¨® trabajar m¨¢s que nadie, siempre con miedo a ser expulsada de la investigaci¨®n, y con el objetivo de descubrir algo importante. Ella realmente consigui¨®, aunque no se le reconoci¨®, descubrir algo impresionante como los restos de una estrella masiva desaparecida, que con anterioridad hab¨ªa sido predicho por teor¨ªas de la evoluci¨®n estelar. Adem¨¢s, el descubrimiento de su vida le lleg¨® cuando estaba empezando su carrera investigadora. Y si, aun as¨ª, sufri¨® s¨ªndrome del impostor, imaginen que el problema puede afectar al 99.9% de los cient¨ªficos.
De ¡®impostores¡¯ a ¡®cu?ados¡¯
?C¨®mo superar el s¨ªndrome del impostor? Los expertos nos dicen que no es f¨¢cil. Una de las formas de superarlo, que no curarte, parece ser que es irte al otro extremo del espectro, y contagiarte de lo que com¨²nmente se conoce en nuestro pa¨ªs como la enfermedad del cu?adismo. Imposible que yo sea un impostor, si es que nadie sabe lo que s¨¦ yo. Y no solo de ciencia, de cualquier cosa. En ciencia se suele plasmar en dos simples afirmaciones. Una de ellas es que ¡°los resultados cient¨ªficos que me est¨¢s mostrando, los saqu¨¦ yo hace 20 a?os, no aportan nada nuevo.¡± La otra opci¨®n es que ¡°lo que has encontrado es mentira, lo s¨¦ yo, no me lo creo, vamos¡±. Misi¨®n cumplida: superado el s¨ªndrome del impostor sin dudar de ti, sino de todo lo dem¨¢s, y haciendo dudar de s¨ª mismo al colega. Lamentablemente, esta actitud no es ajena a la ciencia, y tambi¨¦n afecta m¨¢s a las mujeres, pero esta vez como receptoras del escepticismo infundado de sus colegas hombres.
Bueno, hasta aqu¨ª esta edici¨®n de Vac¨ªo C¨®smico sobre el existencialismo del cient¨ªfico. Volveremos con mejores historias que nos ayuden a superar el s¨ªndrome del impostor y la enfermedad del cu?adismo. Espero que el art¨ªculo no desluzca la celebraci¨®n de estos d¨ªas, solo nos haga pensar sobre algo que se est¨¢ discutiendo a nivel social: la salud mental. ?Feliz D¨ªa de la Mujer y la Ni?a en la Ciencia!
Vac¨ªo C¨®smico es una secci¨®n en la que se presenta nuestro conocimiento sobre el universo de una forma cualitativa y cuantitativa. Se pretende explicar la importancia de entender el cosmos no solo desde el punto de vista cient¨ªfico sino tambi¨¦n filos¨®fico, social y econ¨®mico. El nombre ¡°vac¨ªo c¨®smico¡± hace referencia al hecho de que el universo es y est¨¢, en su mayor parte, vac¨ªo, con menos de un ¨¢tomo por metro c¨²bico, a pesar de que en nuestro entorno, parad¨®jicamente, hay quintillones de ¨¢tomos por metro c¨²bico, lo que invita a una reflexi¨®n sobre nuestra existencia y la presencia de vida en el universo. La secci¨®n la integran Pablo G. P¨¦rez Gonz¨¢lez, investigador del Centro de Astrobiolog¨ªa, y Eva Villaver, directora de la Oficina Espacio y Sociedad de la Agencia Espacial Espa?ola, y profesora de Investigaci¨®n del Instituto de Astrof¨ªsica de Canarias.
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