Madonna o la resaca de Polanski
La diva pop aburre con su filme 'W.E.' a la cr¨ªtica del festival de Venecia
Despu¨¦s de aguantar las dos inenarrables horas de W.E. los asistentes a ese ritual donde los actores, actrices y directores se sientan en un podio y los mortales preguntan lo que pueden han tenido que aguantar un poco m¨¢s. Lleg¨® la ambici¨®n rubia a la Biennale de Venecia entre los gritos de alg¨²n fan infiltrado en las hordas de periodistas y los aplausos de cortes¨ªa que se le dedican a cualquiera que aparezca por la puerta. Impecable como siempre, la diva ofreci¨® un recital de preguntas a medio responder y miradas de hast¨ªo al personal, hasta culminar una org¨ªa de aburrimiento francamente espectacular. "No hay tanta diferencia entre dirigir y componer canciones" dijo Louise Veronica Ciccone como si estuviera citando a Arist¨®teles. Despu¨¦s, un rosario de t¨®picos sobre los a?os "que dediqu¨¦ a investigar la historia de Eduardo VIII y de Wallis "Wally" Simpson" y grandes dosis de "siguiente pregunta", uno de los grandes ¨¦xitos del encuentro con la prensa.
Antes se hab¨ªa llevado deserciones y abucheos por su intento de contar la historia de una pareja de amantes atormentados que va y viene con numerosos apuntes sobre el amor, el deseo y dem¨¢s terrores. Nadie entendi¨® muy bien nada excepto que la pretenciosidad del filme era excesiva incluso para los -comprensivos- par¨¢metros de un festival de cine, donde la audiencia no tiene miedo de experimentar con el s¨¦ptimo arte. El problema es que W.E. m¨¢s que un experimento era un balbuceo incomprensible lleno de est¨¦tica de perfume caro que llega a niveles de delirio en su tramo final y que se dedica a catalogar sitios pijos y vestidos caros. La pel¨ªcula no tiene -de momento- distribuci¨®n en Espa?a pero no lancemos a¨²n las campanas al vuelo: estamos en crisis y todo es posible. Cabe decir que el reparto, Abbie Cornish sobre todo, hace lo que puede, pero tampoco hab¨ªa m¨¢s le?a que cortar, no son ellos los culpables del naufragio.
Por cierto, el distribuidor de la cinta, un se?or llamado Harvey Weinstein (ex due?o de Miramax) conocido por sus m¨¦todos poco ortodoxos, afirm¨® hace unos d¨ªas: "Madonna tiene mucho talento como directora". Alguien deber¨ªa regalarle unas gafas.
Un dios llamado Polanski
Al menos, y antes de que llegar¨¢ la resaca rubia, el p¨²blico hab¨ªa podido disfrutar de una aut¨¦ntica delicia: Un dios salvaje, la ¨²ltima pel¨ªcula de Roman Polanski. El franco polaco se mete esta vez en el barullo de una discusi¨®n en principio intrascendente en la que dos parejas tratan de arreglar -amistosamente- una agresi¨®n del hijo de una de ellas al v¨¢stago de la otra. Basado en la magn¨ªfica obra de teatro de Yasmina Reza, quien firma el gui¨®n a medias con Polanski, Un dios salvaje es, para entendernos, algo as¨ª como la historia de un elegante cuarteto de cuerda obligado a meterse en un trastero min¨²sculo con la calefacci¨®n a tope. A¨²n siendo civilizados, aquellos adultos, todos ellos de clase media-alta y excelentes reputaciones acabar¨¢n rompiendo violines y violonchelos en las cabezas del pr¨®jimo. Valga la met¨¢fora para escenificar lo que se vive como una obra de teatro con ademanes claustrof¨®bicos que Polanski transforma en una desopilante comedia negra (negr¨ªsima) con hamster inclu¨ªdo y la -desternillante- demostraci¨®n de que el v¨®mito puede ser una aut¨¦ntica arma arrojadiza.
Con una c¨¢mara que no se nota y no molesta el director de Lunas de hiel o El escritor traza una l¨ªnea que separa la decencia y el sentido colectivo del fiero deseo de que uno siente a veces de estrangular al vecino, sea cual fuere el motivo. Naturalmente los dos matrimonios, interpretados con brillantez por Jodie Foster y John C. Reilly, y Christoph Waltz y Kate Winslet respectivamente, cruzar¨¢n la l¨ªnea en lo que resulta ser un espect¨¢culo maravilloso, una lecci¨®n de cine rabiosamente cl¨¢sico en su concepci¨®n. Perfecto en su ejecuci¨®n, con una escenograf¨ªa invisible que va adquiriendo entidad a medida que el filme empieza a rodar cuesta abajo (obra del legendario Dean Tavoularis) y toneladas de mala leche resbalando por las esquinas del celuloide, la ¨²ltima de Polanski es un aviso para navegantes: al realizador le queda cuerda para rato.
Babelia
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