La s¨¦ptima funci¨®n de las cosas

El arte es magia y encantamiento, pero tambi¨¦n un lenguaje eficaz y un arma poderosa. La nueva temporada muse¨ªstica que ya asoma da s¨®lidos argumentos expositivos para descubrirlo

El signo m¨¢s pomposo de la temporada art¨ªstica que ya termina ha sido la recreaci¨®n del templo de Atenea titulado El Parten¨®n de los libros prohibidos, que Marta Minuj¨ªn llev¨® a la Friedrichsplatz de Kassel durante la Documenta 14, y en su desplazamiento recuerda el vuelo surrealista de Le Corbusier cuando escribi¨®: ¡°Una pipa es tan bella como el Parten¨®n¡± (Vers une architecture, 1923). No tard¨® Ren¨¦ Magritte en replicar al suizo con su cuadro-manifiesto, La traici¨®n de las im¨¢genes (1929), donde se le¨ªa la frase ¡°Ceci n¡¯est pas une pipe¡±. Y si aquello no era una pipa, entonces ?qu¨¦ era? Sencillamente una imagen, una pintura que pon¨ªa en entredicho la relaci¨®n directa entre la realidad y los s¨ªmbolos.

La cosa no acab¨® ah¨ª. En 1937, Jorge Oteiza invent¨® una ¡°pipa l¨®gica¡± que resolv¨ªa dos cuestiones fundamentales para el fumador: conseguir el m¨¢ximo enfriamiento del humo y evitar la mezcla de la nicotina con la saliva. Como Duchamp hab¨ªa hecho a?os atr¨¢s con un urinario, Oteiza invirti¨® la posici¨®n tradicional de la pipa. No contento con su ready-made, elimin¨® el filtro y coloc¨® en su lugar una c¨¢mara de enfriamiento por donde la saliva deb¨ªa descender y encontrarse con los restos del tabaco sin llegar nunca a la boca. ¡°Todo el mundo anda con la pipa al rev¨¦s, fumando a medias. Que no sean imb¨¦ciles, que se den prisa¡±, ped¨ªa el artista en una carta de registro de patente. En 2007, cuatro a?os despu¨¦s de la muerte del escultor, la pipa se comercializ¨® en edici¨®n limitada. En poco m¨¢s de tres generaciones, aquel artilugio hab¨ªa trazado su propia sincron¨ªa sobre las condiciones de posibilidad de las ilusiones (?del fumador?). Pero ?y el lenguaje? ?Pod¨ªa comportarse y ser usado as¨ª de caprichosamente?

En 1958, un fil¨®logo ruso de origen jud¨ªo, una especie de Sheldon Cooper del lenguaje, acu?¨® la definici¨®n moderna de ¡°fonema¡± que maravill¨® a los m¨²sicos adivinatorios del I Ching: ¡°La impresi¨®n mental de un sonido¡±. Roman Jakobson (1896-1982) hab¨ªa descrito algo sumamente elegante y bello, su E=mc2 para el arte de las ideas. La bomba.

Jakobson, que adoraba la m¨²sica moderna, alab¨® a los m¨²sicos de The Doors y Queen, a quienes consideraba poetas, mucho antes de que la Academia sueca concediera el Nobel a Bob Dylan. Pero por lo que realmente pas¨® a la historia fue por su ¡°teor¨ªa de la informaci¨®n¡±, que define las seis funciones del lenguaje. La ¨²ltima, la ¡°po¨¦tica¡±, se encargar¨ªa del mensaje mismo, del c¨®mo decimos las cosas. El asunto iba m¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica griega, porque ¡ªdebi¨® de pensar¡ª quien posee el lenguaje posee la autoridad.

?Era aquella la funci¨®n por la que presidentes de rep¨²blicas, reyes, ejecutivos de multinacionales y artistas estar¨ªan dispuestos a asesinar selectivamente o en masa? Este es el argumento de la gamberrada literaria de Laurent Binet en su libro La s¨¦ptima funci¨®n del lenguaje (Seix Barral, 2016), en el que urde una trama en torno a la misteriosa muerte de Roland Barthes y el robo de un documento que tendr¨ªa como sospechosos a Sollers, Kristeva, Deleuze, Guattari, Todorov, Althusser, Derrida y, por supuesto, a Foucault. El escrito contendr¨ªa la supuesta ¡°s¨¦ptima funci¨®n¡± descubierta por el propio Jakobson, la ¡°funci¨®n m¨¢gica¡±, descrita como ¡°la conversi¨®n de una tercera persona, ausente o inanimada, en destinataria de un mensaje conativo¡±. Su uso ser¨ªa po¨¦tico aunque altamente eficaz (pol¨ªtico), como el efecto de un cuento de hadas en una mente infantil. ¡°Si¨¦ntese en esta silla y permanezca sentado hasta que la muerte les separe¡±.

Por ejemplo.

Para decirlo en todo su ¡°encantamiento¡±: pongamos esa misma frase en un sencillo folio pegado en el respaldo de una silla cualquiera. Es la Silla Zaj (1974), de Esther Ferrer, una proposici¨®n imposible que nada tiene que ver con la a veces absurda norma de no tocar las obras de los museos. Las sillas tambi¨¦n protagonizan otras acciones significativas de esta performer vasca afincada en Par¨ªs, que expondr¨¢ su trabajo en el Palacio de Vel¨¢zquez (26 octubre). ¡°Hay tanta variedad de sillas, tantos modelos y formas como personas¡±, asegura. La silla es el signo de algo, la imagen mental de una espera, el punto de partida de una acci¨®n o el espacio que queda vac¨ªo (v¨ªctimas de la violencia machista, emigrantes, refugiados). Adem¨¢s de esta retrospectiva, ser¨¢n novedad en el Reina las muestras de David Bestu¨¦ (13 de septiembre), Doris Salcedo (6 de octubre) y William Kentridge (1 de noviembre).

El Macba tambi¨¦n ha programado para este oto?o el trabajo de otro ilusionista de las cosas cotidianas, Poes¨ªa Brossa (21 de septiembre), mientras que el Guggenheim-Bilbao se estrenar¨¢ con la obra de la renovadora del arte textil y gr¨¢fico Anni Albers (6 de octubre) y los ¡°retratos¡± del octogenario y siempre joven David Hockney (10 de noviembre). El Museo Thyssen encabalga la obra de dos artistas muy afines que nunca se encontraron: Picasso-Lautrec (17 de octubre); y el CAAC de Sevilla mostrar¨¢ al pionero del videoarte, Peter Campus (2 de septiembre), ejemplo preciso de funci¨®n ¡°m¨¢gica¡± del lenguaje por su apelaci¨®n al espectador. El Museo del Prado acoger¨¢ las pinturas de Cai Guo-Qiang hechas a partir de la ignici¨®n de p¨®lvora (15 de octubre) y del no menos fogoso Mari¨¤ Fortuny (21 de noviembre). El poeta boxeador y domador Arthur Cravan tendr¨¢ una retrospectiva en el Museo Picasso de Barcelona (26 de octubre), mientras que el de M¨¢laga exhibir¨¢ Mujeres y surrealismo (10 de octubre).

En fotograf¨ªa, la Fundaci¨®n Mapfre abordar¨¢ la obra de Nicholas Nixon (14 de septiembre), y CaixaForum, la de Cristina Garc¨ªa Rodero (20 de septiembre). Muy oportunamente, el IVAM apuesta por las Narraciones femeninas en el mudo ¨¢rabe (14 de septiembre), y la Fundaci¨®n Mir¨®, por Mesopotamia y los artistas modernos (28 de octubre). Lo que parece indicar que en el arte todo es posible si la expresi¨®n convence. Esperemos.