El hijo del ¡®rey¡¯ nazi de Polonia
El ensayo Calle Este-Oeste reconstruye el nacimiento del derecho internacional tras la II Guerra Mundial y relata las historias, entre otros, del hijo del gobernador alem¨¢n de la Polonia ocupada
En nuestro primer encuentro, Niklas Frank y yo nos sentamos en la terraza del hotel Jacob, en las afueras de Hamburgo, desde donde se dominaba el r¨ªo Elba. Era a comienzos de la primavera, y tras un d¨ªa plagado de vistas judiciales ¡ªHamburgo es la sede del Tribunal Internacional del Derecho del Mar¡ª, nos hall¨¢bamos a la sombra de un ¨¢rbol de olor fragante con una botella de Riesling y un generoso plato de quesos alemanes.
Niklas era un hombre de 73 a?os, barbudo y de rostro vulnerable, reconocible por las fotograf¨ªas de su ni?ez. Ten¨ªa un aire acad¨¦mico, amable, apacible pero a la vez acerado, con su propio temperamento y su propia agenda. Solo ten¨ªa tres a?os cuando Malaparte visit¨® el castillo de Wawel (Cracovia) en la primavera de 1942, de modo que no recordaba al italiano, aunque s¨ª sab¨ªa lo que este hab¨ªa escrito de su padre. Yo conoc¨ªa ese hecho gracias al libro que escribi¨® el propio Niklas en la d¨¦cada de 1980, y que fue el catalizador de nuestra reuni¨®n. Despu¨¦s de trabajar durante muchos a?os como periodista para la revista Stern, en 1987 public¨® Der Vater (el padre), un implacable y despiadado ataque a su propio padre, una obra que romp¨ªa el tab¨² que parec¨ªa obligar a los hijos de altos cargos nazis a honrar a sus padres (y a no hablar m¨¢s de la cuenta). Hab¨ªa una versi¨®n abreviada del libro publicada en ingl¨¦s con el t¨ªtulo de In the Shadow of the Reich (a la sombra del Reich).
Me cay¨® bien desde el principio; era un hombre generoso, con un gran sentido del humor y una lengua mordaz. Me habl¨® de su infancia en Cracovia y Varsovia, de la vida en el castillo de Wawel, de los retos que planteaba haber tenido un padre como Hans Frank. Cuando a comienzos de la d¨¦cada de 1990 viaj¨® a Varsovia como periodista para entrevistar a Lech Walesa, reci¨¦n elegido presidente de Polonia, los dos hombres se reunieron en el palacio Belvedere, en la misma sala donde Malaparte hab¨ªa visto tocar el piano a Hans Frank. ¡°Recuerdo que yo corr¨ªa alrededor de la mesa, mientras mi padre permanec¨ªa en el lado opuesto. Mi ¨²nico deseo era que me abrazara. Yo lloraba, porque ¨¦l no paraba de llamarme fremdi [extra?o], como si yo no fuera un miembro de la familia. ¡®T¨² no perteneces a esta familia¡¯, me dec¨ªa mi padre, y yo lloraba¡±. Imagino que deb¨ª de parecer desconcertado, ya que Niklas me ofreci¨® una explicaci¨®n.
¡°Solo m¨¢s tarde descubr¨ª que mi padre cre¨ªa que yo no era hijo suyo, sino de su mejor amigo, Karl Lasch, el gobernador de Galitzia; que durante un breve tiempo fue amante de mi madre¡±. Niklas se enter¨® de lo ocurrido con el tiempo gracias a las cartas y diarios de su madre. ¡°Era una aut¨¦ntica escritora¡±, me explic¨®, ¡°siempre anotando las conversaciones, incluso la que mantuvo con mi padre cuando Lasch muri¨® de un tiro¡±. (Tras ser acusado de corrupci¨®n, en la primavera de 1942, Lasch fue destituido de su puesto como gobernador de Galitzia, donde le reemplazar¨ªa Otto von W?chter, y luego fue ejecutado o bien se suicid¨®).
En realidad, las cartas de Brigitte Frank dejaban claro que Frank era el padre de Niklas. A?os despu¨¦s se confirm¨® la verdad cuando Niklas fue a ver a Helene Winter (de soltera Kraffczyk), que hab¨ªa sido la secretaria personal de Frank. ¡°Cuando me acercaba a su casa advert¨ª un lev¨ªsimo movimiento de la cortina. M¨¢s tarde le pregunt¨¦: ¡®Frau Winter, ?me parezco a Herr Lasch?¡±. Frau Winter palideci¨®. Era cierto; se hab¨ªa estado preguntando si ¨¦l se parecer¨ªa a Frank o a Lasch, y se hab¨ªa sentido aliviada al ver que el parecido era con Frank. ¡°Ella amaba a mi padre; estaba enamorada de ¨¦l¡±. Niklas hizo una pausa, y luego a?adi¨® con una franca rotundidad de la que yo hab¨ªa llegado a disfrutar: ¡°Fue su ¨²ltima querida; era una mujer muy guapa¡±.
Los sentimientos de Niklas hacia su padre y los miembros de su familia no se hab¨ªan atemperado con los a?os. Niklas me explic¨® que la hermana de Frank, Lily, vend¨ªa los contactos de la familia. ¡°Le gustaba ir al campo de concentraci¨®n de Plasz¨®w¡±, cerca de Cracovia, donde viv¨ªan. ¡°Cuando se demoli¨® el gueto de Cracovia, miles de jud¨ªos fueron a Auschwitz, y otros a Plasz¨®w. Nuestra t¨ªa Lily iba a verlos y les dec¨ªa: ¡®Soy la hermana del gobernador general; si tienes algo de valor que darme, puede que te salve la vida¡±.
Niklas dec¨ªa que Brigitte Frank hab¨ªa mantenido buenas relaciones con los jud¨ªos hasta 1933. Incluso despu¨¦s de que los nazis tomaran el control sigui¨® comerciando con ellos, comprando y vendiendo pieles y bisuter¨ªa de la clase que requer¨ªa su nuevo estatus. ¡°Durante los primeros meses despu¨¦s de que tomaran el poder ella sigui¨® tratando con los jud¨ªos¡±, lo cual contrariaba al padre de Niklas. ¡°No puedes hacer eso¡±, sol¨ªa decir este. ¡°Yo soy el ministro de Justicia y t¨² tratas con jud¨ªos; y voy a echarlos a todos¡±.
?Y c¨®mo era la relaci¨®n de Niklas con su padre? Solo recordaba un momento de afecto, que se produjo en el castillo de Wawel, en el cuarto de ba?o de su padre, junto a la ba?era, que estaba empotrada en el suelo. ¡°Yo estaba de pie a su lado; ¨¦l se estaba afeitando. De repente me puso un poco de espuma en la nariz¡±. Niklas lo explicaba con cierto tono melanc¨®lico. ¡°Fue el ¨²nico momento privado, ¨ªntimo, que recuerdo¡±.
M¨¢s tarde Niklas y yo fuimos a ver el castillo de Wawel, recorrimos las estancias privadas de Frank, las salas de estar, el cuarto de ba?o. Nos detuvimos ante el espejo mientras Niklas me mostraba c¨®mo su padre se hab¨ªa inclinado hacia ¨¦l, poni¨¦ndole un poquito de espuma de afeitar. ¡°Esto no ha cambiado¡±, me dijo Niklas, admirando la ba?era empotrada junto al dormitorio de su padre. Sobre la puerta, en el dintel del siglo XVI, le¨ªmos las palabras que hab¨ªa grabadas en la piedra: Tendit in ardua virtus, ¡°la virtud se esfuerza en lo dif¨ªcil¡±.
Extracto de Calle Este-Oeste, de Philippe Sands, traducido por J. Ramos Mena y publicado por la editorial Anagrama.
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