La ni?a que creci¨® entre muertos
La hija de unos exguerrilleros colombianos describe en su primer libro una infancia marcada por la violencia y las huidas
Asor ha vivido siempre en guerra. Escap¨® a los siete a?os de Colombia con sus padres, entonces guerrilleros del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional y el M-19, y con sus dos hermanas. Huy¨® a Costa Rica, vol¨® a Francia, aterriz¨® en Mozambique y se asent¨® en Espa?a como refugiada pol¨ªtica, diez a?os despu¨¦s. Pero la violencia no termin¨® con el exilio. Tras 36 a?os fuera de su pa¨ªs, narra ahora con los ojos de una ni?a rebelde la persecuci¨®n, los abusos, el racismo y el desarraigo que ha sufrido. Memorias de una ni?a viajera, su primera novela, es, dice, su aportaci¨®n a la paz de un pa¨ªs con m¨¢s de siete millones de desplazados y 340.000 refugiados tras m¨¢s de 50 a?os de conflicto armado: ¡°Fui una ni?a que vivi¨® varias guerras¡±.
Esta colombiana, que se hace llamar Asor, se considera parte de una generaci¨®n que ha callado. De chica, aprendi¨® a no pensar ni ver ni o¨ªr ni decir, para protegerse y proteger a las personas a su alrededor; a volverse invisible y no hablar abiertamente.?Sus padres participaron en agrupaciones que creyeron en la lucha armada para derrocar al Gobierno y cambiar la situaci¨®n del pa¨ªs. "Fueron inocentes por creer que pod¨ªan cambiar un Gobierno apoyado por Estados Unidos para erradicar el pensamiento de izquierda latinoamericana", declara la autora. A sus 40 a?os, Asor cree, en cambio, en el poder de cambio de la cultura, el arte y la educaci¨®n.
El libro, que se presenta este martes en el Teatro del Barrio, en Madrid, se empez¨® a publicar por entregas como novela electr¨®nica en 2007. Doce a?os despu¨¦s, la autora complet¨® el proyecto y el pasado diciembre imprimi¨® 500 copias de 406 p¨¢ginas cada una. El relato es parte de la trilog¨ªa? Memorias Queer y est¨¢ estructurado en breves an¨¦cdotas que se grabaron como im¨¢genes en la memoria de la escritora, que nunca las registr¨® en un diario porque no lo necesit¨®: ¡°?Que c¨®mo puedo acordarme de lo que pensaba cuando ten¨ªa cinco a?os? Pues porque he tenido un se?or con una metralleta delante de mi casa desde que tengo tres¡±.
Su historia la cuenta, asegura, ¡°porque todav¨ªa hay muchos ni?os refugiados, a quienes la violencia que est¨¢n viviendo les va a marcar de por vida¡±. Unicef calcula que hay 50 millones de ni?os que est¨¢n fuera de sus hogares debido a los conflictos, la pobreza o desastres naturales, y uno de cada cuatro vive en pa¨ªses afectados por situaciones de emergencia. ¡°Como yo viv¨ª eso, me acuerdo del miedo, de la inseguridad, de cuidar a mis hermanas con la ansiedad de que nos iba la vida en ello¡±, afirma. ¡°Me acuerdo de no tener dinero, de estar siempre huyendo sin saber ad¨®nde, de no saber qu¨¦ iba a pasar con mi vida y de si iba a poder descansar en alg¨²n momento¡±.
La autora ha elegido la mirada de una ni?a, su alter ego, para contar los hechos reales que marcaron su vida. Mar¨ªa sufre abusos de peque?a en su barrio de Bogot¨¢; en la casa de su abuela en la capital se acostumbra a la ausencia de sus padres ¡ªa veces detenidos, a veces torturados¡ª y no entiende por qu¨¦ matan a las personas que quiere. Tambi¨¦n baila salsa, escribe poemas, anda en bicicleta con sus hermanas y nada en el mar de Mozambique. Pero cuando su familia logra cierta tranquilidad econ¨®mica y social, la guerra desestabiliza el pa¨ªs africano y parten a Espa?a. En el colegio en Madrid, sufre acoso, la llaman marimacho y le dicen que se vuelva a su pa¨ªs; las peleas son diarias y ya no quiere vivir. En primera persona, Mar¨ªa narra una relato divertido pese a todo. ¡°Los colombianos tenemos much¨ªsimo humor negro porque si no, no sobrevives¡±, afirma.
Los a?os de violencia, clandestinidad y ansiedad los ha dulcificado para poder narrarlos. ¡°Hay much¨ªsimos m¨¢s muertos en mi vida de los que he contado en la novela¡±, aclara la colombiana. ¡°Ser¨ªa un relato tan duro, tan visceral, tan agresivo que no se puede soportar¡±, subraya y zanja: ¡°Yo tambi¨¦n tengo que sobrevivir a mi propia historia¡±.
Durante a?os, Asor acumul¨® la rabia del desarraigo, de la discriminaci¨®n, del rechazo, del no ser de aqu¨ª ni de all¨¢ y fantase¨® con volver a Colombia para recuperar lo que la guerra le hab¨ªa quitado. A los 12 a?os, empez¨® a tener ideas suicidas que le duraron hasta los 30, cuando por fin pudo gestionar su dolor y su memoria. ¡°La gente de mi generaci¨®n ha quedado incapacitada para tener una vida tranquila¡±, opina. Por eso, Asor quiere que se conozca la ¡°peque?a historia de violencia y supervivencia¡± de una ni?a adulta o una adulta ni?a que pudo escribir sus vivencias como hija de la guerra.
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