¡°Los libros son huellas en el coraz¨®n¡±
Varias mujeres comparten su experiencia lectora en una biblioteca p¨²blica del barrio de Vallecas
Paola dice que ¡°el libro te quita de Internet y de otros juegos¡±. Escucha con su compa?era Almudena (ambas, 10 a?os) lo que los adultos dicen sobre lo que ha hecho con sus vidas la pasi¨®n de leer. Dice Almudena: ¡°Me dejan una sensaci¨®n de huella en el coraz¨®n¡±. Ella ahora est¨¢ leyendo Criadas y se?oras (Kathryn Stockett), ¡°que trata de la igualdad de las personas¡±.
Est¨¢n en la Biblioteca Municipal Miguel Hern¨¢ndez, en Vallecas. ¡°Antes era un barrio, el puente estaba rodeado de chabolas¡±, dice el taxista. Sigue sonando el afilador. ¡°??Cuchillos, hachas!!¡±. Antonio Albarr¨¢n, benefactor cultural de Vallecas, cuenta, camino de la biblioteca, que en el seminario discut¨ªan en lat¨ªn y en griego. Aqu¨ª vamos a hablar de libros. Son lectores.
A Sacramento le alivian de la soledad, ¡°son la vida entera¡±. Empez¨® con El misterio de la cripta embrujada, de Eduardo Mendoza. ¡°Siempre tengo dos o tres abiertos¡±. Y no es evasi¨®n, ¡°es vivir en otros mundos¡±. Dice: ¡°Nunca es tarde para leer¡±. A Elisa la evaden. ¡°Saco ratos del trabajo y leo seg¨²n me lo manda el ¨¢nimo¡±. Tiene en la memoria Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena. Sacramento tercia con La monta?a m¨¢gica, de Thomas Mann. ¡°Duro, pero me fue atrapando. Leer te aleja de la ignorancia. Leer, leer es cultura. Es educaci¨®n, y la tienes que mamar en casa¡±.
Gonzalo se ha sumado al grupo. Carpintero, jubilado. Vienen Paola y Almudena con su maestra, Miriam. Vallecas peregrina hasta la biblioteca. Estructura de hierro, amarillo vivo. Alegr¨ªa de leer. Miriam: ¡°Los libros abren los ojos. Cuando los interiorizas ya sabes qu¨¦ te dan¡±.
A ella le lleg¨® al alma El tiempo entre costuras, de Mar¨ªa Due?as. ¡°A mi madre le gustaba coser, y ese libro mezcla amor y valores¡±. Gonzalo se hizo lector ¡°leyendo tebeos, y luego busqu¨¦ cosas que no hab¨ªa vivido¡±. En su estanter¨ªa destaca Ken Follet. ¡°Y de los espa?oles, Almudena Grandes. No viv¨ª la guerra, pero me gusta saber qu¨¦ pas¨®¡±.
Carmen Garc¨ªa-Risco, la directora: ¡°S¨ª, una biblioteca es como una playa de libros. No es solo lectura, es compa?¨ªa¡±. Sacramento va a ¡°asombrarse¡± a la Cuesta de Moyano. Julia, que trabaja aqu¨ª, cuenta la historia de una mujer mayor que ¡°tan solo silabeaba¡± y ahora es ¡°una gran lectora de novela hist¨®rica y de Cor¨ªn Tellado¡±.
Alguien nombra a Juana la Loca. Y Almudena exclama: ¡°?La hija de los Reyes Cat¨®licos!¡±. Julia recuerda: ¡°Me marc¨® El Jarama, de Ferlosio. Mis padres iban al r¨ªo los 18 de julio. Ese libro fue mi gu¨ªa para saber qu¨¦ pod¨ªan sentir¡±. Su lectura actual: Mujeres obreras, Tea Rooms (Luisa Carn¨¦s).
Carolina trabaja con los que leen en voz alta. ¡°Verlos leer te pone los pelos de punta¡±. Una biblioteca ¡°no es un dep¨®sito de libros, sino de vida¡±. Dice la ni?a Almudena: ¡°A mis padres les recomiendo, pero ellos no me compran¡±. Milagros, que ense?¨® ingl¨¦s en Catalu?a, exhibe Apegos feroces, de Vivian Gornick. Isabel lleva en la mano la ¨²ltima de Isaac Rosa y Carmela llega con un libro muy usado, Pedro P¨¢ramo, de Juan Rulfo.
La felicidad de leer se resume en los ojos que vimos.
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