Amas, luego sufres, seg¨²n Julian Barnes
El autor, estrella en el festival Kosmopolis, novela la relaci¨®n entre un joven y una mujer adulta casada en ¡®La ¨²nica historia'
El dolor es inseparable del amor. ¡°?Preferir¨ªas amar m¨¢s y sufrir o amar menos y sufrir? Creo que, en definitiva, esa es la ¨²nica cuesti¨®n¡±. As¨ª arranca Julian Barnes su ya 13? novela, La ¨²nica historia (Anagrama; Angle en catal¨¢n), donde, en la Inglaterra de los 60, ubica la historia del amor y desamor del joven Paul, de 19 a?os, con Susan Maclead, de 48, casada y con dos hijas, mayores incluso que su amante. Raudo va el renombrado autor de El loro de Flaubert y Arthur & George a desligar su trama de la de los iconos En brazos de la mujer madura, de Stephen Vizinczey, y El graduado, de Charles Webb, que en la pantalla interpretaran Anne Bancroft y Dustin Hoffman. ¡°La relaci¨®n sexual y emocional que reflejo es muy distinta; en el filme, la mujer mayor es sofisticada, conocedora de la vida; en mi libro, ambos est¨¢n en un plano de igualdad en su experiencia sobre el mundo, su inocencia es parecida¡±. Y a?ade, b¨ªblico, una tercera negaci¨®n: ¡°Tampoco es una versi¨®n de Colette donde una mujer madura ense?a el mundo al otro mientras retiene una l¨¢grima en los ojos¡±.
El m¨¢s franc¨¦s a¨²n de los escritores brit¨¢nicos ofrece en la relativamente breve novela (230 p¨¢ginas) una prosa quiz¨¢ cada vez menos cargada de met¨¢foras, pero con un elogiado control t¨¦cnico y riqueza de registros. Entre ellos, los casi imperceptibles saltos entre la primera, la segunda y la tercera personas. Opci¨®n inicial buscada, se muestra Barnes especialmente orgulloso del uso del t¨² en la parte central de la novela: ¡°No es usual; en la lengua inglesa, al menos; eso s¨®lo se lo vi al Jay McInerney de Luces de ne¨®n: es como si el autor te pusiera un brazo sobre el hombro y dijera: ¡®Mira, esto te pasa a ti ahora¡¯¡±, explica mostrando su dominio de la narratolog¨ªa.
Con esa estrategia, y una prosa enga?osamente sin afecto, Barnes construye un Paul poco interesado (o nada) en pol¨ªtica o religi¨®n, con el que a veces es dif¨ªcil empatizar por fr¨ªo. ¡°Es un chico de 19 a?os, emocionado con una relaci¨®n que no es una aventura de verano y a la que lanza 10 a?os de su existencia, mientras intenta que la vida de ella sea soportable; emocionalmente est¨¢ saqueado¡±. ?Y la frialdad? ¡°Ch¨¦jov dec¨ªa que cuanto m¨¢s quieras tocar la fibra al lector m¨¢s fr¨ªo debes ser; cuanto m¨¢s fuerza quieras dar a una tragedia menos le has de decir al lector¡±. Y en lo que parec¨ªa una clase de un taller de escritura, a?ade: ¡°T¨² dispones todo para que el lector tome una senda, pero se ha de sentir libre para ello; no quiero dirigirle; ser¨ªa f¨¢cil para mi poner un dedo en el platillo e inclinar la balanza¡±, dice quien reconoce que se siente quiz¨¢ m¨¢s cercano a su cronol¨®gicamente anterior compatriota Anita Brookner que a sus colegas del llamado British Dream Team (Amis, McEwan, Rushdie¡) y a los que sutilmente no cita bajo el pretexto de que ¡°con los a?os las diferencias entre nosotros son m¨¢s marcadas¡±. As¨ª, de la autora de H?tel du Lac o Un debut en la vida asegura que ¡°es un interesante ejemplo de transmisi¨®n de emoci¨®n con frialdad; es impecable al hablar del coraz¨®n y las emociones; compart¨ªamos el gusto por la literatura francesa, si bien ella era m¨¢s Balzac y yo, Flaubert¡±.
A pesar de su t¨ªtulo, junto al sufrir y al amor rezuma la novela el papel de la memoria, de la que, parece, no hay que fiarse nunca; as¨ª, se plantea si los recuerdos son m¨¢s ver¨ªdicos dependiendo si son felices o infelices. Ese duelo entre realidad y verdad es lo que, en el fondo, ha llevado a Barnes a participar en Kosmopolis, el festival literario bienal que organiza el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona (CCCB), que lo acogi¨® gustoso en el marco del programa que analiza los relatos que van a dominar y explicar el incipiente siglo XXI. ¡°La memoria es la identidad; al hacernos mayores la memoria se degrada y la que queda se hace m¨¢s maleable y eso me preocupa como escritor; y es peor con los recuerdos preferidos e importantes: cuanto m¨¢s hemos hablado de ellos menos confiables son en la medida de que los vamos modificando imperceptiblemente; la memoria, me temo, tiene que ver m¨¢s con la imaginaci¨®n que con la observaci¨®n¡±.
Luce Barnes en su solapa una bandera de Europa, ¡°una declaraci¨®n de intenciones¡±, admite: lo que ocurre con el Brexit es una aberraci¨®n; somos el pa¨ªs de Shakespeare, pero tambi¨¦n el de los Monty Python; un Estado no debe dar esperanzas, pero tampoco desesperanzas; el bienestar emocional de la gente es resultado tambi¨¦n de lo que hace el Estado. ?La funci¨®n del escritor, hoy? Describir con la mayor verdad posible¡ y con belleza, para tener el m¨¢ximo impacto¡±. Por cierto, ?¨¦l prefiere amar y, en consecuencia, sufrir, m¨¢s o menos? ¡°Es una pregunta trampa, no hay opci¨®n, en realidad: si al querer escoges, optas y ya no hablas de amor; con el amor no se puede ir con cuidado: hay que ir a por todas¡±.
Babelia
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