Mateo D¨ªez, el ni?o que quer¨ªa matar a Franco
El escritor y acad¨¦mico de la Lengua rememora su infancia en ¡®Gente que conoc¨ª en los sue?os¡¯
En la risa de Luis Mateo D¨ªez hay restos de la picard¨ªa que marc¨® su infancia. Era una persona extraviada, perdida, como sus personajes de novelista. Dice bajo la sombra de los ¨¢rboles del Retiro: ¡°Era un poco cabroncete. Hac¨ªa putadillas, contaba muchas mentiras, me gustaba hacer cosas en secreto, en comandita¡±. Hac¨ªa tropel¨ªas. ¡°Algunas casi arriesgadas, era un p¨¢jaro; no me gusta quien era cuando hablo de ¨¦l¡±. Le gustaba ¡°ir a robar liando a amigos a un almac¨¦n del pueblo [Villablino, en Le¨®n] donde el material pirot¨¦cnico¡±, cuenta. ¡°Esperaba afuera, los otros robaban y nos ¨ªbamos a explotar la p¨®lvora al bosque¡±.
Este Mateo que ahora habla desde los 77 a?os, con canas venerables, acad¨¦mico de la Lengua, cuenta: ¡°Era un ni?o fumador, mandaba a los compa?eros a comprar unos cigarros asquerosos; beb¨ªa an¨ªs, ya de peque?o pill¨¦ una mo?a terrible, me echaba an¨ªs en la cabeza y me peinaba con el licor¡ M¨¢s ejemplos: si a uno de mis hermanos le gustaba un cuento, se lo robaba y lo quemaba. Era un ni?o malo y en esa infancia era tambi¨¦n desgraciado¡±. En las manos tiene ahora su ¨²ltimo libro, Gente que conoc¨ª en los sue?os (N¨®rdica, con ilustraciones de Mo Guti¨¦rrez Serna), donde ¡°las monta?as no cierran sino que se abren a otros valles¡±, que era tambi¨¦n una obsesi¨®n so?ada de aquel chico, cuyas maldades estaban, tambi¨¦n, en ciertas intenciones.
¡°Lo que s¨ª ten¨ªa ese ni?o era una curiosidad que a veces no entiendo: era asesino, quer¨ªa matar a Franco. No por ning¨²n tipo de ideolog¨ªa: es que me hice una imaginaci¨®n turbia, por lo que pudiera haber percibido, y quer¨ªa matar a Franco¡±, confiesa. A medida que ha pasado el tiempo, dice el muy noble Mateo, incapaz de matar una mosca: ¡°He ido huyendo de mi infancia seg¨²n he ido reconociendo al ni?o que fui¡±. ?No ser¨¢ que en sus libros, incluido este de los sue?os que tuvo, ha tratado de pintar a aquel ni?o? ¡°Puede que s¨ª; era un ni?o que escrib¨ªa, que hac¨ªa novelitas, teatro, le¨ªa. Un ni?o especial. Pienso que ten¨ªa un ramalazo de imaginaci¨®n un poco precoz y precipitado¡±. No se vengaba ni contra el medio ni contra la familia, pero ten¨ªa un gran disgusto con el mundo. Arremet¨ªa, pues, contra la realidad.
Su hermano Ant¨®n le publicaba novelitas que grapaban y vend¨ªan. ¡°Estaba satisfecho porque era reconocido y querido por eso. La gloria literaria ya la tuve de ni?o. ?Ganaba mucho dinero! Aborrec¨ªa escribir sobre lo que pasaba, pero en el barrio me empezaron a utilizar por estas veleidades y porque quer¨ªa matar a Franco¡±.
Luego escribi¨® novelas, como La fuente de la edad o Camino de perdici¨®n, conoci¨® la amistad y el amor, y fue un hombre feliz, trabaj¨® en el Ayuntamiento de Madrid, es acad¨¦mico y lo quiere todo el mundo. Las ruindades quedaron para los libros. La amistad, por ejemplo, la cifra en Agust¨ªn Delgado, que muri¨®. ¡°Hombre de grandes sabidur¨ªas, de una tremenda discreci¨®n y una capacidad de an¨¢lisis extraordinaria. Un amigo iluminador. He tenido a dos personas en mi vida, Agust¨ªn y mi hermano Ant¨®n. En cuanto al amor, ah¨ª he tenido a la persona m¨¢s maravillosa del mundo. Agust¨ªn me sac¨® de Sartre y me meti¨® en Camus, me orient¨® hacia Vasili Grossman¡±.
¡ª?Ya se puede contar que usted se ba?aba desnudo, de muy adulto, en la playa asturiana de La Francia?
¡ªS¨ª, puedes. En la tradici¨®n familiar mi padre ten¨ªa propensiones de nudista. Ten¨ªa pocos prejuicios para eso y a m¨ª me contamin¨® mucho. No me importaba. A este ni?o perdulario, tontorr¨®n y malo no le importaba ir con la pilila al aire.
Por aquella playa destac¨® esa noche la elegancia desnuda de Luis Mateo D¨ªez, que ahora se va hacia su casa acompa?ado de la gente que conoci¨® en los sue?os.
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