Memorias del sonero Juan Perro
Santiago Auser¨®n publica el libro ¡®Semilla del son¡¯, una suerte de memorias sobre sus continuos viajes a Cuba y la influencia de sus ritmos en su obra
La primera vez que Santiago Auser¨®n (Zaragoza, 1954) viaj¨® a Cuba comenz¨® a atar cabos. Los decires de su abuela, los dichos de la literatura del siglo de oro, las musicalidades del habla de Canarias, incluso cierta gestualidad que se iba perdiendo en la joven Espa?a democr¨¢tica de principios de los ochenta¡ todo aquello sobrevol¨® su cabeza porque se preservaba en aquella isla caribe?a. Se dio cuenta tambi¨¦n de que, daba igual si en un hotel, un bar o en cualquier esquina, la m¨²sica estaba presente. Empez¨® a preguntarse de d¨®nde ven¨ªa aquella formaci¨®n y a eso le siguieron las conversaciones "con viejitos", que le hablaban "del son, de d¨®nde ven¨ªan las cosas, de qui¨¦n era el Benny [Mor¨¦]¡" . Y as¨ª, lo que en un principio supuso un "shock" para Auser¨®n, entonces Radio Futura, despu¨¦s y a¨²n hoy Juan Perro, se convirti¨® en ¡°una urgencia, una quemaz¨®n¡±.
Una obsesi¨®n que ha quedado retratada minuciosamente en Semilla del son. De c¨®mo germin¨® en suelo espa?ol la m¨²sica cubana?(Libros del Kultrum), una suerte de memorias sobre sus continuos viajes a la isla caribe?a en estas tres d¨¦cadas: de aquella primera tienda de anaqueles de Habana Vieja donde encontr¨® El que la hace la paga, de Rub¨¦n Blades; un disco del Grupo Chang¨¹¨ª de Guant¨¢namo o un "casetico" de Faustino Oramas, El Guayabero, a quien conocer¨ªa, de quien aprender¨ªa, poco despu¨¦s o las ense?anzas de Compay Segundo. Una relaci¨®n con la isla profunda, en definitiva, a tenor de lo escrito y lo que contaba Auser¨®n recientemente en el Hay Festival de Quer¨¦taro, en M¨¦xico, donde present¨® el libro. "En casi todos los pa¨ªses, un g¨¦nero folcl¨®rico se asienta, perdura por d¨¦cadas y se convierte en se?a de identidad del pa¨ªs. Con el son, en Cuba, adem¨¢s, hay una maquinaci¨®n descrita, una especie de conciencia compartida entre los m¨²sicos y los bailadores de que la invenci¨®n es necesaria para divertirse y de que la m¨²sica es importante para la vida cotidiana", detalla Auser¨®n.
El artista, que logr¨® absorber los ritmos pese a pertenecer a una generaci¨®n ¡°que no sab¨ªa moverse, gestualmente tarados no reniega, en cualquier caso, de su condici¨®n de rockero pese al embrujo del son y el homenaje que le brinda. "La m¨²sica de la infancia es lo que te marca para siempre, lo que define tu esencia. Lo que sucede es que no s¨¦ si sea a lo loco o no, todos mis aprendizajes musicales est¨¢n conectados por la voluntad de enriquecer mi herencia", detalla.
Auser¨®n desembarc¨® en Cuba buscando el rastro del influjo negro en la canci¨®n espa?ola para "compensar el desarraigo musical" propio de su generaci¨®n. "El fondo de laboratorio es la pr¨¢ctica del mestizaje. A veces, a pesar del racismo, del encono, de la enemistad, existe un conocimiento interno de comuni¨®n con el otro. Lo que es incomprensible es que despu¨¦s de la independencia de Cuba tard¨¢ramos tanto en darnos cuenta de que eso era una herencia espa?ola de la que ten¨ªamos que seguir aliment¨¢ndonos", profundiza quien est¨¢ convencido de que, ahora, los ritmos cubanos est¨¢n "por todas partes: est¨¢n en Ketama; en el jazz de Javier Colina o Chano Dom¨ªnguez; est¨¢ en Martirio, en los gallegos; en las escuelas de Jazz de Catalu?a o en las escuelas de vientos de Levante¡".
A trav¨¦s de la m¨²sica, en Semilla del son?Auser¨®n radiograf¨ªa las ¨²ltimas tres d¨¦cadas de Cuba. No obstante, el autor apenas sobrevuela la vertiente pol¨ªtica de la isla m¨¢s pol¨ªtica, que lleg¨® a desde?ar a artistas como Compay Segundo. "No es una intenci¨®n deliberada ni un prop¨®sito escapista, como si no me sintiera involucrado. ?Claro que lo estoy!", apunta, para profundizar: "El problema de Cuba, que es espec¨ªficamente cubano, se va a tener que resolver en un di¨¢logo entre generaciones. Ahora mismo hay un enfrentamiento, porque la generaci¨®n de los j¨®venes que han sido educados por la propia revoluci¨®n no quiere ser castrada y tienen toda la raz¨®n. Pero a la vez, digamos que tiene el compromiso de entender qu¨¦ imagen va a dar Cuba de hoy en adelante a partir de esa herencia. Se requiere un di¨¢logo intergeneracional, en el que el otro tiene que asumir de alg¨²n modo la perspectiva del contrario", a?ade.
Auser¨®n no obvia en su libro que durante toda su inmersi¨®n-quemaz¨®n en Cuba se presentaron otros con las mismas intenciones que ¨¦l, como un enviado de David Byrne o Ry Cooder y que, sin su minuciosidad ni profundidad, fueron reconocidos, caso de Cooder, internacionalmente. Auser¨®n rechaza cualquier frustraci¨®n al respecto: "Yo me he metido en esto para aprenderlo yo, no para hacerme el abanderado de ning¨²n movimiento, no quiero reclamar ninguna autor¨ªa". Tampoco le generan recelos los r¨¦ditos que sac¨® Cooder con Buena Vista Social Club: "Si yo me hubiera querido dedicar a hacer d¨®lares, no hubiera disuelto Radio Futura. Hubiera explotado todo su ¨¦xito en Am¨¦rica Latina. Yo lo que pretend¨ªa era empaparme, hacerme con ese comp¨¢s innato", explica, mientras respira hondo, con cierta satisfacci¨®n: "Hacen falta 30 a?os para naturalizar algo. Bueno, tiene que pasar medio siglo para que yo pueda tocar un blues con la misma naturalidad que uno del Delta. Medio siglo, por lo menos. Y para hacer un son con la misma naturalidad que un cubano, tienen que pasar por lo menos treinta a?os".
Babelia
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