Zubin Mehta, m¨¢s festivo que emotivo
El director indio pone en pie al Auditorio Nacional en su despedida de la Filarm¨®nica de Israel
ORQUESTA FILARM?NICA DE ISRAEL
Obras de P¨¢rtos, Haydn y Berlioz. David Radzynski, viol¨ªn. Emanuele Silvestri, violonchelo. Christopher Bouwman, oboe. Daniel Mazaki, fagot. Zubin Mehta, direcci¨®n. Iberm¨²sica. Temporada 2019/20. Auditorio Nacional, 19 de septiembre.
Zubin Mehta (Bombay, India, 83 a?os) siempre ha sido un maestro de relaciones orquestales intensas y duraderas. ¡°Yo soy una persona muy leal. Una vez entablo amistad, me aferr¨® a ella. Y lo mismo me sucede con las orquestas¡±, reconoce en sus memorias La partitura de mi vida (2006), que redact¨® en alem¨¢n con ayuda de la condesa Renate Matuschka, y que Rivera Editores public¨® en espa?ol al a?o siguiente con un cap¨ªtulo adicional centrado en su relaci¨®n con nuestro pa¨ªs.
Mehta fue durante 33 a?os director musical de la Orquesta del Maggio Musicale de Florencia. Con esta formaci¨®n dirigi¨®, por ejemplo, el popular concierto de Los tres tenores, en 1990, y visit¨® por ¨²ltima vez Espa?a hace ahora tres a?os. Lleva casi seis d¨¦cadas dirigiendo como invitado a la Filarm¨®nica de Viena, con cinco ediciones del Concierto de A?o Nuevo a sus espaldas. Precisamente, volver¨¢ con esta orquesta a Barcelona, Valencia y Madrid, en abril pr¨®ximo.
Pero quiz¨¢ la formaci¨®n m¨¢s cercana a los afectos del director hind¨² sea la Filarm¨®nica de Israel. En sus memorias se refiere a su relaci¨®n con ella como ¡°una historia de amor¡±. Anoche, tras medio siglo como asesor musical y 42 a?os como primer director titular de su historia, culmin¨® su gira internacional de despedida en el Auditorio Nacional de Madrid. Un evento con casi 15 minutos de ovaciones y dos propinas que terminaron con el p¨²blico en pie.
En la primera propina, Mehta acudi¨® a su austero Mozart, con una competente obertura de Las bodas de F¨ªgaro. Y remat¨® con la polca Bajo truenos y rel¨¢mpagos, de Johann Strauss hijo, donde desat¨® eso que denomina ¡°chapucer¨ªa organizada¡± vienesa con los m¨²sicos israel¨ªes. Y no fue una simple concesi¨®n al repertorio del popular concierto del primero de enero, sino un regreso a sus or¨ªgenes. A los a?os decisivos de su formaci¨®n que pas¨® en la capital austriaca y que han determinado su inconfundible ideal sonoro vien¨¦s en cada orquesta que ha dirigido.
El evento fue especial por otras razones. Este concierto sirvi¨®, adem¨¢s, como apertura de la primera de las dos temporadas de Iberm¨²sica para celebrar sus 50 a?os. Un imponente desfile de grandes orquestas, solistas y batutas, como homenaje a la labor de su fundador, Alfonso Aij¨®n, que sigue adelante a sus 88 a?os (ahora junto con Lloren? Caballero). El propio Mehta lo deja bien claro en sus memorias: ¡°Espa?a ser¨ªa culturalmente m¨¢s pobre sin el concepto idealista propuesto por Alfonso para presentar las mejores orquestas del mundo a sus abonados y al p¨²blico espa?ol en general¡±. Y tampoco puede obviarse la salud de Mehta, que hab¨ªa cancelado sus ¨²ltimas actuaciones en Espa?a. El director indio ha superado milagrosamente un c¨¢ncer en su ¨²nico ri?¨®n agravado por una met¨¢stasis pulmonar.
Mehta sali¨® al escenario apoyado en un bast¨®n y dirigi¨® sentado en una banqueta alta. Pero sus gestos, mucho m¨¢s limitados y comprimidos que anta?o, atesoraban el mismo rigor y seguridad. Pocos conjuntos los conocen tan bien como los integrantes de la Filarm¨®nica de Israel, tras tres generaciones de m¨²sicos tocando bajo su batuta. La relaci¨®n del maestro hind¨² con la orquesta de Tel Aviv se inici¨®, en 1961. Entonces Mehta sustituy¨® a Eugene Ormandy y comprob¨® que compart¨ªa un mismo ideal sonoro con la orquesta israel¨ª, formada por emigrantes jud¨ªos de Europa central, llegados antes y despu¨¦s del Holocausto. Al mismo tiempo, el bullicioso ambiente de Tel Aviv, le record¨® a su Bombay natal, por lo que, a pesar de no ser jud¨ªo, siempre se sinti¨® humana y musicalmente como en casa.
La segunda generaci¨®n de integrantes de la Filarm¨®nica de Israel vino, principalmente, de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica, aunque los m¨²sicos actuales son mayoritariamente naturales de Israel. La primera obra del programa fue un magn¨ªfico gui?o a la historia de la orquesta: el Concertino para cuerda, de ?d?n P¨¢rtos. Este compositor, formado por Zoltan Kodaly en Budapest, fue primer viola en la orquesta israel¨ª pr¨¢cticamente desde su fundaci¨®n. La obra, en origen un cuarteto redactado en 1932, fue adaptada para la secci¨®n de cuerda de la Filarm¨®nica de Israel siete a?os despu¨¦s. Ayer Mehta la abord¨® con seguridad y aplomo. Y la cuerda israel¨ª exhibi¨® su virtuosismo y empaque sonoro en esta obra influenciada por Bela Bart¨®k. Pero tambi¨¦n record¨® su tradici¨®n centroeuropea con su colocaci¨®n sobre el escenario, con los violines dispuestos antifonalmente a ambos lados del director y con los violonchelos y contrabajos a la izquierda del podio.
La Sinfon¨ªa concertante, de Haydn, que cerr¨® la primera parte, son¨® inocua y contemplativa. La obra es una rareza en el inmenso cat¨¢logo del compositor austr¨ªaco e incluye un cuarteto de solistas (oboe, fagot, viol¨ªn y violonchelo). Tuvo su origen en los famosos y pioneros conciertos londinenses del empresario y violinista Johann Peter Salomon donde se estren¨®, en 1792. Entre los solistas destac¨® el joven violinista David Radzynski, que protagoniz¨®, con algo de intenci¨®n teatral, esos gui?os oper¨ªsticos al principio y final del tercer movimiento en forma de recitativo instrumental.
Tanto en Haydn como en la Sinfon¨ªa fant¨¢stica, de Berlioz, que centr¨® la segunda parte del concierto, se sum¨® a la orquesta israel¨ª el excelente flautista ?lvaro Octavio, solista de la Orquesta Nacional de Espa?a, en calidad de invitado. Con su instrumento abord¨® los tresillos que introducen el primer movimiento de la obra. Y que conducen a su tema principal en los violines primeros, que procede de la canci¨®n Je vais don quitter pour jamais, donde un Berlioz adolescente escribe bajo la inspiraci¨®n de su primer amor: Estelle Dubeuf. La sinfon¨ªa remite a otro amor idealizado por el compositor, la actriz Harriet Smithson, e incluye un programa con todos los ingredientes sobrenaturales y autobiogr¨¢ficos de la novela rom¨¢ntica. De hecho, la protagonista se transforma en un tema, obsesivo y recurrente, que Berlioz extrae, en esta ocasi¨®n, del inicio de su cantata Herminie, donde retrata el amor no correspondido.
Sin duda, Mehta incluy¨® esta obra de Berlioz en Madrid para celebrar el sesquicentenario de la muerte del compositor, aunque la obra tambi¨¦n tenga un cierto cariz celebrativo en su propia biograf¨ªa. No solo le sirvi¨® para conseguir su primera titularidad en Montreal, con 25 a?os, sino que la ha dirigido en encuentros extraordinarios entre dos orquestas. Caso de la Expo de 1967, en que junt¨® a sus formaciones de entonces, la Sinf¨®nica de Montreal y la Filarm¨®nica de Los ?ngeles, o tambi¨¦n, en 1985, cuando uni¨® a la Orquesta Filarm¨®nica de Israel y la Filarm¨®nica de Nueva York en Tel Aviv.
El director indio alude a que en el estreno, de 1830, se utiliz¨® una orquesta de 130 m¨²sicos, una cifra seguramente exagerada. En cualquier caso, Mehta dirige un conjunto bien nutrido y equilibrado, de sonido poderoso y sensual. Pero su versi¨®n va decayendo en inter¨¦s con el paso de los minutos. El movimiento inicial, Ensue?os y pasiones, funciona con fluidez, a pesar de evitar la repetici¨®n de la exposici¨®n. Y lo mejor llega, a continuaci¨®n, en Un baile, donde Mehta encuentra el tono a¨¦reo del comienzo y tambi¨¦n la flexibilidad enunciativa del vals. Pero en la Escena campestre, a pesar de los excelentes solos de la madera, prim¨® el rigor frente a la fantas¨ªa. El mismo trazo grueso sobresali¨® en La marcha al suplicio, con algunos borrones del metal, pero donde hubo m¨¢s intensidad que tensi¨®n. Y en el Sue?o de una noche de aquelarre, Mehta consigui¨® plasmar las texturas sobrenaturales berliozanas, aunque sin verdadera carga de profundidad, por muy bomb¨¢stico que sonase el final de la obra.
En este concierto de Mehta, al que no falt¨® su amiga la Reina Sof¨ªa, el resultado fue m¨¢s festivo que emotivo, a diferencia del d¨ªa anterior en Barcelona con Mahler. Pero el director sigue haciendo m¨²sica. Y esa es, sin duda, la mejor noticia.
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