Ahmed Saadawi: ¡°En las guerras, la felicidad puede m¨¢s que la realidad¡±
El escritor iraqu¨ª presenta en Espa?a ¡®Frankenstein en Bagdad¡¯, novela desarrollada en la capital iraqu¨ª en el verano de 2005 y considerada una de las mejores obras en ¨¢rabe de la ¨²ltima d¨¦cada
El escritor Ahmed Saadawi pertenece a ese grupo de iraqu¨ªes que pens¨® que la invasi¨®n de EE UU del pa¨ªs, en 2003, pod¨ªa ser el r¨¢pido inicio de una ¨¦poca dorada. Pero la realidad no siempre se compadece de los imaginarios desesperados, y a aquella acci¨®n siguieron ocho a?os de guerra, centenares de miles de muertos y unos gobernantes ¡°corruptos, que no trajeron ni bienestar, ni paz¡±, defend¨ªa el autor este s¨¢bado?en una conversaci¨®n en Segovia, adonde acudi¨® para presentar en el Hay Festival la edici¨®n espa?ola de Frankenstein en Bagdad?(Libros del Asteroide). Publicada hace cinco a?os, y considerada una de las mejores novelas ¨¢rabes de la ¨²ltima d¨¦cada, el escritor narra en ella ¡°la destrucci¨®n total de las relaciones humanas¡± que conlleva toda contienda b¨¦lica y confronta con crudeza e inteligencia uno de los grandes dilemas iraqu¨ªes, el de si la violencia es un medio para poner fin a la violencia.
En el discurso de Saadawi?(Bagdad, de 46 a?os), la pregunta por la identidad personal se mezcla con la dura realidad de un pa¨ªs que ha vivido guerra. "Ser iraqu¨ª es hoy destrucci¨®n, ruptura", asegura acudiendo a un lenguaje conceptual, muy filos¨®fico, como el que utiliza en su poes¨ªa, otra de las disciplinas que practica, junto a la pintura, el periodismo o la escritura de guiones. "Significa vivir en un lugar amenazado, con los v¨ªnculos personales destrozados", a?ade. "Donde adem¨¢s hay una coexistencia de tres poderes imp¨²dicos: el clan, el grupo armado y la polic¨ªa estatal", defiende.
De sus palabras se desprende que la situaci¨®n en el pa¨ªs poco ha variado desde el verano de 2005, tiempo en el que se ambienta la narraci¨®n. Irak derrot¨® al autodenominado Estado Isl¨¢mico en 2017 y desde entonces vive una relativa paz, que Saadawi considera "muy delicada". "Si se produce un verdadero conflicto armado entre EE UU e Ir¨¢n, ocurrir¨¢ en suelo iraqu¨ª", apunta mientras en su expresi¨®n, hasta entonces vivaz, se dibuja una mueca de desgarro. Confiesa que el pensamiento de un nuevo conflicto le aviva el duro recuerdo de "coches que explotaban tras la nuca" y "muchedumbres que se arremolinaban en plena calle, al amanecer, junto a un nuevo cad¨¢ver que les hab¨ªa dejado la noche".
"Lo peor de la guerra era la brutalidad", rememora. Tan cruel fue que a¨²n perdura el dolor, que Saadawi palia a trav¨¦s de la escritura, un "analg¨¦sico" contra las experiencias de entonces y las de hoy. El Frankenstein que protagoniza la novela, con sus dudas sobre si se debe vengar con sangre la muerte de compatriotas inocentes, demuestra que el conflicto moral contin¨²a en la sociedad. Como tambi¨¦n la viveza del recuerdo brutal: el aparente monstruo sobrevive injert¨¢ndose partes de cad¨¢veres, y muere si deja de vengar a los inocentes ca¨ªdos. "La violencia nunca es salv¨ªfica, pero cuanto m¨¢s impera, mayor es la necesidad de resarcimiento: esa es la espiral de toda guerra", sostiene.
En Irak, apunta el autor, ese bucle se retroalimenta con otro: el fuerte arraigo en la sociedad del "pensamiento m¨¢gico", t¨¦rmino con el que Saadawi se refiere a las "opiniones fant¨¢sticas que nada tienen que ver con la realidad", pero que en su pa¨ªs, considera, "tienen valor de l¨®gica". Saadawi cita como ejemplo de esta situaci¨®n el "convencimiento ciego" con el que,?durante los fuertes estallidos de violencia,?algunos creyentes chi¨ªes aseguran haberse encontrado con el Mahdi, una especie de mes¨ªas que seg¨²n el islam libera del mal.
Por esa raz¨®n, la sociedad iraqu¨ª es una "presa ideal" para "embaucadores de todo pelaje", un tipo de individuos, muy presentes en el relato, que desde los gobiernos, los servicios secretos, los medios de comunicaci¨®n o las empresas "convencen de algo a los dem¨¢s por un inter¨¦s personal". Son tipos, defiende Saadawi, que a menudo logran f¨¢cilmente trepar hasta las grandes esferas de poder. "En Irak existe una ¨¦lite profundamente sofista", resume.
En un escenario tal, los lenitivos que prescribe son el humor ¡ªinagotable en las historias que cuenta Hadi, el creador del Frankenstein bagdad¨ª, a su concurrido p¨²blico en el caf¨¦ del barrio¡ª y unas cuantas verdades felices que tal vez la guerra contribuye a ensombrecer. Como esos momentos en los que entre ataques suicidas y estampidas humanas que acaban en masacre ¡ªcomo la del puente Al Aima, que dej¨® casi 1.000 muertos¡ª los personajes salen del letargo b¨¦lico y recuperan el sentido del olfato, del tacto, las percepciones, la lucidez...?La felicidad? "Sin duda", declara Saadawi convencido. ?Pero es posible ese sentimiento en la guerra, donde pr¨¢cticamente todo es aniquilaci¨®n? "S¨ª, tambi¨¦n es posible. Ah¨ª, dir¨ªa que incluso puede m¨¢s que la propia realidad".
Una sociedad que pide salvadores
La "b¨²squeda de redenci¨®n" de una parte "muy mayoritaria" de la sociedad iraqu¨ª, consecuencia de largas d¨¦cadas sufriendo diferentes guerras, es otro de los hilos conductores del relato. Un anhelo que "casi siempre" se transforma en la demanda de un nuevo mes¨ªas, sea pol¨ªtico, militar o religioso. "Irak es una sociedad patriarcal. Mi pa¨ªs cree que necesita salvadores", asegura Saadawi. En este sentido, Frankenstein es un personaje equ¨ªvoco en el relato, explica el autor, ya que "evoca diferentes im¨¢genes de c¨®mo deber¨ªa ser ese salvador".
As¨ª, el personaje se rodea de correligionarios que ven en ¨¦l un l¨ªder con intenciones dispares. Para algunos representa una violencia necesaria para inaugurar un nuevo orden moral. Otros ven en ¨¦l, sin embargo, al "verdadero ciudadano iraqu¨ª", mezcla de m¨²ltiples or¨ªgenes ¨¦tnicos y confesiones religiosas. Saadawi deja al lector la elecci¨®n, pero da incentivos para una posible lectura cr¨ªtica: "Tal vez el futuro pase por que dejemos de creernos que necesitamos salvadores".
Babelia
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