La parricida m¨¢s famosa en un pa¨ªs de manicomio
Almudena Grandes publica ¡®La madre de Frankenstein¡¯, que retrata la reclusi¨®n de Aurora Rodr¨ªguez Carballeira y la desesperanza de los cincuenta en Espa?a
En los cincuenta hubo un silencio de cementerio. En La madre de Frankenstein (Tusquets), la nueva entrega de la saga que Almudena Grandes dedica a los peores a?os del siglo XX espa?ol y que se publica el pr¨®ximo martes 4, est¨¢ esa opresi¨®n. Hab¨ªa terror a ser descubierto aunque no hubiera gran cosa que descubrir. Puede que el miedo no mate como el hambre, pero fabrica mejores zombies. Por la novela deambulan unos cuantos como el psiquiatra encerrado en un mutis permanente conocido como Mudito. Silencio y desesperanza. Una alianza, a juicio de la escritora, tan corrosiva como la miseria. ¡°En los cuarenta hab¨ªa m¨¢s hambre y menos empleo, pero hab¨ªa esperanza de que Franco no se eternizara. En los cincuenta sigui¨® la pobreza y lleg¨® la desolaci¨®n absoluta, ya se sab¨ªa que Franco iba a continuar en el poder y se hab¨ªa aniquilado la resistencia interior¡±, reflexiona mientras recorre algunos escenarios de la obra en Ciempozuelos, a 35 kil¨®metros al sur de Madrid.
Como en todos los libros de los Episodios de una Guerra Interminable, que arranc¨® hace 10 a?os con In¨¦s y la alegr¨ªa, le dio el Premio Nacional de Narrativa en 2018 (Los pacientes del doctor Garc¨ªa) y ha vendido 1,1 millones de ejemplares en espa?ol, Grandes dise?a una coreograf¨ªa entre personajes reales y ficticios pautada con rigor hist¨®rico. Todas sus licencias quedan advertidas al final en una nota de varias p¨¢ginas, donde expone cu¨¢les son sus fuentes y cu¨¢les sus invenciones. Aqu¨ª, la estrella real es una parricida, acaso la m¨¢s famosa de la historia de Espa?a: Aurora Rodr¨ªguez Carballeira (Ferrol, 1879-Ciempozuelos, 1956), una mujer sobrada de inteligencia, dinero y paranoia, que acabar¨ªa tiroteando a su hija, Hildegart Rodr¨ªguez Carballeira (Madrid, 1914-1933), para evitar que se le fuera de las manos.
Si Aurora era superdotada, Hildegart fue un prodigio que entr¨® en la universidad con 13 a?os, se licenci¨® en Derecho y Filosof¨ªa y Letras, era pol¨ªglota y escribi¨® libros sobre sexualidad y pol¨ªtica desde la adolescencia. Militante socialista y, m¨¢s tarde, republicana, particip¨® junto a su madre en la Liga Mundial por la Reforma Sexual. Parec¨ªa destinada a convertirse en una poderosa l¨ªder pol¨ªtica. La mat¨® la misma mujer que la hab¨ªa pulido y guiado para convertirla en ¡°el modelo de mujer del futuro¡±. Por el crimen, seguido con toda la expectaci¨®n medi¨¢tica que se pod¨ªa obtener en los treinta, Aurora Rodr¨ªguez Carballeira ingres¨® primero en la c¨¢rcel de mujeres de Ventas y, desde 1935, en el manicomio femenino de Ciempozuelos.
A diferencia de otros creadores fascinados con la tragedia de la v¨ªctima (Fern¨¢n G¨®mez le dedic¨® la pel¨ªcula Mi hija Hildegart y Fernando Arrabal, la obra de teatro La virgen roja), a Grandes le cautiva la madre. ¡°Es una especie de modelo de todas las virtudes y potencias del sue?o de la mujer republicana pervertido por una enfermedad mental. Hasta que mata a su hija es el modelo de lo que podr¨ªa haber sido la mujer espa?ola, hecha a s¨ª misma, extremadamente culta e inteligente, una intelectual brillante que no reh¨²ye la esfera p¨²blica. La paranoia lo trastoca y destruye todo¡±, sostiene. ¡°Yo comprendo que hay que odiarla, que es f¨¢cil que a la gente le parezca odiosa pero a m¨ª me parece m¨¢s fascinante que odiosa¡±, admite.
De la mano de la parricida que crea mu?ecos de trapo con genitales y vellos p¨²bicos, Grandes se adentra en la psiquiatr¨ªa espa?ola, donde pugnaban dos pesos pesados, el coronel Antonio Vallejo N¨¢jera y el miembro del Opus Dei Juan Jos¨¦ L¨®pez Ibor, dispuesto a curar la homosexualidad con lobotom¨ªas. ¡°Vallejo N¨¢jera era un psiquiatra eugenesista que durante la guerra escribi¨® tres libros sobre la posibilidad de mejorar la raza hisp¨¢nica mediante la eugenesia. La diferencia con la eugenesia nazi es que ¨¦l era un cat¨®lico ferviente y no era partidario de las esterilizaciones. Sin embargo estableci¨® que el marxismo era un gen asociado con la debilidad mental, que hab¨ªa que extirpar para que Espa?a volviese a ser una naci¨®n fuerte¡±, se?ala en uno de los corredores del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos, el complejo dedicado a enfermedades mentales m¨¢s grande de Espa?a, donde se apost¨® por la laborterapia desde antes de la guerra. Casi nada evoca hoy a los a?os cincuenta, cuando Germ¨¢n Vel¨¢zquez, el psiquiatra de ficci¨®n que regresa de la aburrida y democr¨¢tica Suiza a la Espa?a franquista, descubre que una dictadura es tambi¨¦n un lugar donde las decisiones ¡ªunas y sus contrarias¡ªse toman sin explicar nada. Vel¨¢zquez llega a Ciempozuelos para dirigir un ensayo cl¨ªnico sobre la clorpromazina, el primer narcol¨¦ptico que mitig¨® los efectos de la esquizofrenia, ¡°la cuarta revoluci¨®n psiqui¨¢trica¡±, recuerda Grandes. Se convierte en el m¨¦dico de Aurora Rodr¨ªguez Carballeira y, junto a una ficticia auxiliar de enfermer¨ªa llamada Mar¨ªa Castej¨®n, en uno de los pocos profesionales que busca el bienestar de la paranoica Aurora.
Del ¡®Stanbrook¡¯ a Bethune
Ellos conforman el tri¨¢ngulo que sustenta una novela de 560 p¨¢ginas, salpicadas por varios homenajes de Almudena Grandes: Gald¨®s, como siempre, pero tambi¨¦n Archibald Dickson, el capit¨¢n del Stanbrook que zarp¨® sobrecargado de Alicante el 28 de marzo de 1939 para salvar tantos republicanos como fuese posible, o Norman Bethune, el m¨¦dico canadiense que se convirti¨® en el principal testigo de cargo de la masacre de civiles que hu¨ªan de M¨¢laga a Almer¨ªa el 8 de febrero de 1937 mientras eran atacados por tierra, mar y aire por las tropas franquistas y sus aliados. Y hay un gui?o a un psiquiatra que estaba en las ant¨ªpodas de L¨®pez Ibor y Vallejo N¨¢jera: el andaluz Carlos Castilla del Pino, que inspira en parte el personaje de Germ¨¢n y que representa ¡°una puerta al horror de una ¨¦poca y tambi¨¦n a la dignidad de algunos sitios¡±.
De la mano de las memorias y conversaciones con Castilla del Pino, la escritora descubri¨® c¨®mo se ejerc¨ªa la psiquiatr¨ªa en la dictadura, la injerencia de la iglesia y los peque?os focos de resistencia como el sanatorio del Doctor Esquerdo, ¡°donde se pod¨ªan refugiar homosexuales para esquivar la c¨¢rcel por el hecho de ser homosexuales¡±. La vida privada que no era privada. La de las mujeres menos que ninguna. ¡°Pagaron un peaje extra porque la dictadura franquista afianz¨® el exceso patriarcal propio de la cultura espa?ola. Espa?a fue un pa¨ªs oficialmente machista. Por una parte, las mujeres eran imb¨¦ciles legales, no ten¨ªan capacidad jur¨ªdica para disponer de su propia vida, y adem¨¢s, vieron su vida coartada. Su propio cuerpo era un problema. Las mujeres no ten¨ªan capacidad de decisi¨®n sobre su destino m¨¢s all¨¢ del color sobre el que se hac¨ªan los trajes¡±.
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