?ric Rohmer, el muerto viviente
El legado del director franc¨¦s cobra nuevas formas en el cine contempor¨¢neo, pese al discreto centenario de su nacimiento
Si no fuera por la gravedad de las circunstancias, costar¨ªa entender la discreci¨®n que ha marcado el centenario de ?ric Rohmer, nacido en marzo de 1920 y fallecido hace una d¨¦cada. En un mundo paralelo, esta alineaci¨®n de n¨²meros redondos podr¨ªa haber sido una buena ocasi¨®n para indagar en la huella dejada por el director franc¨¦s en el cine contempor¨¢neo, a priori poco impregnado de sus intereses formales y tem¨¢ticos, m¨¢s all¨¢ de la atracci¨®n atemporal por la volatilidad de los afectos y por la mala punter¨ªa del sentimiento en los tri¨¢ngulos rohmerianos como desgastado motivo argumental.
El nombre de Rohmer es reivindicado por hordas de cineastas partidarios de un registro pausado y naturalista, aunque pocos reflejen, tal vez por una cuesti¨®n generacional, el mismo conflicto entre la carne y el esp¨ªritu que transmit¨ªan sus cuentos morales, siempre te?idos de educaci¨®n cat¨®lica, ni la superaci¨®n asc¨¦tica de la violencia que desprend¨ªan las marcianas obras hist¨®ricas de su ¨²ltimo periodo. En muchos casos, esa esforzada filiaci¨®n se limita a una vaga conexi¨®n est¨¦tica, en la que algunos estudiosos han visto dosis homeop¨¢ticas del pensamiento de Stanley Cavell, fil¨®sofo de la cotidianidad, o de Georg Luk¨¢cs, te¨®rico del eterno duelo entre vida emp¨ªrica y vida real, siendo la primera un p¨¢lido reflejo de la segunda, un ideal anhelado pero imposible.
Por otra parte, un vistazo apresurado al cine franc¨¦s actual puede hacer dudar de la vigencia de ese legado, en vista del triunfo de la comedia biempensante y de los subproductos protagonizados por hijos bastardos de Louis de Fun¨¨s, principales exportaciones de la primera potencia f¨ªlmica europea, que han alterado la imagen de marca de su cine en el extranjero. Con todo, la sombra de Rohmer sigue siendo alargada en la obra de cineastas como Christophe Honor¨¦, Mia Hansen-L?ve y otro nombres menos conocidos fuera de Francia, como Mikha?l Hers, Nicolas Pariser o Guillaume Brac, que ha rodado sus ¨²ltimos filmes en Cergy, una de esas villes nouvelles levantadas en los setenta para descongestionar el centro de Par¨ªs, sobre las que Rohmer grab¨® una serie documental en los setenta y donde luego rod¨® Las noches de la luna llena (1984) y El amigo de mi amiga (1987), ambas disponibles en Filmin, que propone una excelente selecci¨®n de 15 de sus t¨ªtulos.
Igual que su comendador, todos ellos se interesan por estructuras microsociales, como la pareja, la familia o los grupos de amigos. La diferencia es que, mientras Rohmer sol¨ªa rechazar las entidades abstractas en aras de un cine sin aspavientos y rodado a altura humana, sus ep¨ªgonos no logran prescindir de la historia pol¨ªtica y de sus efectos en la subjetividad. Hansen-L?ve, que en otro tiempo pareci¨® tan ahist¨®rica como Rohmer, vincula en su ¨²ltima pel¨ªcula, Maya, la incertidumbre interior con la geopol¨ªtica. La pen¨²ltima, El porvenir, conten¨ªa una lectura cr¨ªtica con el nuevo orden social y sentimental hacia el que nos empuja el neoliberalismo. En la reciente Amanda, Hers opone el diletantismo de su generaci¨®n a la s¨²bita madurez que supuso enfrentarse a los ataques terroristas de 2015 en Par¨ªs, en los que muchas de las v¨ªctimas beb¨ªan demis de cerveza en terrazas de barrios bohemios. En Los consejos de Alice, estrenada en enero, Pariser habla de una joven fil¨®sofa enfrentada a la realpolitik municipal. El t¨ªtulo original, Alice et le maire, es rohmeriano a m¨¢s no poder, igual que sus protagonistas: Fabrice Luchini, que rod¨® cinco veces con el director, y Ana?s Demoustier, que parece llevar su nombre escrito en la frente. Es una ruptura bienvenida en un pa¨ªs donde, muchas veces, Rohmer no es m¨¢s que un superficial referente est¨¦tico. Por ejemplo, la cantante Clio, exponente de esa nueva y l¨¢nguida vari¨¦t¨¦ que no le hace ascos al ukelele, le dedic¨® una canci¨®n en 2016. ¡°?ric Rohmer ha muerto y yo quer¨ªa saber m¨¢s / de esos enamorados en los trenes de banlieue¡±, dec¨ªan sus versos, escritos por alguien que, sin lugar a dudas, nunca ha tomado la l¨ªnea D del tren suburbano en hora punta.
Fuera de Francia, Rohmer es un ¨ªdolo para quienes desear¨ªan que su cine fuese elogiado con aquel trillado di¨¢logo que Arthur Penn meti¨® con calzador en La noche se mueve: ¡°Es como ver crecer la hierba¡±. Hong Sang-soo y Richard Linklater lo han citado como referente hasta la saciedad, igual que nombres que tal vez hayan hecho menos m¨¦ritos, como Noah Baumbach ¡ªsi ignoramos que llam¨® Rohmer a su primog¨¦nito¡ª o Ira Sachs en Frankie, reci¨¦n estrenada en Movistar?+ sin pasar por los cines. Aunque tambi¨¦n en eso fue Rohmer un pionero: altern¨® la gran pantalla y la peque?a sin atender a jerarqu¨ªas que el tiempo, y los virus, han dejado inservibles.
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