Kit de supervivencia cultural para el encierro (d¨ªa 39)
¡®Babelia¡¯ recomienda los mejores libros, discos, pel¨ªculas, series, c¨®mics y videojuegos para disfrutar en casa
Babelia propone un libro, un disco, una pel¨ªcula, una serie, un c¨®mic y un videojuego cada d¨ªa, mientras dure el confinamiento en los hogares y la par¨¢lisis del sector del ocio, para poder disfrutar de la cultura desde casa.
UN LIBRO: Casetas de ba?o, de Monique Lange
¡°Ordena su cuarto como si ¨¦l fuese a venir. Disciplina su desorden, que tanto le molesta. El padre de su hija, su primer marido, soportaba mal ¨C¨¦l tambi¨¦n¨C este desorden. Cuando prepara una tortilla, la cocina queda invadida. Si lee un libro en la cama, se lleva otros cinco que podr¨ªa desear leer. Pero en esta habitaci¨®n, con vistas a un mar ausente, va a intentar poner orden. En su vida. En sus armarios y en su cabeza¡±. La que ordena es una mujer ¡°a¨²n joven¡± que se instala, fuera de temporada, en el H?tel des Arcades de Roscoff, un pueblo de la costa bretona. ¡°?l¡± es su segundo marido, un espa?ol que poco antes le ha confesado sus encuentros sexuales con ¨¢rabes del barrio parisino en el que viven ambos, el Sentier.
La mujer a¨²n joven dedica sus d¨ªas de reclusi¨®n en Breta?a a pasear y pensar en su pasado, en su hija adolescente, en los ¡°espejismos¡± de mayo del 68, en su espa?ol, en todo lo que se le escapa. Piensa en escribir, pero recuerda la opini¨®n del amigo que ley¨® otro de sus intentos: ¡°Una pasi¨®n tan grande¡ y un libro tan peque?o. Adem¨¢s, est¨¢ muy mal escrito¡±. Un ¡°hombre mayor¡± le presta su caseta de ba?o. Ya tiene t¨ªtulo para el nuevo. La escritora francesa Monique Lange (1926-1996), bi¨®grafa de Edith Piaf y Jean Cocteau y guionista para Roberto Rossellini y Joseph Losey, public¨® en 1982 Casetas de ba?o, la novela en la que narra en tercera persona los avatares de su relaci¨®n con Juan Goytisolo. Quien haya le¨ªdo las memorias del autor de Se?as de identidad completar¨¢ con estas p¨¢ginas la historia de amor entre ambos. Quien no, se encontrar¨¢ con un relato parco pero intenso -adjetivos, los justos- que tiene mucho de l¨²cido camino de perfecci¨®n. ?ric Rohmer le habr¨ªa sacado una buena pel¨ªcula. Javier Rodr¨ªguez Marcos
Casetas de ba?o. Monique Lange. Traducci¨®n de Antonio Albors y Dominique Bernis. El Taller del Libro, 2014. Disponible en Todos tus libros, Amazon y Fnac.
UN DISCO: Dusty in Memphis, de Dusty Springfield
Si despu¨¦s de semanas de confinamiento, alguien busca motivos para no perder la cabeza, Dusty Springfield puede ayudarle. La cantante brit¨¢nica es una de las voces m¨¢s dulces del pop cl¨¢sico, una garganta prodigiosa que acaricia en cada frase que canta o susurra, una delicia de la naturaleza capaz de templar todos los malos ¨¢nimos. M¨¢s a¨²n, si se escucha su obra cumbre: Dusty in Memphis. De toda su discograf¨ªa, conviene destacar este ¨¢lbum tambi¨¦n por todo lo que tiene de simb¨®lico. Un disco que estuvo a punto de no salir despu¨¦s de las desavenencias con el equipo de trabajo de Atlantic Records, la gran discogr¨¢fica independiente estadounidense, la misma en la que hab¨ªa grabado Aretha Franklin para su legendario salto al soul. Pero al final el ¨¢lbum sali¨® por empecinamiento de Springfield, que se fue hasta Nueva York y all¨ª lo remat¨® a su manera.
Dusty in Memphis es la confirmaci¨®n de una vocalista suprema, que desde su condici¨®n de brit¨¢nica y cantante blanca se mete en la piel de la m¨²sica afroamericana sin perder cr¨¦dito. Al contrario: formula un nuevo territorio, donde conviven con pasi¨®n pop y soul, un g¨¦nero no escrito y que ella destapa como un abanico de posibilidades elegantes. Un terreno art¨ªstico que solo la afroamericana Dionne Warwick transit¨® con la misma calidad que ella. Como su propio nombre indica, el ¨¢lbum es una incursi¨®n en el sonido plet¨®rico del soul de Memphis, cargado de vientos, pero, en este sentido, desde la perspectiva de una voz del pop cl¨¢sico, que raya el country de bar en su profundo sentido de la balada. Anidan los estilos con soltura y un exquisito refinamiento en composiciones que llevan la firma de Burt Bacharach, Carole King, Gerry Goffin o Randy Newman, compositores colosos del pop en su edad dorada. Con la publicaci¨®n de este disco en 1969, Dusty Springfield se coloc¨® a la altura de los grandes del soul, como Aretha Franklin, Wilson Pickett, Dionne Warwick u Otis Redding. Rompi¨® moldes y estereotipos formulando un ¨¢lbum tan especial que todav¨ªa perdura como una joya, aunque sea menos famosa que la de otras estrellas del g¨¦nero. Fernando Navarro
Dusty in Memphis. Dusty Springfield. Atlantic/Mercury, 1969. El disco est¨¢ disponible en Spotify y otras plataformas.
UNA PEL?CULA: Carretera perdida, de David Lynch
Pocos autores han entendido tan bien el cine como David Lynch. El estadounidense ha profundizado y explorado todas sus herramientas, posibilidades, escrutado en sus recovecos y exprimido sus formatos. Y tras el viaje, vuelve con pel¨ªculas tan alucinantes como alucin¨®genas, llevando al espectador a estados y emociones que otros cineastas no lograr¨¢n ni atisbar. Resumir?Carretera perdida (1997) es intentar enjaular sensaciones en un plano narrativo. A grandes rasgos, un saxofonista asesina a su esposa tras recibir el matrimonio unos v¨ªdeos grabados en su casa. El m¨²sico acaba en la c¨¢rcel, y se convierte en otro, un mec¨¢nico que vivir¨¢ una aventura con la amante de un g¨¢ngster, una mujer que es la versi¨®n rubia de su esposa asesinada. ?Qu¨¦ es realidad? ?Qu¨¦ es met¨¢fora? ?Qu¨¦ es sue?o? ?En qu¨¦ momento Lynch retuerce la narraci¨®n y la convierte en una proyecci¨®n de sus miedos? ?Para qu¨¦ coartar el cine en g¨¦neros? ?La primera parte es realidad y la segunda una evasi¨®n mental del hombre en prisi¨®n? ?Es todo una invenci¨®n del saxofonista para huir de la realidad que le asfixia?
Lynch siembra de dudas y pistas el metraje. Por ejemplo, al inicio Fred, el saxofonista, escucha a trav¨¦s del portero autom¨¢tico unas palabras (¡°Dick Laurent est¨¢ muerto¡±, algo que el director oy¨® de verdad) que m¨¢s tarde descubriremos que las ha pronunciado ¨¦l mismo, y que disparan la trama de celos, sexo y traiciones.?Carretera perdida, que toma su t¨ªtulo de una frase de la novela?Night People, de Barry Gifford, amigo y habitual colaborador del cineasta, mezcla mujeres, coches, m¨²sica y noche como en los mejores t¨ªtulos de Lynch. Bill Pullman, Patricia Arquette, la m¨²sica de Angelo Badalamenti, la melancol¨ªa como enso?aci¨®n, Robert Loggia, la canci¨®n de David Bowie, los paseos de Mulholland Drive (que dar¨¢n pie a la pel¨ªcula posterior de Lynch)¡ Una gozada inmersiva. Gregorio Belinch¨®n
Carretera perdida. David Lynch. 1997. La pel¨ªcula est¨¢ disponible en Filmin.
UNA SERIE: A Very English Scandal
A finales de los a?os setenta, el caso Thorpe alimentaba los tabloides brit¨¢nicos y la prensa de medio mundo. El que fuera uno de los pol¨ªticos m¨¢s destacados del momento y l¨ªder del Partido Liberal entre 1967 y 1976 estaba siendo juzgado por conspirar para el asesinato del exmodelo Norman Scott, con quien se supon¨ªa que hab¨ªa mantenido una relaci¨®n en tiempos anteriores a que la homosexualidad fuera despenalizada en Reino Unido. A Very English Scandal narra el desarrollo de ese esc¨¢ndalo en una de las miniseries m¨¢s entretenidas y bien ejecutadas de 2019.
Hugh Grant luce sonrisa socarrona y flema brit¨¢nica interpretando a Thorpe, el primer pol¨ªtico brit¨¢nico procesado por intento de homicidio. Ben Whishaw (que no se queda atr¨¢s en nivelazo interpretativo) da vida a su amante Scott. Cuando la relaci¨®n entre los dos se acaba y la presencia de Scott se convierte en un peligro para la carrera de Thorpe, este planea su asesinato. La serie narra con un ritmo de thriller los veinte a?os en los que se desarrolla una historia que podr¨ªa tener todos los ingredientes para un dram¨®n ¡ªamor prohibido, promesas incumplidas, abandono, desprecio, conspiraci¨®n de asesinato¡¡ª pero que, en manos del guionista Russell T. Davies (Years and Years) y del director Stephen Frears (The Queen), se transforma en una inteligente s¨¢tira que combina drama y comedia con mucho acierto. Quien no conozca el caso, es recomendable acercarse a la serie sin indagar en la Wikipedia para dejarse sorprender por hechos que parecen ficci¨®n y el retrato de una sociedad que parece lejana pero solo est¨¢ a la vuelta de la esquina. Natalia Marcos
A Very English Scandal. Russell T. Davies. BBC. 2018. Los tres episodios de una hora cada uno se pueden ver en Amazon Prime Video.
UN C?MIC: El Murci¨¦lago sale por birras, de ?lvaro Ortiz
Lo del Hombre murci¨¦lago tiene su aqu¨¦l. Estamos acostumbrados a verlo como un personaje circunspecto, tenebroso y g¨®tico a la par, demostrando que toda la concepci¨®n moderna de Batman nace desde la mente de Frank Miller y sus decisivas contribuciones en los ochenta, The Dark Knight y A?o uno (con un empujoncito de Alan Moore y Brian Bolland por La broma asesina); pero durante d¨¦cadas las aventuras del encapuchado millonario Bruce Wayne fueron un delirio lis¨¦rgico que puede sin duda contarse entre los referentes de la psicodelia y del pop art. Los guiones de Bill Finger, Edmond Hamilton o Gardner Fox, obligados por el crudo control del autoimpuesto Comics Code, evitaban cualquier trama noir al uso que caracterizaba los inicios del personaje para moverse confortablemente por las tem¨¢ticas m¨¢s alucinadas: Batman pod¨ªa tanto encarnarse en un extraterrestre o en una sirena como lidiar con las dificultades de elegir el traje adecuado de una extensa panoplia multicolor. Todo siempre interpretado por dos genios como Sheldon Moldoff o Dick Sprang, que convert¨ªan las rocambolescas aventuras en un festival gr¨¢fico. Normal que Warhol se fijara en el personaje para hacer una pel¨ªcula o que la serie de televisi¨®n de los 60 se convirtiese en un referente creativo.
Pero ah¨ª est¨¢ el se?or de la noche, sobreviviendo a todo sin inmutarse, asumiendo su papel como buenamente pod¨ªa. En estos d¨ªas de confinamiento, el dibujante ?lvaro Ortiz est¨¢ desarrollando en redes sociales (Instagram, Facebook y Twitter) una personal¨ªsima y divertid¨ªsima versi¨®n del Hombre Murci¨¦lago, parodiando ¨Centendemos¨C la versi¨®n hispana que en los 40 hizo nuestro Julio Ribera, Robin y el Murci¨¦lago. La vida diaria del superh¨¦roe puede ser agotadora cuando lo ¨²nico que quiere el pobre es tomarse una cervecita en una ciudad donde todo el mundo se queda en casa, hasta los delincuentes, y todas las tiendas est¨¢n cerradas. No es f¨¢cil. ?Pero es divertido! ?lvaro Pons
El Murci¨¦lago sale por birras. ?lvaro Ortiz. 2020. El c¨®mic puede leerse en la cuenta de Twitter del dibujante.
UN VIDEOJUEGO: Gris
Est¨¢ claro que el videojuego es un arte al que le cuesta entrar en seg¨²n qu¨¦ c¨¢nones. Quiz¨¢ sea por su juventud. Quiz¨¢ por los estigmas que arrastra la industria. Pero lo cierto es que, como arte, el videojuego est¨¢ diciendo muchas cosas y est¨¢ avanzando en muchos campos, digamos, profundos. Por ejemplo, en el debate de fondo y forma: hay muchos juegos que maridad de forma ejemplar la ¨¦tica y la est¨¦tica. Y Gris, del estudio barcelon¨¦s N¨®mada, es un buen ejemplo de ello. Lanzado al mercado (fue un ¨¦xito de p¨²blico y cr¨ªtica) en 2018, Gris mezcla como nadie su propuesta est¨¦tica con su intenci¨®n narrativa: las acuarelas del ilustrador Conrad Roset que dan su identidad visual a esta aventura no son solo el envoltorio, son tambi¨¦n la esencia misma de un juego que, encima, se atreve a hablar de temas como la depresi¨®n, la soledad, la angustia del mundo que nos rodea. Un juego que demostr¨®, adem¨¢s, que desde Espa?a tambi¨¦n se puede conquistar el mundo digital. Jorge Morla
Gris. N¨®mada. 2018. El juego est¨¢ disponible para Nintendo Switch, PlayStation 4, iOS y Steam.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.