H¨¦l¨¨ne Carr¨¨re d¡¯Encausse: ¡°Aqu¨ª no practicamos lo pol¨ªticamente correcto¡±
La jefa de la Academia francesa y madre del ¨²ltimo Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras, Emmanuel Carr¨¨re, se declara detractora del lenguaje inclusivo o las cuotas de g¨¦nero
El despacho de H¨¦l¨¨ne Carr¨¨re d¡¯Encausse (Par¨ªs, 91 a?os) es peque?o y humilde, al menos en comparaci¨®n con la pompa y solemnidad del edificio, el majestuoso Instituto de Francia con su augusta c¨²pula bajo la que se sientan las cabezas pensantes de Francia. El t¨ªtulo que ostenta la ocupante del despacho tambi¨¦n es majestuoso, y gramaticalmente sorprendente: el secretario perpetuo de la Academia francesa. Perpetuo: que dura para siempre. Y no la secretaria perpetua, sino el secretario perpetuo, aunque ella haya sido la primera mujer en ocupar el cargo de mayor relumbr¨®n y quiz¨¢ influencia en las letras francesas.
Carr¨¨re d¡¯Encausse lo aclara sin rodeos ante el entrevistador. Primero, el porqu¨¦ del adjetivo: el secretario de la Academia, fundada por el cardenal Richelieu en 1635, es perpetuo, dice, porque ¡°hasta su muerte debe ejercer la funci¨®n¡±. Segundo, el porqu¨¦ de la palabra que se usa para designar a los 40 miembros del c¨®nclave: en Francia un miembro de la Academia no es un acad¨¦mico; es un inmortal. No es poco. ¡°?Los inmortales no somos nosotros!¡±, precisa Carr¨¨re d¡¯Encausse. ¡°?Es la lengua francesa!¡±. Y recuerda la divisa de la Academia, acu?ada por Richelieu: ¡°A la inmortalidad¡±.
¡°Yo soy historiadora, he sido parlamentaria europea, entr¨¦ en la Academia francesa, y nunca pens¨¦ que fuese por ser mujer¡±, afirma
Aclarado el significado de palabras imponentes como perpetuo e inmortal, queda la manera que Carr¨¨re d¡¯Encausse, historiadora de referencia de Rusia y el Imperio Sovi¨¦tico, se define a s¨ª misma. Aunque ella sea mujer, es, e insiste en ser, el secretario perpetuo (g¨¦nero gramatical masculino) y no la secretaria perpetua (femenino). ?Por qu¨¦?
Madame le secr¨¦taire perp¨¦tuel ¨Dla se?ora secretario perpetuo, la f¨®rmula adecuada para dirigirse a ella¨D sostiene que hay que distinguir entre el oficio y la funci¨®n (o cargo). El oficio es inseparable de las cualidades de una persona, de su aprendizaje y evoluci¨®n vital, seg¨²n Carr¨¨re d¡¯Encausse y la doctrina de la Academia. Por eso no tiene problema para decir la panadera o la historiadora. Las cosas son distintas con la funci¨®n. Seg¨²n Carr¨¨re d¡¯Encausse, esta reviste un car¨¢cter impersonal y quien la ocupa lo hace de forma temporal e independiente del sexo. Por eso el g¨¦nero de la funci¨®n, al contrario que la profesi¨®n, puede ser invariable. En algunos casos, seg¨²n Carr¨¨re d¡¯Encausse, por motivos de uso.
Pone el ejemplo de se?ora embajadora, que hist¨®ricamente designaba a la esposa del embajador. De ello se deduce, en su opini¨®n, que conviene decir embajador aunque el embajador sea una embajadora. Pero ella tambi¨¦n lo aplica a Madame le maire y no Madame la maire: es decir, la se?ora alcalde en vez de la se?ora alcaldesa. Y cita a dos conocidas se?oras alcaldes o alcaldesas en Francia, ambas socialistas, que se presentan de modo distinto: Martine Aubry, de Lille, es Madame le maire; Anne Hidalgo, de Par¨ªs, Madame la maire. Es el uso, dice el secretario perpetuo, lo que acabar¨¢ imponiendo en todo caso una de las dos designaciones, y la Academia lo registrar¨¢. De momento, ella es el secretario perpetuo.
Carr¨¨re d¡¯Encausse es inmortal desde que en 1990 fue elegida para el sill¨®n 14 que en siglos pasados ocuparon Pierre Corneille y Victor Hugo, y dirige con mano de hierro la Academia desde el a?o 2000. ¡°La zarina¡±, la llaman algunos. Desde su residencia a orillas del Sena en el quai Conti, sede de la Academia, vac¨ªa durante los meses de confinamiento por la pandemia, ha mantenido firme el tim¨®n y ha aprobado decisiones cuestionadas por otros acad¨¦micos, como la de llamar la covid a la enfermedad provocada por el coronavirus, en vez de el covid. No ha tenido que lamentar muertes de inmortales por la pandemia, aunque s¨ª por otras causas, y ahora, con cinco sillas vacantes, vienen meses de forcejeos para elegir a los sucesores.
Los a?os no pasan para ella: a su edad, replica con agilidad y humor a las preguntas, reparte dardos a diestra y siniestra, sube y baja las escaleras del edificio a ritmo vivaz. Ejerce con plena dedicaci¨®n de guardiana de las esencias de la lengua en una instituci¨®n arcaica y a menudo objeto de burlas de quienes no est¨¢n en ella, pero en la que los literatos sue?an con ingresar. Y lo hace en un momento de cambios acelerados que sacuden sus fundamentos.
¡°Aqu¨ª no practicamos lo pol¨ªticamente correcto¡±, dice Carr¨¨re d¡¯Encausse. Ni hablar de cuotas o paridad en la Academia: de los 35 miembros actuales, cinco son mujeres. ¡°Mire¡±, expone Carr¨¨re d¡¯Encausse, ¡°yo soy historiadora, he sido parlamentaria europea, entr¨¦ en la Academia francesa, y nunca pens¨¦ que fuese por ser mujer¡±.
En la Academia se entra por cooptaci¨®n y el criterio no es el g¨¦nero ni la raza ni la edad, dice: los inmortales m¨¢s j¨®venes sobrepasan los 60 a?os. El criterio, afirma la jefa, es ante todo el m¨¦rito: ¡°Hay que haber escrito, tener una obra en buen franc¨¦s¡±. Segundo criterio, no menos importante: ser amable, llevarse bien con los inmortales. ¡°Hay que ser de buena compa?¨ªa¡±, declara, ¡°y por una simple raz¨®n: cuando uno es elegido para entrar en la Academia, es para toda la vida¡±.
Ni hablar de cuotas, pues, ni tampoco de escritura inclusiva, que en franc¨¦s toma la forma del llamado punto mediano, que se usa para a?adir un sufijo femenino a un nombre masculino para que una sola palabra designe a ambos g¨¦neros. El Ayuntamiento de Par¨ªs, por ejemplo, escribe ¡°parisen?ne?s¡± (algo as¨ª como parisino?a?s). El punto mediano se ha convertido en motivo de pelea ling¨¹¨ªstica y pol¨ªtica: el Ministerio de Educaci¨®n aconseja prohibirlo en clase. Carr¨¨re d¡¯Encausse tiene claro en qu¨¦ bando se ubica ella y la Academia: ¡°?Esto, no!¡±, zanja cuando se le pregunta por su posici¨®n. ¡°Es una deformaci¨®n de la lengua¡±.
Carr¨¨re d¡¯Encausse siente por el idioma franc¨¦s el amor profundo de quienes crecieron con otra lengua y lo adoptaron como segundo idioma. Su padre era georgiano; su madre, rusa. En casa hablaban ruso. Su nombre de nacimiento es H¨¦l¨¨ne Zourabichvili; Carr¨¨re d¡¯Encausse es el apellido de su marido. ¡°Hasta los cuatro a?os ¨Ces ella quien lo cuenta¨C no habla franc¨¦s¡±, escribi¨® el hijo de H¨¦l¨¨ne Carr¨¨re d¡¯Encausse en el libro Una novela rusa, publicado en 2007. El hijo es el c¨¦lebre escritor Emmanuel Carr¨¨re, recientemente premiado con el Princesa de Asturias de las Letras.
En Una novela rusa, el hijo revelaba secretos familiares que incomodaron a la madre, y as¨ª se entiende que esta diga en la entrevista que prefiere que su hijo abandone, como ha indicado que har¨¢, el g¨¦nero de autoficci¨®n, la narraci¨®n autobiogr¨¢fica y confesional. Emmanuel Carr¨¨re es un autor conocido, precisamente, por desnudarse en sus novelas, y a veces desnudar a su familia. En una entrevista con EL PA?S, en febrero, Carr¨¨re hijo coment¨® que en esto ¨¦l era totalmente distinto de Carr¨¨re madre, poco proclive a las expansiones imp¨²dicas o sentimentales. El escritor cit¨® la expresi¨®n inglesa never explain, never complain ¨Cni dar explicaciones ni quejarse¨C para ilustrar la actitud de su madre.
¡°Pues es verdad¡±, admite Carr¨¨re d¡¯Encausse cuando se le pregunta si est¨¢ de acuerdo. Y a?ade: ¡°Pero no es cosa de mi hijo, es su generaci¨®n¡±.
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