¡®La Ver¨®nica¡¯, s¨®rdido retrato de una ¡®influencer¡¯

Escrita y dirigida por el chileno Leonardo Medel, La Ver¨®nica es el s¨®rdido retrato de una influencer, una inquietante reflexi¨®n sobre la adicci¨®n a la fama y las redes sociales. La apuesta se sostiene gracias a la enorme pegada de su actriz protagonista, Mariana Di Gir¨®lamo, que logra sacar adelante una decisi¨®n formal tan ingeniosa como a veces cansina en su bucle: toda la pel¨ªcula se construye con medio centenar de planos medios fijos de la int¨¦rprete que acent¨²an la patolog¨ªa de su narcisismo. Entre mon¨®logo y mon¨®logo, como un largo v¨ªdeo de YouTube, el perfil de La Vero muta de bella en bestia, un temible monstruo contempor¨¢neo que esta pel¨ªcula acaba desenmascarando.

El resto de personajes, el marido futbolista, la bi¨®grafa, el fiscal, las amigas y criadas, la madre humilde, se apoderan de un fuera de campo que amplifica el vac¨ªo de una mujer atrapada en el espejo. La Ver¨®nica le debe casi todo al enorme magnetismo y carisma de la int¨¦rprete chilena, cuyo talento explot¨® en la magn¨ªfica y brutal Ema, de Pablo Larra¨ªn, y que aqu¨ª es capaz de moverse por nuevos recovecos emocionales. De alguna manera, Di Gir¨®lamo explora a trav¨¦s de este nuevo personaje a otra mujer poderosa, aunque en este caso se trate de una fuerza hueca.

El personaje es la esposa de un futbolista famoso que de regreso a su pa¨ªs, Chile, persigue los dos millones de seguidores en Instagram que le proporcionar¨¢n un jugoso contrato de belleza. Una meta que la obliga a vivir en una ficci¨®n permanente. El espectador se mueve entre esa mentira y la verdad que ella oculta. En la composici¨®n de ese cuadro, su otra vida, la real, se colar¨¢ en el plano. A trav¨¦s del encuentro con la madre, de la que solo conoceremos su lamento y su humilde trenza, o de los insistentes llantos de su beb¨¦, extraeremos la incapacidad para amar a nadie que no sea ella misma. Despojada de su hermosa piel, solo quedar¨¢ su terror¨ªfica esencia. La Ver¨®nica presenta a un personaje tan odioso, tan alejado de cualquier rastro de humanidad, que al final la propia pel¨ªcula y su feroz reflexi¨®n parecen encadenadas a ese mismo vac¨ªo.