?A qu¨¦ huele la nostalgia?
La digitalizaci¨®n y aparente p¨¦rdida de materialidad del mundo contempor¨¢neo y la experiencia del confinamiento propician una a?oranza de los objetos, hasta el punto de que se crean perfumes que supuestamente evocan a libros viejos
No es posible comprobarlo excepto que uno la compre, pero Old Books, la fragancia creada por la perfumista brit¨¢nica Azzi Glasser, huele, supuestamente, a libros viejos, as¨ª como al recuerdo de ¡°tomar uno en el desv¨¢n de la abuela y ver c¨®mo se deshace¡±; su fabricante lo describe como un ¡°aroma de car¨¢cter y estilo creativos, inteligentes y ¨²nicos¡± sin que quede claro qu¨¦ ser¨ªa un aroma ¡°inteligente¡± o por qu¨¦ el olor a polvo podr¨ªa parecernos ¡°creativo¡±. Glasser hab¨ªa creado perfumes para Jude Law, Kylie Minogue y Johnny Depp, algunos hoteles y un restaurante en Dub¨¢i, antes de dedicarse a asuntos s¨®lo en apariencia m¨¢s serios: en la actualidad, Bella Freud, la firma de la que es socia junto a la hija del pintor Lucian Freud, comercializa perfumes suyos con nombres como Psychoanalysis, Je t¡¯Aime Jane [Birkin] y Ginsberg is God; este ¨²ltimo, un homenaje al autor del poema Aullido con ¡°notas de incienso, ajenjo y cuero¡±.
¡°La letan¨ªa de cosas a las que se asemeja el olor a libro sugiere una civilidad pac¨ªfica. Muebles de madera bien cepillados. Marcap¨¢ginas de cuero. Latas de tabaco reci¨¦n abiertas. [¡] T¨¦. Flores prensadas. La calefacci¨®n del radiador encendida. Velas y cerillas gastadas. Polvo intacto, con su sugerencia de perfecta quietud y de feliz dilataci¨®n de las horas de lectura¡±, sostiene Jude Stewart. En su libro m¨¢s reciente, Revelations in Air (Penguin, 2021), la estadounidense dedica un cap¨ªtulo a explicar por qu¨¦ nos atrae el olor de los libros viejos, pero su conclusi¨®n puede parecer decepcionante: los libros viejos, dice, huelen a la ¡°lenta descomposici¨®n qu¨ªmica¡± de sus elementos, en particular la de un pol¨ªmero vegetal llamado lignina. ¡°En los ¨¢rboles, la lignina une las fibras de celulosa y da a la madera una robustez adicional, lo que parecer¨ªa una cualidad deseable para la encuadernaci¨®n¡±. Pero la lignina es tambi¨¦n ¡°propensa a la descomposici¨®n salvaje y destructiva. Cuando se oxida, se descompone en ¨¢cidos que corroen la celulosa del papel, vuelven las p¨¢ginas amarillas y desprenden compuestos org¨¢nicos vol¨¢tiles¡±.
¡°El olor de los libros se funde con el de las habitaciones y los lectores que las ocupan habitualmente [y] refleja el entorno en el que han residido durante mucho tiempo¡±, afirma la autora: nos cuenta ¡°si esas habitaciones son especialmente h¨²medas, est¨¢n llenas de humo, son luminosas o no est¨¢n climatizadas. Si son emblem¨¢ticas¡±, como las de una biblioteca o una sala de lectura hist¨®ricas, ese olor puede ser considerado una parte ¡°tangible¡± del ¡°patrimonio del lugar¡±. Desde la d¨¦cada de 1970, sin embargo, el olor de los libros comenz¨® a cambiar gracias a la introducci¨®n del papel sin ¨¢cido y a la utilizaci¨®n del hidr¨®xido de sodio o ¡°sosa c¨¢ustica¡±, el blanqueamiento del papel con per¨®xido de hidr¨®geno y la utilizaci¨®n de nuevas tintas y adhesivos; pese a ello, todav¨ªa, ¡°en cuanto se fabrica, un libro empieza a deshacerse¡±. Y esa degradaci¨®n es ¡°un proceso qu¨ªmico que podemos oler¡±, sostiene.
Naturalmente, Old Books no es la ¨²nica fragancia creada para los amantes de los libros viejos, quienes pueden recurrir tambi¨¦n a perfumes como Whispers in the Library (notas de pimienta, benju¨ª, vainilla y cedro), Powell¡¯s By Powell¡¯s (madera, violeta y ¡°biblichor¡± u olor a libro viejo), Paper Passion, In The Library (¡±encuadernaciones rusas y marroqu¨ªes en piel, telas desgastadas y un toque de madera pulida¡±, en palabras de su creador, el perfumista Christopher Brosius) o Dead Writers (t¨¦ negro, almizcle y tabaco, todos aromas que suelen ser considerados ¡°masculinos¡±, en una visi¨®n singularmente distorsionada de la contribuci¨®n de las mujeres a la literatura). Creada por la compa?¨ªa estadounidense Sweet Apothecary, Dead Writers incluye perfumes dedicados a Jack Kerouac (caf¨¦ y opio), Jane Austen y el poema de Edgar Allen Poe Lenore (incienso y rosas secas).
La aparente p¨¦rdida de materialidad del mundo contempor¨¢neo como resultado de la digitalizaci¨®n de productos y servicios, el comercio electr¨®nico y la experiencia del confinamiento est¨¢n propiciando una nostalgia de los objetos cuyo ejemplo m¨¢s reciente es La voz de las cosas (Carena, 2021), un libro de cr¨®nicas de autores latinoamericanos editado por Roberto Herrscher en el que una linterna, una caja de cart¨®n, una mascarilla quir¨²rgica, las armas que improvisan los presos de una c¨¢rcel o un chip hablan de sus due?os y de las circunstancias a menudo tr¨¢gicas que han vivido. La emergencia de los dispositivos electr¨®nicos y la prensa en l¨ªnea son las responsables de que tengamos la impresi¨®n de que hemos perdido algo y asociemos ese algo con el olor de los libros viejos; pero no es la descomposici¨®n de la materia impresa lo que parece atraernos, sino algo m¨¢s profundo y quiz¨¢s no del todo expresable: por una parte, el deseo de que los libros envejezcan con nosotros y nos acompa?en a lo largo de nuestra vida en lugar de adherir a la l¨®gica de la novedad y la obsolescencia programada que preside su producci¨®n actual; por otra parte, la nostalgia de la ¡°civilidad pac¨ªfica¡± de la que habla Stewart, una ¨¦poca nunca del todo realizada en la que no habr¨ªa habido urgencias sino una vasta extensi¨®n de tiempo despejada de preocupaciones que se extend¨ªa ante las personas y era llamada futuro.
El mundo contempor¨¢neo no ha perdido materialidad realmente, y la mayor parte de los objetos que compramos y los servicios que consumimos tienen una historia que puede ser narrada y a menudo es desgarradora; pero sentimos una a?oranza prematura de un mundo material de est¨ªmulos discretos y predecibles, y esa a?oranza parece residir en el olor de los libros viejos m¨¢s que en ning¨²n otro. Como sostiene el argentino Federico Kukso en Odorama, historia cultural del olor (Debate, 2019), ¡°aunque muchos quieran creer que son pasajeros, exiguos, perecederos, los olores y sus fuentes dejan huellas directas y mediadas¡± en la memoria personal y colectiva, son parte de ¡°narraciones que buscan darle sentido al mundo¡±, en especial en momentos en que ¨¦ste parece carecer de ¨¦l.
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