Uno de los episodios m¨¢s ins¨®litos de la Edad Media: la cruzada que se desvi¨® para tomar a sangre y fuego la mayor ciudad cristiana
El historiador Jonathan Phillips analiza la cuarta expedici¨®n a Tierra Santa, que pretend¨ªa liberar Jerusal¨¦n y por falta de fondos acab¨® saqueando Constantinopla
Si hay un episodio sorprendente en la Edad Media es el de la Cuarta Cruzada, una de las mayores chapuzas de la historia, digna, de no ser por sus terribles consecuencias, de los Monty Python. Embebida de fe y entusiasmo, la p¨ªa expedici¨®n, lanzada en 1200, ten¨ªa como destino Tierra Santa y como meta recuperar Jerusal¨¦n (conquistada en 1099 por la Primera Cruzada y luego perdida). Sin embargo, para sorpresa de todo el mundo, el caballeroso y piadoso contingente no acab¨® peleando con los musulmanes y arrebat¨¢ndoles los Santos Lugares, sino tomando y saqueando en 1204 la gran metr¨®polis de la cristiandad (aparte de Roma): Constantinopla. Qu¨¦ hizo que los fervorosos cruzados desviaran de tal forma su objetivo y la pifiaran tanto desde el punto de vista del mundo cristiano y para alivio de los sarracenos es lo que cuenta pormenorizadamente y de manera muy entretenida (explica por ejemplo que un ingrediente del famoso fuego griego, el napalm de la ¨¦poca, era la grasa de delf¨ªn) el historiador brit¨¢nico de 57 a?os Jonathan Phillips en La cuarta cruzada (?tico de los libros, 2022).
Philips, un reconocid¨ªsimo especialista en las cruzadas, a las que ha consagrado ¡ªintelectualmente¡ª su vida con el empe?o de un templario o de Bali¨¢n de Ibel¨ªn, recalca que no es que los cruzados se confundieran de sitio. ¡°No fue un error¡±, establece. ¡°La intenci¨®n era ir a Jerusal¨¦n y rescatarla, pero por una serie de razones acabaron en Constantinopla. Es cierto que no ten¨ªan por qu¨¦ ir all¨ª, ni ning¨²n inter¨¦s en hacerlo; de hecho, la ruta habitual y estrat¨¦gicamente l¨®gica para ir a Tierra Santa era en direcci¨®n contraria: desembarcar en Egipto y continuar por tierra. Pero los cruzados hab¨ªan firmado un contrato con Venecia, que les alquilaba los barcos necesarios para la empresa, y una vez reunido el ej¨¦rcito en la ciudad se encontraron con que no pod¨ªan pagar¡±.
As¨ª que el drama de la cuarta cruzada fue producto de la falta de liquidez. ¡°S¨ª, eso es. La predicaci¨®n de la cruzada fue un ¨¦xito y tomaron la cruz muchos nobles famosos, aunque en este caso ning¨²n monarca¡±. Entre los l¨ªderes, Bonifacio, marqu¨¦s de Monferrato, jefe nominal de la expedici¨®n; el conde Balduino de Flandes, el famoso Sim¨®n de Montfort (que luego liderar¨ªa la despiadada cruzada contra los c¨¢taros), o el euf¨®nico obispo (armado) Nivelon de Soissons. ¡°Pero a la hora de congregarse en Venecia para cruzar el mar faltaba gente para pagar, pues varios contingentes se marcharon por su cuenta, y los n¨²meros no sal¨ªan. No hab¨ªa forma de reunir el dinero del transporte comprometido. Para los venecianos no era ninguna broma, supon¨ªa su ruina: hab¨ªan concentrado toda su construcci¨®n de nav¨ªos para ese fin y que los cruzados no tuvieran fondos para pagarles los barcos y las tripulaciones era como si firmas un contrato en exclusividad para producir 150 aviones con una firma aeron¨¢utica y luego no te haces cargo del pedido. Conquistar Constantinopla fue la opci¨®n consensuada para lograr el dinero del pago y mantener la cruzada en movimiento, la idea era conseguir fondos y continuar hacia Tierra Santa¡±.
?Y por qu¨¦ no siguieron luego? ¡°Cuando capturaron Constantinopla no era una parada definitiva, a¨²n quer¨ªan ir a Jerusal¨¦n, pero las cosas no fueron como se hab¨ªa planeado. Los cruzados pensaban usar Constantinopla como trampol¨ªn hacia Tierra Santa; sin embargo, el plan se revel¨® irreal. Quedaron atrapados en la ciudad, no sab¨ªan que las cosas all¨ª ser¨ªan tan dif¨ªciles. Se vieron enredados en las luchas din¨¢sticas bizantinas y tuvieron que enfrentarse adem¨¢s a pueblos enemigos del imperio que trataron de explotar la situaci¨®n, como los b¨²lgaros¡±.
La cristiandad reaccion¨® con estupor e indignaci¨®n al ataque de los cruzados a Constantinopla, se?ala Philips, m¨¢s a¨²n porque, de paso, los caballeros de la cruz, para redondearles las cuentas a los venecianos, saquearon la ciudad de Zara, en la costa d¨¢lmata, que no solo era cristiana sino cat¨®lica, y bajo jurisdicci¨®n de un rey cruzado, Emerico de Hungr¨ªa. ¡°El papa, Inocencio III, les recrimin¨® la acci¨®n y que la cruzada se desviara y desvirtuara atacando a cristianos y asaltando Constantinopla¡±. ?Fue un episodio absurdo? El estudioso sonr¨ªe a medias con una mueca. ¡°Absurdo es una palabra interesante, pero que me cuesta usar con un suceso hist¨®rico. Boris Johnson es absurdo. La cuarta cruzada en Constantinopla es un episodio il¨®gico, curioso, extra?o y estrafalario si quiere; tambi¨¦n, m¨¢s all¨¢ de su moralidad, emocionante. Ciertamente¡ un ej¨¦rcito cruzado embargado de fe cristiana acaba tomando la ciudad m¨¢s grande en el mundo cristiano ?Qu¨¦ terrible paradoja! Hubo que taparse la nariz. El relato de la cuarta cruzada sin duda no encaja en la percepci¨®n general de los cruzados y la recuperaci¨®n de Jerusal¨¦n. Pero hay que entender los motivos. Est¨¢ lo del incumplimiento de contrato, un ej¨¦rcito cruzado costaba mucho¡¡±.
Y aqu¨ª entra adem¨¢s un personaje fundamental en la trama, el pr¨ªncipe Alejo ?ngelo, que de ¨¢ngel no ten¨ªa nada. ¡°Era un joven ambicioso e inmaduro, afeminado y est¨²pido seg¨²n algunas fuentes, que consideraba que ten¨ªa derecho al trono de Bizancio y aspiraba a ello¡±, apunta Philips. Era hijo del emperador Isaac II ?ngelo, depuesto (y cegado, como era tradici¨®n) por su hermano, Alejo III, a la saz¨®n en el poder; pero el chico no hab¨ªa nacido en la p¨²rpura (es decir no era legalmente heredero). Incorporado a la cruzada, el pr¨ªncipe brind¨® a los cruzados la excusa para atacar Constantinopla y resolver sus problemas financieros con los venecianos.
El ej¨¦rcito cruzado lleg¨® a Constantinopla en junio de 1203. Con casi 400.000 habitantes (Par¨ªs tendr¨ªa unos 60.000), palacios e iglesias majestuosos y unas murallas legendarias, les pareci¨® a los guerreros de la cruz un lugar de f¨¢bula. Sus habitantes se preocuparon con raz¨®n: los ej¨¦rcitos occidentales siempre eran un peligro y estos llevaban a un pretendiente al trono. Las tropas cruzadas, muy buenas militarmente hablando, una fuerza de combate dura y muy experta, recalca Phillips, realizaron un innovador y exitoso desembarco anfibio y, pese a la defensa de los locales, especialmente la guardia imperial varega, y algunos reveses, tomaron la ciudad. Ah¨ª estuvo el dogo de Venecia, Enrique Dandolo, d¨¢ndolo todo. El emperador huy¨® y su hermano ciego fue repuesto, y el hijo aspirante ascendi¨® tambi¨¦n al trono.
Pero la presencia de los cruzados en la ciudad, su desconsideraci¨®n con sus habitantes y sus ritos y las exigencias de fondos provocaron el descontento y una sublevaci¨®n. Alejo (IV) fue sustituido y asesinado, se atac¨® a los ocupantes cruzados y estos reaccionaron contra ¡°la felon¨ªa griega¡± saqueando a lo bestia la ciudad (abril de 1204) y con una masacre. Entre lo m¨¢s preciado que depredaron estaban las incre¨ªbles reliquias que guardaba la metr¨®poli, entre ellas un cintur¨®n de la Virgen y el dedo que el ap¨®stol Tom¨¢s hab¨ªa introducido en el costado de Cristo, que ya es objeto morboso.
Seguidamente, los cruzados eligieron un emperador de entre los suyos, Balduino de Flandes, lo que formalizaba la conquista y la hac¨ªa total: un conde flamenco se convert¨ªa en oriente en el dirigente de una de las entidades pol¨ªticas m¨¢s poderosas del mundo. As¨ª naci¨® el Imperio Latino (que durar¨ªa hasta 1261, cuando se repuso la l¨ªnea griega con Miguel VIII Pale¨®logo, 30 a?os antes de la ca¨ªda de Acre). En el ¨ªnterin, Balduino hab¨ªa tenido una muerte espantosa, incluso para los c¨¢nones de la Edad Media: capturado por los b¨²lgaros, le cortaron las piernas por las rodillas y los brazos por los codos y lo lanzaron a un barranco; su cr¨¢neo fue usado (despu¨¦s) como copa.
Los cruzados se justificaron por haber tumbado ¡°la cruz con la cruz¡±, como denunci¨® indignado un cronista bizantino, argumentando que la cosa deb¨ªa contar con el respaldo de Dios; si no, era imposible que algo as¨ª hubiera sucedido y que viva el pragmatismo. El discurso oficial, que contaba con una memoria de hostilidades entre cat¨®licos y ortodoxos, a?adi¨® que, bueno, los griegos no dejaban de ser en su cristianismo pel¨ªn paganos, aparte de unos mentirosos y afeminados. El nuevo r¨¦gimen se lanz¨® a por el bot¨ªn para llenarse los bolsillos y no dud¨® en rapi?ar iglesias y hasta en depredar las tumbas imperiales. Muchas de las obras de arte de Constantinopla desaparecieron en esta ¨¦poca.
En s¨ªntesis, ¡°si se valora en relaci¨®n con su objetivo, que era reconquistar Jerusal¨¦n, la cuarta cruzada fue un fracaso total¡±, reflexiona Phillips. ?Influy¨® en la ca¨ªda definitiva de Constantinopla a manos de los turcos de Mehmed II en 1453? El historiador mueve la cabeza. ¡°Hay 280 a?os de distancia entre una toma y otra y por medio est¨¢ la restauraci¨®n griega. Es mucho tiempo. Constantinopla no fue da?ada especialmente por los cruzados en cuanto a su capacidad de defensa. Ya no es la maravillosa ciudad que fue antes de la cuarta cruzada, pero el imperio bizantino continuaba siendo poderoso. Una diferencia fundamental es que Occidente ayud¨® contra los turcos. No, no hay una l¨ªnea recta entre ambas tomas de la ciudad. No veo la conexi¨®n. Los turcos tuvieron que pelear mucho y muy duro para conquistarla. Todo lo m¨¢s, hab¨ªa un precedente, se hab¨ªa hecho antes¡±.
?Cu¨¢l es el personaje favorito de Phillips en el episodio? El historiador no lo duda: ¡°El dogo de Venecia, Enrico Dandolo, a pesar de ser viejo (90 a?os) y estar ciego, es sin duda el mejor del bando cruzado; ambicioso y carism¨¢tico, pol¨ªticamente muy inteligente¡±. Y valeroso: se pone al frente de las tropas cuando estas titubean en un momento decisivo del asalto. ¡°No es que tenga debilidad por ¨¦l, pero desde luego es un personaje muy impactante¡±.
Sexo en el leche de muerte
Teniendo a un especialista de las cruzadas delante como Jonathan Phillips es imposible no preguntarle por la cuesti¨®n de la supuesta homosexualidad de Ricardo Coraz¨®n de Le¨®n, asunto siempre candente. ¡°Lo de que fuera gay es una invenci¨®n de los a?os sesenta; se apoya en que no tuviera hijos, que le acusara la Iglesia de sodom¨ªa y que durmiera con Felipe de Francia, con el que compartieron la Tercera Cruzada. Pero todo se puede rebatir: sabemos que tuvo un hijo bastardo, y evidentemente sexo con mujeres, pues cuando agonizaba pidi¨® que le trajeran una. Lo de la sodom¨ªa era ret¨®rica habitual de cr¨ªtica en el siglo XII, un t¨®pico que no implicaba el hecho en s¨ª. Y pasar la noche con un par, con un igual, no era tan raro, era como una despedida de soltero¡±.
Siguiendo con los t¨®picos habituales, ?era Saladino, al que Phillips ha dedicado una monumental biograf¨ªa (Vida y leyenda del sult¨¢n Saladino, ?tico de los libros, 2021) tan generoso y caballeroso? ¡°No era perfecto, desde luego, sino un hombre de su tiempo. Se le ha idealizado mucho, pero pod¨ªa ser brutal y cruel¡±. Que le pregunten a Reinaldo de Chatillon, al que degoll¨® con su propia mano o a los hospitalarios y templarios prisioneros que hizo ejecutar malamente por sus santones despu¨¦s de los Cuernos de Hattin. ¡°Efectivamente. Operaba en el mundo real y con sentido pr¨¢ctico. Luchaba por crearse una dinast¨ªa y no dudaba en combatir contra otros musulmanes. Dicho esto, era capaz tambi¨¦n a ratos de ser generoso y mostrar misericordia de una manera que sorprendi¨® a los cronistas de su ¨¦poca¡±.
¡°?Cu¨¢nto vale Jerusal¨¦n?¡±
Phillips es consciente de que para mucha gente las cruzadas tienen la imagen que les dio Ridley Scott en El reino de los cielos. Lo acepta, porque no hay m¨¢s remedio, pero recalca que es ¡°una pel¨ªcula, una pieza de entretenimiento¡± y no historia verdadera. Apunta por ejemplo que el discurso del Bali¨¢n de Orlando Bloom en las murallas de Jerusal¨¦n no solo es completamente inventado, sino que de haberlo pronunciado le hubieran quemado por hereje. Que Reinaldo no era templario. O que un leproso no puede llevar m¨¢scara. Se?ala que el filme (2005) est¨¢ influenciado por el momento: en la estela de los ataques del 11-S y las invasiones de Afganist¨¢n e Irak. ¡°Ridley Scott trata de mostrar el mal que pueden provocar las religiones¡±. ?Y lo de aquello tan estupendo de Saladino cuando Bali¨¢n le pregunta cu¨¢nto vale Jerusal¨¦n: ¡°?Nada, todo? ¡°Es Hollywood¡±, suspira resignado el historiador.
Babelia
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