Boris Pahor, un testimonio de la resistencia contra el fascismo
El escritor, fallecido este lunes 30 de mayo a los 108 a?os de edad, fue superviviente de los campos de concentraci¨®n nazis y relat¨® aquellos horrores en novelas como ¡®Necr¨®polis¡¯
Es dif¨ªcil explicar quien ha sido Boris Pahor. Es dif¨ªcil entender la posici¨®n que ha ocupado, sea cual sea la perspectiva desde la cual intentemos acercarnos a ¨¦l. Naci¨® poco antes de la Primera Guerra Mundial en Trieste y ha muerto en la misma ciudad este 30 de mayo; en agosto habr¨ªa cumplido 109 a?os. Pero no es su longevidad lo que lo que le convierte en un testimonio tan excepcional, sino su mirada, una mezcla de ternura y de resistencia. Nunca volvi¨® los ojos para obviar las verdades m¨¢s duras y nunca perdi¨® la ingenua alegr¨ªa de un ni?o que simplemente disfruta de ser parte del mundo.
En una de nuestras conversaciones me habl¨® de su madre. Dec¨ªa que ten¨ªa un car¨¢cter obstinado, era inamovible y testaruda. Boris Pahor hered¨® esa proverbial testarudez k¨¢rstica, quiz¨¢s esa es una explicaci¨®n plausible para entender por qu¨¦ fue capaz de ser un ni?o travieso en las calles de la Trieste fascista, porque regres¨® de su ¡°peregrinaje entre las sombras¡± ¡ªcomo tradujeron al franc¨¦s el t¨ªtulo de su novela Necr¨®polis (1967) que testimonia su internamiento en los campos de concentraci¨®n nazis¡ª con unas ganas irreprimibles de seguir luchando, por qu¨¦ resisti¨® despu¨¦s de la guerra toda clase de presiones, escribi¨® y edit¨® publicaciones en su di¨¢spora triestina. Mientras Eslovenia estaba escondida e inadvertida tras el Tel¨®n de Acero, Boris Pahor apenas ten¨ªa lectores incluso entre los eslovenos.
Durante d¨¦cadas su testimonio no pudo ser divulgado porque Europa entera no estaba dispuesta a escuchar esa complejidad que ¨¦l ha ido trazando en su obra, pero tampoco su compromiso c¨ªvico. Pahor testimoniaba, pero cuestionaba, dudaba e indagaba siempre de nuevo incluso en sus propios escritos. Hay relatos que reescribi¨® dos y tres veces, en intervalos de a?os, sin cansarse nunca de analizarse a s¨ª mismo y a su entorno.
En 1920, presenci¨® la quema por los fascistas del Narodni Dom, un imponente edificio situado en el centro de Trieste, construido por el arquitecto Maks Fabiani, que albergaba un hotel, un teatro para cuatrocientas personas, un gimnasio, una biblioteca, una escuela de m¨²sica, dos restaurantes y un caf¨¦, una caja de ahorros y una imprenta, adem¨¢s de pisos particulares y oficinas. El edificio, que era un s¨ªmbolo de una confianza en el progreso con la que los eslovenos entonces se imaginaban el futuro, fue incendiado por las escuadras de camisas negras que empezaban a organizarse. Fabiani, el arquitecto, que hab¨ªa destacado entre los creadores de la monumental Viena, acab¨® desarrollando proyectos para el Estado fascista, llevando esa misma grandilocuencia a los espacios rurales. Todav¨ªa hoy los turistas admiran la belleza de un pueblecito como ?tanjel ¡ªsin saber qui¨¦n fue Fabiani ni por qu¨¦ uno de sus proyectos fue reducido a cenizas.
Ese ejemplo nos aproxima a la complejidad de ese entorno d¨®nde confluye la Europa Central en la que los alemanes quisieron imprimir su hegemon¨ªa con el Mediterr¨¢neo latino y los Balcanes, las tierras d¨®nde resonaban proclamas a favor del paneslavismo, pero que eran y son puerta de entrada de las incursiones otomanas y de tantos otros pa¨ªses lejanos. El 13 de junio de 2020, cien a?os despu¨¦s del evento descrito en Pira en el puerto (1959; reescrita en 1972) se encontraron en Trieste los jefes de los dos estados, de Italia y Eslovenia en presencia del autor para cerrar una de tantas heridas.
No nos debe extra?ar tampoco que Pahor fuera delatado a la Gestapo por un colaboracionista esloveno, eran los que mejor sab¨ªan qui¨¦nes de la comunidad destacaban en la lucha antifascista. Cuando volvi¨® despu¨¦s de una larga recuperaci¨®n ¡ªque describi¨® en La lucha con la primavera (cuatro rescrituras 1958, 1961, 1978, 1998)¡ª fue protagonista de uno de los m¨¢s decisivos debates que prepararon Eslovenia para un futuro m¨¢s plural y m¨¢s democr¨¢tico. Public¨® en Trieste una entrevista que cost¨® a Edvard Kocbek una condena al ostracismo de por vida y a Pahor unos cuantos a?os de prohibici¨®n de entrada en Yugoslavia. ?De qu¨¦ hablaban? De las matanzas que se produjeron en Eslovenia justo despu¨¦s de la guerra como represalia contra los j¨®venes que se hab¨ªan alistado en las milicias anticomunistas. Pahor, que a causa de un delator fue enviado a Dachau, transferido a Natzweiler-Struthof, luego de nuevo a Dachau y despu¨¦s a Harzungen y finalmente a Bergen-Belsen, exig¨ªa que bajo ninguna circunstancia ning¨²n Estado puede actuar bajo semejantes impulsos de venganza.
Su Necr¨®polis se tradujo en 1990 al franc¨¦s, en 1995 al ingl¨¦s y en 1997 al italiano ¡ªen una modesta editorial de Monfalcone¡ª, en 2001 al alem¨¢n, en 2004 se public¨® mi traducci¨®n catalana ¡ªen Lleida porque las grandes editoriales a¨²n no sab¨ªan qui¨¦n era¡ª y en 2010 la traducci¨®n espa?ola de Barbara Pregelj. Adem¨¢s, uno de sus cuentos, que narra el retorno a casa, est¨¢ disponible en la antolog¨ªa editada por P¨¢ginas de Espuma en 2009. En ese libro, le acompa?an Kocbek y otro maestro de la complejidad, Lojze Kova?i?. Los tres son pilares de una peque?a cultura, la eslovena, pero su mensaje debe ser compartido: no hay fronteras, humanidad solo hay una.
Simona Skrabec es traductora al catal¨¢n y al espa?ol de Boris Pahor.
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