Una visita a Boris Pahor en 2017: ¡°?Yo he vivido el siglo XX como un tiempo desgraciad¨ªsimo!¡±
El periodista Bru Rovira recuerda su encuentro en 2017 en Trieste con el escritor italoesloveno fallecido este lunes
¡ªAs¨ª que ustedes viajan en un cami¨®n. ?Cu¨¢ntos van?
¡ªDos.
¡ª?Solo dos!
¡ªNos dirigimos a Tesal¨®nica, quisi¨¦ramos hacer un documental¡
¡ª?Sobre los Balcanes?
¡ªAlgo as¨ª, desde Trieste hasta Tesal¨®nica. Hace 25 a?os que termin¨® la guerra de la antigua Yugoslavia¡
¡ªYo formo parte de la Trieste eslovena¡ el m¨ªo es un caso especial que merece ser explicado.
Boris Pahor nos invita a pasar hasta la cocina. Estamos en el mes de junio del 2017 y pronto, en agosto, cumplir¨¢ 103 a?os. Vive solo en un peque?o piso que domina el golfo de Trieste, rodeado de libros y de papeles. Montones de papeles repartidos por todas las habitaciones. Colocados en el suelo. Encima de las mesas, de las sillas. Est¨¢ a punto de prepararse la comida: una peque?a taza de sopa de verduras, un pepino y una lonja transparente de jam¨®n dulce.
¡ªNo come usted mucho.
¡ªLo suficiente.
Boris Pahor naci¨® en Trieste bajo el Imperio Austroh¨²ngaro. Pertenece a la minor¨ªa eslovena de una ciudad donde las otras dos lenguas m¨¢s comunes fueron el alem¨¢n y el italiano. Sin moverse de la ciudad ha conocido, adem¨¢s del Imperio Austroh¨²ngaro, el Reino de Italia (despu¨¦s de la Primera Guerra Mundial), la ocupaci¨®n alemana (Segunda Guerra Mundial), la liberaci¨®n de la ciudad por parte de los partisanos yugoslavos, la Administraci¨®n anglo-norteamericana (1947-1954) y la Rep¨²blica de Italia.
¡ªY los campos de concentraci¨®n¡ Pero antes quisiera contarles una historia ¡ªa?ade.
¡ªPorque yo ¡ªse sienta en la cama, apoy¨¢ndose en un coj¨ªn ¡ª, hasta el a?o 1920, era un esloveno de Trieste que viv¨ªa en la ciudad, con mi identidad eslovena, de un modo natural. Hasta que ocurri¨® algo que me hizo tomar consciencia de la brutalidad del fascismo, de la violencia criminal que marcar¨ªa el siglo XX. Los fascistas italianos hab¨ªan ocupado la ciudad. La quer¨ªan italianizar. As¨ª que se dirigieron hasta la casa de la cultura eslovena, la Narodni Dom, para quemarla. Yo ten¨ªa siete a?os y presenci¨¦ la escena con mi hermana, de cuatro a?os, cogida de la mano. Mientras quemaban el edificio, un edificio muy hermoso, los asaltantes cantaban alegres, celebr¨¢ndolo como locos. Incluso se enfrentaron a los bomberos, insult¨¢ndoles y cort¨¢ndoles las mangueras. Luego prohibieron la lengua, las escuelas¡
¡ªDec¨ªa que el siglo XX ha sido un siglo¡
¡ª?Yo lo he vivido como un siglo desgraciad¨ªsimo! Primero esta persecuci¨®n de los eslovenos, luego tuve que luchar contra el fascismo, contra los alemanes, me convert¨ª en un resistente, un clandestino, hasta que me cogieron en el a?o 41 y termin¨¦ deportado. Cuando se habla de los campos se habla sobre todo de Auschwitz, del holocausto, de los jud¨ªos. ?Es justo! Pero yo era de los presos que llev¨¢bamos el tri¨¢ngulo rojo, los pol¨ªticos, de nosotros se habla poco¡
¡ªSu libro sobre la experiencia de los campos, Necr¨®polis, es un texto minucioso, hay un gran esfuerzo por describir todos los detalles¡
¡ª?No es lo que usted habr¨ªa hecho? Quer¨ªa escribir lo que hab¨ªa vivido. Tambi¨¦n como un documento, si quiere. No solo por m¨ª, sino por todos los que lo vivieron.
Boris Pahor se interesa por nuestro viaje. Acaba de publicar un art¨ªculo sobre los cientos de miles de refugiados que encontraremos ese verano en el camino, quej¨¢ndose de c¨®mo Europa les cierra sus puertas. Dice que el ser humano debe cambiar su posici¨®n, cambiarla radicalmente, ¡°hasta ahora no hemos hecho nada m¨¢s que conquistar, hacer guerras, imponernos los unos a los otros. Si no paramos, pronto no quedar¨¢ nada sobre la tierra, nos estamos destruyendo y estamos destruyendo la naturaleza, los propios recursos. Somos inteligentes para hacer grandes cosas, ?piense en los progresos m¨¦dicos!, ?en el tel¨¦fono!, pero no somos inteligentes para ponernos de acuerdo y esto nos llevar¨¢ al cataclismo¡±.
Una foto en la mesilla de noche nos llama la atenci¨®n. ¡°Mi mujer ¡ªdice¡ª muri¨® hace nueve a?os. Se parec¨ªa a Ingrid Bergman. ?Era bell¨ªsima!¡±.
¡ª?C¨®mo se conocieron?
¡ªEn 1946. En un tren. Yo soy t¨ªmido. Pero me atrev¨ª a dec¨ªrselo: se parece usted a Ingrid Bergman. ¡°Muy original¡±, respondi¨® ella. Al parecer se lo hab¨ªan dicho muchas veces. Me qued¨¦ completamente cortado. El tren iba muy lento. Se paraba continuamente. Entonces dije: este tren camina como los caracoles¡ y la cosa mejor¨®¡ era una mujer de mucho car¨¢cter. De la regi¨®n de Gorizia. Eslovenos, tambi¨¦n. Su hermano fue un h¨¦roe nacional, les quemaron la casa, sus padres estuvieron en la c¨¢rcel. Al terminar la guerra, los comunistas les confiscaron las tierras, la bodega. Tuvimos, tengo, un hijo y una hija. La hija vive cerca, se cuida de m¨ª.
Boris Pahor pone la sopa de verduras a calentar.
¡ªQue tengan un buen viaje ¡ªnos acompa?a hasta la puerta.
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