Cuando Mar¨ªas salv¨® la palabra Acercanza
La labor del escritor como acad¨¦mico oscil¨® entre la ortodoxia y la cruzada para evitar la desaparici¨®n de alg¨²n t¨¦rmino del diccionario
Desde el 27 de abril de 2008, la agenda de Javier Mar¨ªas ten¨ªa marcados los jueves por la tarde con una obligaci¨®n: no faltar a las sesiones de la Real Academia Espa?ola (RAE). Aquel d¨ªa pronunci¨® su discurso de ingreso, que titul¨® Sobre la dificultad de contar. Le respondi¨® Francisco Rico, uno de los m¨¢s entusiastas defensores para que entrara en la instituci¨®n, aunque el autor de Coraz¨®n tan blanco lo hiciera a propuesta de Gregorio Salvador, Arturo P¨¦rez-Reverte y Claudio Guill¨¦n.
Desde entonces, cumpli¨® met¨®dicamente con las obligaciones de quien detentara la silla R, recuerda Santiago Mu?oz Machado, su actual director. ¡°Iba con regularidad a las comisiones y a los plenos, fue impecable y colaborativo, pero tampoco dej¨® de mostrar nunca su esp¨ªritu cr¨ªtico¡±. El paso por la RAE de Javier Mar¨ªas ha sido fundamental. Enriquecedor y controvertido a veces, recuerdan varios de sus compa?eros, como el fil¨®logo Pedro ?lvarez de Miranda, que lo conoc¨ªa desde la infancia. Oscil¨® entre el rigor y un purismo algo intransigente con todo lo que tuviera que ver con cambios respecto a reglas ortogr¨¢ficas o gramaticales y la incorporaci¨®n de vocabulario. Nada nuevo y que no se supiera, ya que ¨¦l se encarg¨® machaconamente de reflejarlo en sus art¨ªculos sin que tuviera nada que ocultar y con esa continua vocaci¨®n para la pol¨¦mica.
Pero tambi¨¦n dot¨® su impronta de cierto romanticismo, como cuando se empe?¨® en salvar alguna palabra en desuso. Si abrimos ahora el diccionario de la RAE y buscamos la palabra Acercanza, leemos: proximidad, cercan¨ªa f¨ªsica o afectiva. Esto anduvo a punto de saltar a partir de 2009, cuando diversos informes aconsejaron matarla. Es decir, que desapareciera de sus p¨¢ginas. Con raz¨®n, ya que no se documentaba su uso desde 1494, es decir, m¨¢s de seis siglos atr¨¢s. Cuando los miembros de la comisi¨®n de enmiendas y adiciones advirtieron el aniquilamiento, tanto P¨¦rez-Reverte como el dibujante Antonio Mingote, Gregorio Salvador y Mar¨ªas decidieron resucitarla. ?C¨®mo? Utiliz¨¢ndola urgentemente en sus art¨ªculos para que constara en el registro un nuevo su uso. Les gustaba su significado, tambi¨¦n la musicalidad del t¨¦rmino. Y la salvaron. Mar¨ªas la us¨® en su art¨ªculo Guerra y crimen de El Pa¨ªs Semanal, el 1 de febrero de aquel mismo a?o y volvi¨® a hacerlo el 11 de abril de 2010 en otro titulado ?Hay quien d¨¦ m¨¢s?, sobre los casos de pederastia en la Iglesia.
No contento con el rescate, el novelista aprovech¨® para aumentar sus significados. Redefinirla en su empleo con m¨¢s vigor y as¨ª asentarla de nuevo. ¡°Nos pareci¨® bonita por s¨ª misma, sin necesidad de muchas explicaciones¡±, coment¨® a EL PA?S entonces. ¡°La volv¨ª a utilizar con un sentido nuevo, le quit¨¦ la acepci¨®n po¨¦tica y la coloqu¨¦ en un uso normal¡±. Algunos, desde fuera de la instituci¨®n, criticaron que en la RAE dedicaran el tiempo a esos asuntos y el propio Mar¨ªas replic¨®: ¡°?A qu¨¦ si no?¡±.
De todas formas, la pol¨¦mica benefici¨® en s¨ª la acercanza: ¡°Cuanto m¨¢s utiliz¨¢bamos el ejemplo, a favor o en contra, m¨¢s se afianzaba su uso, que era la cuesti¨®n fundamental¡±, a?adi¨®.
Misi¨®n cumplida. M¨¢s o menos, porque para revitalizarla del todo no debe decaer su empleo. En aquel caso, los cuatro miembros conjurados en la operaci¨®n aplicaron lo que su compa?ero Dar¨ªo Villanueva, anterior director de la RAE, define como la respiraci¨®n boca a boca: ¡°As¨ª lo llamamos en la Academia cuando recurrimos a esas pr¨¢cticas¡±. Ahora la acercanza anda delicada de salud, pero viva, al menos y cumpliendo el ideal de lo que otros acad¨¦micos como el fil¨®sofo Emilio Lled¨® prefieren: enriquecer el diccionario, no reducirlo.
Villanueva recuerda a Mar¨ªas como un acad¨¦mico discreto pero muy beligerante en algunos temas: ¡°Sobre todo los que ten¨ªan que ver con la correcci¨®n pol¨ªtica o el lenguaje inclusivo¡±, afirma. En eso, apenas transig¨ªa. Como tampoco se mostraba partidario de permitir excesivos cambios en la ortograf¨ªa. Se opuso siempre a dejar de acentuar la palabra solo cuando esta se refiere a solamente, recuerda tambi¨¦n Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n, muy dolido con la p¨¦rdida de quien se sentaba a su lado en las sesiones. ¡°Con lo de la supresi¨®n de acentos fue muy batallador¡±, afirma el cineasta y escritor c¨¢ntabro. ¡°Ah¨ª hac¨ªa valer la necesidad del ¨¦nfasis que necesitan ciertas expresiones a la hora de escribir un texto¡±, comenta Mu?oz Machado. Cuando alg¨²n corrector, de acuerdo con la nueva regla de no utilizar la tilde, se la quitaba, ¨¦l, empecinado, la volv¨ªa a poner.
Ha existido a lo largo de la historia una batalla velada entre los creadores y los fil¨®logos dentro de la RAE. ¡°Algunas veces, los escritores los han considerado como meros peritos del lenguaje sobre los que ellos se sienten con m¨¢s soberan¨ªa¡±, asegura Villanueva. Mar¨ªas hizo valer esa condici¨®n, que a veces provoca fricciones. ¡°Defienden las peculiaridades del escritor como quien tiene el dominio final del l¨¦xico, como quien inventa el lenguaje¡±, asegura Mu?oz Machado.
Tambi¨¦n insist¨ªa mucho, a?ade el responsable de la RAE, en que las obras de los acad¨¦micos formaran parte fundamental del corpus de la instituci¨®n como gu¨ªa de manera habitual. As¨ª era. Aunque a muchos les pueda parecer tambi¨¦n parad¨®jico que quienes como creadores se vean obligados a impulsar ciertos cambios, Mar¨ªas se apuntaba, a menudo con vehemencia, a la m¨¢s pura ortodoxia. ¡°No aceptaba variaciones f¨¢cilmente ni frivolidades¡±, recuerda el actual director de la instituci¨®n.
Tampoco respecto al vocabulario. ¡°Llamaba siempre antes de Navidad para alertarme: cuidado con las incorporaciones de fin de a?o, me dec¨ªa¡±, cuenta Mu?oz Machado. Sobre todo, en lo referente a jergas o t¨¦rminos que provienen del lenguaje de los j¨®venes respecto a las nuevas tecnolog¨ªas, algo que le repel¨ªa especialmente.
El proceso de incorporaci¨®n de los mismos lleva su tr¨¢mite reglado. No se admiten nuevas palabras as¨ª como as¨ª. Adem¨¢s de los miembros de n¨²mero, los equipos y expertos de la RAE se encuentran continuamente a la escucha y atentos. Pendientes de vocablos y textos en los que sin cesar aparecen nuevas voces nacidas de una lengua vigorosa y en constante proceso de cambio. Un idioma vibrante y global, con 500 millones de hablantes en todo el mundo.
La inmensa mayor¨ªa de los t¨¦rminos requieren la evaluaci¨®n de las comisiones, el debate en los plenos, el paso por cada una de las diferentes academias americanas antes de la decisi¨®n final¡ ¡°Aun as¨ª, Javier Mar¨ªas era de los que reclamaban paciencia antes que arrojo, prefer¨ªa dejar pasar a?os para ver si se asentaban y luego admitirlas¡±, asegura Mu?oz Machado. Es decir, aplicaba delicadamente y sin prisas una cierta forma de prudente acercanza tambi¨¦n en ese ¨¢mbito. Con criterio riguroso y sin que todo, de por s¨ª, valiera de buenas a primeras.
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