Abdulrazak Gurnah: ¡°Inglaterra consigui¨® convencer de que su imperio era decente, pero hoy se est¨¢ conociendo el lado oscuro¡±
El premio Nobel de Literatura de 2021 publica en Espa?a su ¨²ltima novela, ¡®La vida, despu¨¦s¡¯
Abdulrazak Gurnah es un escritor capaz de atrapar a los parias del ¨²ltimo rinc¨®n del planeta, sacudirlos, vestirlos, sacarles brillo y convertirlos en protagonistas de algo grande, en se?ores de una gran envergadura. Libro a libro, el Nobel de Literatura de 2021 demuestra su habilidad para transformar vidas comunes de su Zanz¨ªbar natal (actual Tanzania) en grand¨ªsimas historias y, sobre todo, en excusa para indagar en la condici¨®n humana m¨¢s elemental, esa que destaca cuanto m¨¢s desprovista est¨¦ de cosas, de lujos y de los ritmos de hoy. Hay un aire de esencia en sus libros, tan desnudos de actualidad como plenos de vigencia.
Un hombre y una mujer, dos seres abandonados, vapuleados y arrancados incluso del derecho a tener un origen y, por tanto, un sentido de pertenencia, nos van a llevar a recorrer los vericuetos del colonialismo m¨¢s brutal que vivieron Tanganika y Zanz¨ªbar (m¨¢s tarde unidos en Tanzania) a manos de los alemanes, primero, y los brit¨¢nicos, despu¨¦s. ?La excusa? La civilizaci¨®n de aquellos pueblos. La vida, despu¨¦s (Salamandra, traducci¨®n de Ana Rita da Costa Garc¨ªa) es la novela m¨¢s reciente del Nobel de Literatura y ahora llega a Espa?a. Gurnah (Zanz¨ªbar, 1948) conversa mediante videoconferencia con EL PA?S.
Pregunta. Usted describe la brutalidad de los alemanes frente a los brit¨¢nicos, que luego los sustituyeron como fuerza colonial. ?Cu¨¢l fue el legado de unos y de otros?
Respuesta. La diferencia fue que los brit¨¢nicos no tuvieron ning¨²n inter¨¦s en asentarse, al menos en Zanz¨ªbar. S¨ª, en Kenia, donde fueron m¨¢s violentos, arrebataron a la gente sus posesiones y los forzaron a trabajar para ellos, pero no en esa peque?a isla que ya estaba llena de gente. Los alemanes, sin embargo, s¨ª quisieron asentarse y para ello ten¨ªan que desplazar a la gente, someterla, quitarles la tierra. Y eso requer¨ªa violencia. Los brit¨¢nicos, adem¨¢s, ten¨ªan mucha m¨¢s experiencia en colonizar partes del mundo no europeas, mientras que los alemanes ten¨ªan mucha experiencia en colonizar partes de Europa, pero no de fuera de Europa. Alemania era un Estado muy militarizado que se impon¨ªa por la fuerza y no con formas m¨¢s mercantiles como por ejemplo los brit¨¢nicos en la India. Los 30 a?os que dur¨® la Deutsch Ostafrika [?frica Oriental Alemana] fue para ellos una guerra sin fin, un conflicto encadenado a otro, para someter a la poblaci¨®n. Es posible que despu¨¦s de esos 30 a?os se hubieran planteado ser m¨¢s suaves, pero en la I Guerra Mundial perdieron sus colonias. Aquello fue lo que hoy llamamos genocidio, aunque entonces no ten¨ªamos esa palabra. Cientos de miles de personas fueron asesinadas, casi hasta el punto de la extinci¨®n, y eso es algo que tiene que ver con el Estado alem¨¢n y la mentalidad de militarizaci¨®n y profunda preocupaci¨®n por la disciplina y la obediencia que les caracterizaba.
P. ?Tiene recuerdos personales de la era colonial?
R. S¨ª, s¨ª. Nac¨ª en 1948 y la independencia lleg¨® en 1963, as¨ª que tengo muchos recuerdos de infancia y de adolescencia. Crec¨ª sabiendo que los brit¨¢nicos estaban ah¨ª, no ten¨ªamos nada que ver con ellos, pero los ve¨ªas pasar. De repente pod¨ªa venir el director de educaci¨®n para visitar la escuela, o algo as¨ª, pero no ten¨ªamos profesores brit¨¢nicos, por ejemplo. Simplemente estaban ah¨ª, era un hecho, haciendo lo que tuvieran que hacer. Solo cuando se acerc¨® la descolonizaci¨®n empezaron a detener a gente y reprimir manifestaciones, pero hasta entonces siempre hab¨ªan estado lejos. De los alemanes, sin embargo, todo el mundo recuerda historias, y a¨²n las escuchas: sobre su ferocidad, su severidad, la crueldad de todo lo que tuviera que ver con ellos. Los alemanes eran a la vez feroces y eficientes.
Todo el mundo recuerda historias sobre los alemanes: sobre su ferocidad, su severidad, la crueldad de todo lo que tuviera que ver con ellos. Los alemanes eran a la vez feroces y eficientes.
P. Usted traza el retrato de dos askaris, dos nativos que deciden servir al ej¨¦rcito alem¨¢n. ?De d¨®nde vienen?
R. Vienen de la imaginaci¨®n. Hubo j¨®venes que, por razones confusas, por b¨²squeda de aventura o porque les gustaban los alemanes, se enrolaron en las filas de los opresores. Hay muchas historias de gente en ?frica seducida por el poder, por el prestigio del conquistador, por la modernidad de las armas, m¨¢quinas, medicinas o el conocimiento del mundo. Es algo corrupto, porque era una forma de rechazar tu identidad para convertirte en otra cosa, pero as¨ª fue.
P. ?Cree que el debate sobre el colonialismo est¨¢ superado o pendiente?
R. No est¨¢ superado, no, porque las consecuencias a¨²n est¨¢n aqu¨ª y muchas de ellas son insolubles. Tendr¨¢n que ser abordadas por sus v¨ªctimas y eso llevar¨¢ tiempo, si es que es posible. Una de las consecuencias obvias es la creaci¨®n antinatural de naciones a conveniencia de las potencias, que a¨²n son fuente de desacuerdos constantes porque son org¨¢nicamente irreales y hay recursos en disputa. Est¨¢n profundamente divididas. Eso no se superar¨¢ hasta que todas las partes lo entiendan y se adjudiquen las responsabilidades a quien corresponde. Algunas naciones como Alemania han asumido responsabilidades por su pasado no solo nazi, sino tambi¨¦n colonial. Han reconocido la barbaridad y lo est¨¢n haciendo bien. Est¨¢n dando dinero para construir hospitales, carreteras, escuelas, lo que haga falta y es una forma de asumir la responsabilidad. ?Eso supone que est¨¢ superado? No, no lo est¨¢. A¨²n necesitamos volver a ello, admitir que es un episodio que hay que conocer en toda su magnitud. Hay que seguir con ello.
P. En el Reino Unido predomin¨® la opini¨®n de que fue un ¡°imperio decente¡±. ?No cree que a¨²n tiene mucho por reconocer?
R. Lo del Imperio Brit¨¢nico es uno de los mejores ejercicios de relaciones p¨²blicas que ha hecho el Reino Unido. Ha conseguido convencer, para empezar, a sus propios ciudadanos, de que su imperio era decente. Pero cada vez m¨¢s y m¨¢s estudiosos e historiadores est¨¢n revelando el lado oscuro del imperio, mostrando la constante coerci¨®n deliberada, la violencia, represi¨®n y la ocultaci¨®n de la verdad. Los estudiosos lo est¨¢n repitiendo, pero es un proceso constante. Hay que recordar que hubo campos de concentraci¨®n, campos de tortura. El mero hecho de colonizar a otros pueblos significa que los est¨¢s forzando a hacer cosas que no quieren hacer. Inevitablemente, eso requiere violencia para lograr el control y los negocios.
El Imperio Brit¨¢nico es uno de los mejores ejercicios de relaciones p¨²blicas que ha hecho Reino Unido. Ha conseguido convencer de que su imperio era decente
P. Menciona a los historiadores. ?Y el Gobierno? ?Cree que reconoce lo ocurrido?
R. De alguna forma s¨ª, pero no completamente. Lo que est¨¢ ocurriendo ahora es que una gran parte de la sociedad, el lado m¨¢s conservador, est¨¢ de alguna forma a la defensiva. Aseguran que hicieron cosas decentes y que no fue del todo malo. Algunos insin¨²an que necesitan que volvamos all¨ª y nos hagamos cargo. Es lo que llaman guerras culturales. Pero yo lo interpreto como una forma de estar a la defensiva ante el relato que no desean creer. Imaginan que son exageraciones de izquierdistas, de comentaristas poscoloniales y que, en general, se hicieron bien las cosas, que se llev¨® el orden y se dejaron beneficios para los colonizados. Por ello hay que seguir diciendo c¨®mo fue en realidad. Eso s¨ª. En los cincuenta la mayor¨ªa de la gente cre¨ªa en esa narrativa del imperio colonial decente. Hoy creo que es 50/50, incluso 60/40 la proporci¨®n de personas cada vez m¨¢s conscientes de que a¨²n hay mucho por aceptar y entender.
P. ?Le cuesta seguir escribiendo de su tierra cuando lleva tanto tiempo fuera?
R. Algunas cosas s¨ª, pero en realidad no. No solo porque recuerdo con claridad, sino que adem¨¢s sigo yendo regularmente y puedo refrescar lo que s¨¦ y lo que recuerdo. No est¨¢ muy lejos porque est¨¢ en mi cabeza.
Algunos aseguran que hicieron cosas decentes y que no fue del todo malo. Otros insin¨²an que necesitan que volvamos all¨ª y nos hagamos cargo. Es lo que llaman guerras culturales
P. ?Le ha cambiado la vida el Nobel?
R. S¨ª, s¨ª, s¨ª, por supuesto (r¨ªe). Tengo much¨ªsima m¨¢s actividad, como esta conversaci¨®n. Es maravilloso verse reconocido, ha despertado el inter¨¦s en mi trabajo, lo cual es un placer, nuevas ediciones, es bonito. Es un gran cambio.
P. Y para escribir ?le impone una nueva exigencia, una presi¨®n nueva al escribir?
R. ?Ahora solo escribo correos electr¨®nicos! No tengo tiempo para escribir nada m¨¢s. Espero que mis correos hayan mejorado, tal vez ahora son m¨¢s cortos porque tengo muchos m¨¢s. Pero no he tenido tiempo para escribir. Me paso el d¨ªa hablando con periodistas, preparando nuevas ediciones, etc¨¦tera. Es divertido.
P. ?Por qu¨¦ escribe?
R. Empec¨¦ porque quer¨ªa reflejar ciertas cosas, pero todo empez¨® realmente cuando me traslad¨¦ a Inglaterra y me encontr¨¦ intentando resolver lo que me ocurr¨ªa, lo que no entend¨ªa o lo que me preocupaba mediante la escritura. As¨ª empez¨®. Despu¨¦s empec¨¦ a ficcionar, a convertir esas preocupaciones en historias. Hay una gran diferencia entre escribir porque est¨¢s intentando descargarte sabiendo que nadie va a leer y escribir algo que sabes que otros van a leer, porque entonces tienes que elaborarlo y organizarlo bien. Luego ves alrededor tanta injusticia, desigualdad e infelicidad que escribir se convierte en interesante, necesario e importante. Y una vez que lo haces y obtienes cierta respuesta al publicar, ya est¨¢s enganchado, has mordido el anzuelo, es tu trabajo y eso se reproduce: la gente te lee, vuelve a ti, ya tienes lectores y una cosa lleva a la otra. Ya escribes para los lectores. Al principio no sabes qui¨¦n est¨¢ al otro lado. Pero luego sientes cosas que ves necesario contar.
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