Tosquelles, el psiquiatra republicano encerrado en el Reina Sof¨ªa
El museo dedica una exposici¨®n al m¨¦dico catal¨¢n exiliado en Francia, que refund¨® los antiguos manicomios y us¨® el arte y la cultura como herramientas terap¨¦uticas
?Qu¨¦ pinta el padre de la psicoterapia institucional en Europa dentro de un centro de arte moderno? El director del Reina Sof¨ªa, Manuel Borja-Villel, respond¨ªa este martes a la pregunta que muchos se formular¨¢n al descubrir que la gran apuesta del museo madrile?o para este oto?o cultural es una muestra dedicada al psiquiatra catal¨¢n Francesc Tosquelles (1912-1994). ¡°Todos los temas que abord¨® constituyen una l¨ªnea de fuga del arte contempor¨¢neo. Tiene todo el sentido que Tosquelles est¨¦ aqu¨ª¡±, dec¨ªa Borja-Villel.
La exposici¨®n se titula Como una m¨¢quina de coser en un campo de trigo, expresi¨®n usada por el psiquiatra que hac¨ªa un gui?o a la archiconocida definici¨®n de la belleza que dio en su d¨ªa Lautr¨¦amont, muy apreciada por los surrealistas. La figura de Tosquelles parece desprender la misma incongruencia po¨¦tica: siempre un poco fuera de lugar y, a la vez, siempre en su sitio. Introductor del psicoan¨¢lisis en Espa?a, hijo de la gaudiniana Reus y militante del POUM, jefe de psiquiatr¨ªa del ej¨¦rcito republicano y despu¨¦s exiliado en Francia tras la Guerra Civil, Tosquelles revolucion¨® su disciplina con m¨¦todos experimentales. Abog¨® por reformar los manicomios decimon¨®nicos y por realzar la autonom¨ªa del paciente, al que nunca vio como un enfermo, fomentando los v¨ªnculos sociales y el uso del arte, el teatro, el cine y la escritura como armas terap¨¦uticas.
Su legado ha quedado semienterrado, tanto en Francia, donde fue rebautizado como Fran?ois ¡ªgentileza de la asimilaci¨®n salvaje que practicaban los aut¨®ctonos con los art¨ªfices de la Retirada¡ª, como sobre todo en Espa?a, donde sigue siendo un aut¨¦ntico desconocido. La exposici¨®n, coproducida por el Reina Sof¨ªa y el CCCB de Barcelona ¡ªdonde pudo verse hasta hace unas semanas?; en 2023 viajar¨¢ al Folk Art Museum de Nueva York¡ª, aspira a reivindicar el legado de Tosquelles en distintos ¨¢mbitos. Para empezar, resalta las pr¨¢cticas vanguardistas que se llevaron a cabo durante la Segunda Rep¨²blica, antes de que Vallejo-N¨¢jera tomara el control de la psiquiatr¨ªa franquista. ¡°Se trata de recuperar una memoria truncada por la Guerra Civil y la dictadura, un legado que hemos querido restituir para trasmitirlo a las nuevas generaciones¡±, afirma Judit Carrera, directora del CCCB. En Catalu?a, la muestra despert¨® un inter¨¦s que fue in crescendo, pese a la aridez aparente de un asunto apasionante y al tab¨² social que todav¨ªa rodea a la salud mental. Tras un despegue lento, acab¨® seduciendo a 30.000 visitantes.
Rompiendo con el tratamiento casi carcelario que se reservaba a los supuestos locos, Tosquelles puso en marcha la llamada ergoterapia, variante pionera de la terapia ocupacional. Contrario a los m¨¦todos de represi¨®n y encierro, consideraba que los pacientes pod¨ªan realizar actividades de tipo laboral e integrarse as¨ª en el tejido social de su entorno. Convirti¨® el psiqui¨¢trico en una ¡°neosociedad¡± que propon¨ªa talleres y actividades a los internos, con las que pod¨ªan ganar dinero y cierta autonom¨ªa.
Resulta tentador observar el uso de la cultura como herramienta psiqui¨¢trica como un precedente al arte-terapia que tanto se estila hoy. ¡°En realidad, hay que verlo como una versi¨®n simplificada de la pr¨¢ctica de Tosquelles, que fue mucho m¨¢s radical y compleja, al usar una definici¨®n ampliada de lo que era la cultura. No se trataba de pintar un cuadro o montar una obra de teatro, sino de restituir un encuentro y una relaci¨®n con el entorno del paciente, y tambi¨¦n de hacer entrar una dimensi¨®n econ¨®mica en su vida. No serv¨ªa para liberarse de los traumas, sino para dar un valor al trabajo acometido¡±, apunta Carles Guerra, comisario de la exposici¨®n junto a Joana Mas¨®. Guerra oy¨® hablar de Tosquelles por primera vez durante el 15-M en Barcelona, cuando un grupo de j¨®venes practicaban psicoan¨¢lisis en el espacio p¨²blico, durante la acampada de los indignados, inspir¨¢ndose en las tesis de ¡°un olvidado psiquiatra catal¨¢n¡±, que ya en los a?os treinta quiso alejar la pr¨¢ctica freudiana del div¨¢n y llevarla a la calle.
Con la llegada de la democracia a Espa?a, Tosquelles se dio cuenta de que no iba a tener derecho a ejercer: los socialistas prohibieron el trabajo en los centros psiqui¨¢tricos, piedra angular de su m¨¦todo
La muestra profundiza en la relaci¨®n de Tosquelles con las ¨¦lites intelectuales, subrayando la superposici¨®n de las pr¨¢cticas cl¨ªnicas y art¨ªsticas durante la posguerra europea. Por el hospital de Saint-Alban, en el sur de Francia, del que Tosquelles fue jefe de medicina y que convertir¨ªa en su laboratorio particular entre 1940 y 1962, pasaron nombres como Paul ?luard, perseguido por los nazis, que en 1946 public¨® Recuerdos de la casa de locos, antolog¨ªa po¨¦tica inspirada en su estancia en el asilo.
El poeta dada¨ªsta Tristan Tzara pas¨® dos meses en Saint-Alban, donde escribi¨® Hablar solo, que se editar¨ªa despu¨¦s de la guerra, acompa?ado de 70 litograf¨ªas de Mir¨®, expuestas ahora en Madrid. Jean Dubuffet adquiri¨® sus primeras obras de art brut en Saint-Alban, a cargo de artistas naife como Auguste Forestier o Marguerite Sirvins, internos en el centro y tambi¨¦n presentes en la muestra del Reina Sof¨ªa. Adem¨¢s, Frantz Fanon termin¨® sus estudios con el psiquiatra catal¨¢n antes de convertirse en uno de los te¨®ricos m¨¢s citados por el poscolonialismo en la actualidad. Y por Saint-Alban pas¨® F¨¦lix Guattari, reconocido disc¨ªpulo de Jacques Lacan. Tosquelles hab¨ªa tomado prestadas sus tesis sobre la paranoia, que consideraba el fundamento de la construcci¨®n de toda personalidad. En la imprenta de Saint-Alban, los internos encuadernaban la tesis doctoral de Lacan como si fuera un best seller y luego la vend¨ªan en el mercadillo local.
La dimensi¨®n pol¨ªtica tampoco estuvo ausente de su trabajo. Tosquelles denunci¨® ¡°las patolog¨ªas de la normalidad¡± en la Europa de los totalitarismos. Para el psiquiatra, si el hombre normal era fascista, ?qu¨¦ cab¨ªa esperar de ¨¦l? ¡°Consideraba que el psiquiatra era el m¨¢s enfermo de todos, un ¨¢rbitro que pitaba faltas inexistentes. Era al psiquiatra, y no al paciente, al que hab¨ªa que rehabilitar¡±, apunta Mas¨®, autora de Curar las instituciones (Arc¨¤dia), monograf¨ªa sobre Tosquelles que se edita ahora en castellano coincidiendo con la exposici¨®n en Madrid.
El psiquiatra se acostumbr¨® a pensar desde la urgencia, desde un sentimiento continuo de excepcionalidad hist¨®rica. La ¨²ltima incongruencia de su vida puede que tuviera lugar cuando pudo volver a Espa?a a finales de los sesenta. Con la llegada de la democracia, pocos a?os m¨¢s tarde, se dio cuenta de que no iba a tener derecho a ejercer: los socialistas prohibieron el trabajo en los centros psiqui¨¢tricos, piedra angular de su m¨¦todo. ¡°La paradoja fue que acab¨® trabajando mejor bajo el fascismo que con una democracia paternalista que quer¨ªa proteger al enfermo¡±, a?ade la comisaria sobre una figura que logr¨® desmontar la oposici¨®n binaria entre normalidad y patolog¨ªa y, m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, restablecer los v¨ªnculos sociales en un momento de deshumanizaci¨®n acelerada. Cualquier parecido con el presente es pura coincidencia.
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