Un a?o con muchos directores de orquesta en la gran pantalla: de la fascinaci¨®n a la caricatura
El estreno de ¡®T¨¢r¡¯, la francesa ¡®Maestro(s)¡¯, el reciente ¡®biopic¡¯ sobre Leonard Bernstein y el futuro filme rumano sobre Sergiu Celibidache confirman el inter¨¦s del cine por el podio y la batuta
En internet pueden leerse muchos m¨¢s chistes de m¨²sica cl¨¢sica sobre directores de orquesta que sobre violas. Lo dice el maestro brit¨¢nico Mark Wigglesworth, que contabiliza casi medio mill¨®n en su libro El m¨²sico silencioso. Por qu¨¦ hay que dirigir a la orquesta (Alianza Editorial, 2021). Una reivindicaci¨®n del podio y la batuta en la escena musical cl¨¢sica. Pero tambi¨¦n una reflexi¨®n autocr¨ªtica de su figura m¨¢s reconocible, asociada tanto al poder como al misterio.
Wigglesworth bromea acerca del famoso estereotipo del director como un megal¨®mano consentido. Alguien que no produce ning¨²n sonido, pero que ¡°procede a realizar frente a la orquesta unos gestos exagerados, conjurando una caldera de sonidos m¨¢gicos con una especie de varita, y que acepta a continuaci¨®n el subsiguiente aplauso del p¨²blico mientras, con autoproclamada modestia, hace un reconocimiento a las personas que en realidad han tocado la m¨²sica¡±.
Ese poder¨ªo y glamur asociado a la batuta ha vuelto a despertar este a?o el inter¨¦s del cine. Si en enero lleg¨® a las salas T¨¢r, de Todd Field, con Cate Blanchett convertida en una eg¨®latra y ficticia directora de orquesta, en mayo se estren¨® la francesa Maestro(s), de Bruno Chiche, y acaba de llegar a Netflix el biopic dedicado a Leonard Bernstein que ha dirigido y protagonizado Bradley Cooper. De hecho, esta atracci¨®n del cine por el podio proseguir¨¢, en 2024, con el filme rumano The Yellow Tie, de Serge Celibidachi, donde veremos a John Malkovich convertido en Celibidache.
El fen¨®meno no es nuevo. Existen pel¨ªculas protagonizadas por directores de orquesta pr¨¢cticamente desde los albores del s¨¦ptimo arte. Es el caso del filme mudo Corazones y flores (1919), pero tambi¨¦n de los sonoros Corazones rotos (1935) e Infielmente tuyo (1948), donde Charles Boyer y Rex Harrison dan vida a sendos galanes de la batuta. Dramas rom¨¢nticos que prosiguen con Interludio de amor (1957) y Volver¨¢s a m¨ª (1960), en donde vemos, respectivamente, a Rossano Brazzi ensayando la Primera sinfon¨ªa, de Brahms, y a Yul Brynner el poema sinf¨®nico Los preludios, de Liszt. Y, con Una tumba al amanecer (1967), la figura del director orquestal se incorpor¨® al drama b¨¦lico de la mano de Charlton Heston.
Siguen m¨¢s ejemplos, aunque pocos tan populares como Cita con venus (1991), el filme de Istv¨¢n Szab¨® donde Niels Arestrup dirige una producci¨®n de Tannh?user con Glenn Close como diva wagneriana. Pero existen pocos biopics de directores de orquesta reales. Quiz¨¢ los dos m¨¢s famosos sean El joven Toscanini (1988) y El caso Furtw?ngler (2001). En el primero, Franco Zeffirelli emula el debut brasile?o del director italiano, dirigiendo Aida, con la imagen de Elizabeth Taylor y la voz de la soprano Aprile Millo. Y en el segundo, Szab¨® afronta el proceso de desnazificaci¨®n del director alem¨¢n, con Stellan Skarsg?rd dirigiendo la Quinta sinfon¨ªa, de Beethoven, aunque escuchemos a Daniel Barenboim y la Staatskapelle Berlin emulando el inconfundible rubato de Furtw?ngler.
Actores que dirigen orquestas
Pero tanto en T¨¢r como en Maestro, los ejemplos filmados con m¨²sica han sido dirigidos por los propios actores al frente de orquestas reales. Una novedad indicada en los libretos de sendas bandas sonoras que ha publicado Deutsche Grammophon. Para ello, tanto Cate Blanchett como Bradley Cooper han sido asesorados por directores profesionales. La actriz australiana prepar¨® estas secuencias con su compatriota Natalie Murray Beale y el actor estadounidense cont¨® con la ayuda de Yannick N¨¦zet-Seguin.
Ambos casos suben el nivel de tantos actores del pasado que han representado escenas dirigiendo con gestos generalmente ins¨®litos. Pero Blanchett y Cooper olvidan lo fundamental. La australiana exagera cada movimiento desde el podio ensayando la Quinta sinfon¨ªa, de Mahler, pero nunca conecta con los m¨²sicos de la Dresdner Philharmonie. Y lo mismo podr¨ªa decirse de Cooper imitando cada gesto de Leonard Bernstein en la famosa filmaci¨®n, de 1973, del cl¨ªmax final de la Segunda sinfon¨ªa, de Mahler, en la catedral de Ely. Wigglesworth desvela en su libro la clave: la relaci¨®n f¨ªsica entre la orquesta y el director. Y remata su explicaci¨®n acerca de la m¨²sica y la corporeidad utilizando una famosa cita de Nietzsche: si escuchamos la m¨²sica con nuestros m¨²sculos, el director la crea con sus movimientos.
Cooper llega m¨¢s lejos que Blanchett al afrontar una dif¨ªcil secuencia musical de seis minutos dirigiendo en concierto. Pero no activa lo que escuchamos y el resultado nada tiene que ver con el original, por mucho que la Sinf¨®nica de Londres sea una de las orquestas m¨¢s virtuosas y flexibles del planeta. El actor estadounidense compone una pobre caricatura de la direcci¨®n de Bernstein con gestos y movimientos m¨¢s propios de un sketch humor¨ªstico de Jos¨¦ Mota. No vemos nada de esa desbordante alegr¨ªa que ten¨ªa Lenny haciendo m¨²sica y la orquesta londinense sale a flote liderada por Carmine Lauri como concertino, que levanta su viol¨ªn para encajar el acorde final de la sinfon¨ªa.
Esa exagerada imitaci¨®n y caracterizaci¨®n impide a Cooper construir un personaje remotamente cre¨ªble, al rev¨¦s que hace Carrey Mulligan con Felicia Montealegre. Y los desequilibrios entre rigor y fantas¨ªa, en Maestro, lastran cualquier consideraci¨®n biogr¨¢fica de Bernstein relacionada con la m¨²sica. Lo comprobamos en la secuencia inicial, con su famoso debut en el Carnegie Hall, en noviembre de 1943, donde no se utiliza casi nada de lo que sabemos. Por ejemplo, como no pod¨ªa ensayar, y no hab¨ªa podido preparar las obras que deb¨ªa dirigir, opt¨® por visitar al director que iba a sustituir, el legendario Bruno Walter, que lo recibi¨® en su hotel cubierto de mantas por la gripe, aunque con fuerzas suficientes para repasar con ¨¦l lo fundamental del programa de aquel concierto. Y tampoco se utiliza la famosa historia del farmac¨¦utico del Carnegie Hall que le obsequi¨® con unas p¨ªldoras al verlo tan p¨¢lido, una para calmarlo y otra para darle energ¨ªa.
En cuanto a Maestro(s), la pel¨ªcula francesa de Chiche, se trata de una adaptaci¨®n libre de Pie de p¨¢gina, de Joseph Cedar. La competencia entre un padre y un hijo se traslada desde el estudio del Talmud a la direcci¨®n orquestal con un buen reparto actoral, pero con un resultado que no pasa del mero entretenimiento. La labor directorial vuelve a ser un simple aderezo que culmina en una peculiar secuencia de direcci¨®n a dos batutas que se retrata en el cartel de la pel¨ªcula. Finalmente, el a?o que viene se estrenar¨¢ The Yellow Tie, un biopic acerca de Sergiu Celibidache que ha filmado su hijo Serge Ioan Celebidachi entre junio y agosto pasado. Una pel¨ªcula protagonizada por John Malkovich, que representa al director de orquesta rumano en su vejez, y que incluye la recreaci¨®n de un concierto, de 1989, con la Filarm¨®nica de M¨²nich, en la Sala Palatului de Bucarest, donde Malkovich dirigi¨® varios fragmentos de una sinfon¨ªa de Bruckner. Veremos si este filme evita transformar la fascinaci¨®n hacia otra gran figura orquestal en una nueva caricatura.
Babelia
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