La novela mal escrita de Daniel Ruiz: ¡°Hay gente que se r¨ªe con el libro y luego se pregunta: ¡®?Por qu¨¦ me estoy riendo?¡±
El autor traza en ¡®Mosturito¡¯ un retrato de la desigualdad, la violencia de g¨¦nero o el maltrato infantil con un lenguaje particular y sin renunciar a ese humor tan espa?ol que sale de lo triste
Este libro est¨¢ mal escrito. Este libro est¨¢ tremendamente mal escrito. Pero es a posta. En Mosturito (Tusquets), cuyo t¨ªtulo es la palabra monstruito mal dicha, Daniel Ruiz (Sevilla, 1976) trata de un crear un lenguaje particular en cuyo seno se levante un mundo ¨²nico.
Es una mezcla del lenguaje infantil con el acento andaluz y la forma de hablar de los barrios obreros de extrarradio. Porque el protagonista es un ni?o que vive en un barrio perif¨¦rico de una ciudad andaluza de los ochenta, tiempo y lugar en el que el autor creci¨®. En Mosturito hay una mezcla de sordidez y humor. ¡°Hay gente que me dice que se r¨ªe con la novela y luego se pregunta: ¡®?Por qu¨¦ me estoy riendo?¡±, dice Ruiz.
Ejemplo de ese lenguaje raro: ¡°Ay mi sielo, dice la Tata. Ay qu¨¦ tan hecho. Se van a enterar con su puta madre, y tira pa la cocina y yo le digo Tata, tranquila, te se va, te se va. Que no, que los mato, malnacidos hijosputa¡±, dice un p¨¢rrafo. Tan mal escrito que hay que insistir mucho para que el procesador de textos lo refleje sin corregirlo.
La oralidad y lo coloquial siempre han interesado al autor, y han tenido su recorrido en la literatura. El autor cita La naranja mec¨¢nica, de Anthony Burgess, donde se crea un lenguaje propio, pero tambi¨¦n otras obras donde el habla informal y los diferentes acentos cobran importancia. Por ejemplo, La vida perra de Juanita Narboni, de ?ngel V¨¢zquez, La vida breve de Oscar Wao, de Junot D¨ªaz, la obra de Fernando Qui?ones o Aurora Venturini. O la exitosa y llamativa novela Panza de burro, de Andrea Abreu, que recrea el habla profunda de las islas Canarias.
¡°Quer¨ªa plantear la opci¨®n m¨¢s radical: que toda la novela se pudiera construir con una voz, y que la forma fuera al final el fondo¡±, dice. Se trata de la mirada y la voz de este ni?o, con escaso respeto por las convenciones ortogr¨¢ficas y sint¨¢cticas. Pedro, Periqu¨ªn, es objeto de burla de sus compa?eros por sus condiciones f¨ªsicas y vive con su t¨ªa, la Tata, siempre oliendo a tabaco y bebiendo calimocho, rodeados de los personajes pintorescos de su barriada. Su madre muri¨® por las palizas de su padre, que ahora est¨¢ preso. Pero los servicios sociales quieren quitar a Pedro de los brazos de la Tata y meterle en un internado. El mosturito encontrar¨¢ la liberaci¨®n de la mano de una banda de j¨®venes punkis adolescentes, con crestas y pelos de colores, aficionados a las litronas, al fumeteo y las salas de juegos recreativos.
La oralidad que plantea Ruiz tambi¨¦n tiene su inter¨¦s como rasgo diferencial de un texto en los tiempos en los que las m¨¢quinas se han puesto a escribir, y los escritores a temblar. ¡°La gente se lleva las manos a la cabeza con la inteligencia artificial, con la posibilidad de que cree novelas, sin darse cuenta de que llevamos d¨¦cadas trag¨¢ndonos tramas de best seller que parecen urdidas por un algoritmo. Los manuales de escritura son un anticipo de la IA: arco narrativo, cl¨ªmax, anticl¨ªmax, modelado de personajes¡¡±.
El humor es fundamental en la obra de Ruiz, y eso que no es demasiado bien considerado en la literatura. ¡°Lo cierto es que la seriedad est¨¢ mejor vista en la literatura espa?ola¡±, dice el escritor. Relata la larga tradici¨®n c¨®mica en las letras patrias: desde el Lazarillo de Tormes a Cervantes, Quevedo, Valle Incl¨¢n¡ ¡°Hay un problema en la literatura espa?ola: durante mucho tiempo fue salvajemente humor¨ªstica, pero lleg¨® un momento en se avinagr¨®, a partir de cierto realismo social, y se volvi¨® demasiado seria. Se perdi¨® ese humor espa?ol, que muchas veces sale de lo triste¡±.
Escritura reactiva
Violencia de g¨¦nero, pederastia en la iglesia, maltrato infantil, Ruiz enfrenta muchos asuntos que, 40 a?os despu¨¦s del tiempo de la novela, nos siguen preocupando. ¡°Son temas que estaban en mi infancia, pero de otra manera: de tapadillo, de puertas para dentro, se quedaban en el patio de vecinos. Es esa cultura de la falsa discreci¨®n que era en realidad una cultura del enmascaramiento¡±, dice.
Su escritura es reactiva. ¡°Escribo cuando una situaci¨®n me provoca incomprensi¨®n, rabia o indignaci¨®n¡±, explica el autor. El inter¨¦s por los asuntos sociales y de actualidad ha sido, de hecho, una constante en la obra de Ruiz. Por ejemplo, en su novela Amigos para siempre (2021), ajusta cuentas con su generaci¨®n, la que se acerca ahora peligrosamente a los 50 a?os. ¡°Somos la generaci¨®n postboomer, los ¨²ltimos en ocupar espacios de poder y que han frenado cualquier tipo de aspiraci¨®n de las generaciones posteriores. Nuestros padres se partieron el lomo para levantar la sociedad del bienestar, y nosotros la hemos esquilmado y agotado para los que vienen. Hemos envejecido muy mal¡±, dice el autor.
En El calentamiento global (2019) hace una cr¨ªtica de las pol¨ªticas de sostenibilidad ambiental de las empresas, en Todo est¨¢ bien (2015) aborda los excesos y corrupciones del mundo de la pol¨ªtica y La gran ola (2016) hace una vitri¨®lica cr¨ªtica de la cultura del coaching empresarial. Todas ellas publicadas por Tusquets.
Mosturito es tambi¨¦n una oda a aquellos barrios obreros de su infancia, sobre todo en tiempos en los que los centros urbanos son pasto de la gentrificaci¨®n y la turistificaci¨®n. ¡°Los centros hist¨®ricos se convierten en espacios de cart¨®n piedra y la vida verdadera solo se encuentra en las barriadas donde est¨¢n los bares de siempre, los parques, las zonas compartidas, donde uno se reconcilia con cierta humanidad que se ha pedido en las ciudades¡±, explica. La migraci¨®n ha llegado a los barrios, muchos j¨®venes se han ido, permanecen los mayores¡ ¡°Pero queda un mismo ambiente de supervivencia, como en los ochenta; ahora con peluquer¨ªas de los paqu¨ªstan¨ªes y el troncho de los kebab¡±.
Babelia
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