De la Guerra Civil a Gaza y Ucrania, historia de los bombardeos que apuntan contra los civiles
El investigador Sheldon Garon resalta en un ensayo el precedente que signific¨® la contienda espa?ola en la generalizaci¨®n de una t¨¢ctica destinada a romper la moral de la poblaci¨®n
La vivienda en el n¨²mero 10 de la calle de Peironcely de Madrid parece detenida en el tiempo. Deshabitada, con ladrillo visto y tapiada para impedir asentamientos ilegales, es la ¨²nica casa de una planta entre los edificios de varios pisos que la rodean, en el barrio de Entrev¨ªas. Este inmueble, uno de los m¨¢s conocidos durante los bombardeos de la Guerra Civil (1936-1939) ¨Dsolo Vallecas sufri¨® 385 ataques a¨¦reos ¨D, fue inmortalizada por el fot¨®grafo Robert Capa al inicio del conflicto. Es el primer lugar que ha visitado en Espa?a el historiador Sheldon Garon, de la Universidad de Princeton, para su investigaci¨®n y posterior libro La guerra global contra la poblaci¨®n civil, 1905-1945. Es el s¨ªmbolo de lo que para ¨¦l es un ¡°punto de inflexi¨®n¡± en la historia de los bombardeos por aire contra civiles, una estrategia que se remonta a principios del siglo pasado y que todav¨ªa azota a poblaciones, como la de Gaza y Ucrania. Madrid fue la primera capital golpeada de manera continua y con un alarmante n¨²mero de v¨ªctimas. Su pr¨®ximo destino es Barcelona, otro pilar de su estudio y al que atribuye la g¨¦nesis de los refugios antia¨¦reos construidos por la poblaci¨®n, altamente organizados y que sirvieron como base para el Reino Unido y Francia en la II Guerra Mundial (1939-1945).
¡°Los alemanes ya hab¨ªan bombardeado Londres y Par¨ªs en la I Guerra Mundial (1914-1918), pero a peque?a escala, dejaron poco menos de 1.000 muertos en la primera y unos 250 en la segunda¡±, explica Garon, que cita al historiador hispanista Hugh Thomas para recordar que en Madrid murieron alrededor de 2.000 personas. La estrategia de apuntar a civiles utilizada por las fuerzas del bando sublevado, a trav¨¦s de pilotos y aviones alemanes, se intensific¨® en conflictos posteriores: la Segunda Guerra Mundial, la Segunda Guerra Chino-Japonesa (1937-1945), la Guerra de Vietnam (1955-1975) y as¨ª hasta el presente en Ucrania y Gaza.
¡°En lugar de poner como objetivo a los ej¨¦rcitos y la armada del enemigo, el blanco son ciudades industriales o pol¨ªticas, densamente pobladas, por lo general zonas de clase obrera¡±, detalla el estadounidense. ¡°El fin es ganar la guerra rompiendo la moral de los civiles para que presionen al Gobierno para que se rinda. Esa fue la l¨®gica usada en la Guerra Civil espa?ola¡±. Que varios pa¨ªses recurrieran a la misma t¨¢ctica en un mismo periodo de tiempo no fue fruto del azar. Garon conecta los distintos casos para ofrecer un panorama completo, mediante una metodolog¨ªa que se conoce como historia transnacional.
Al mismo tiempo que Franco bombardeaba la capital para intentar acabar con la resistencia republicana, el Imperio del Jap¨®n invad¨ªa e intimidaba a China haciendo lo mismo con las ciudades de Shangh¨¢i, Nank¨ªn y principalmente Chongqing, capital durante el conflicto, y atacada por aire durante cuatro a?os, con un saldo aproximado de 9.000 muertos. ¡°No hay diferencia entre civiles y soldados, nadie est¨¢ protegido. Los civiles son simplemente soldados en casa o que trabajan en f¨¢bricas¡±, resume Garon sobre lo que define como guerra total.
Si el caso de Madrid es importante para entender la parte ofensiva de los bombardeos a¨¦reos, Barcelona lo es con la retaguardia, lo que su investigaci¨®n llama home fronts (frentes internos). ¡°Barcelona gana mucha atenci¨®n en el mundo en 1938. Al estar lejos del frente, a diferencia de Madrid, tiene tiempo para prepararse y construir muchos refugios antia¨¦reos¡±. La poblaci¨®n de la capital catalana, ¨²ltimo basti¨®n del Gobierno republicano, forma organizaciones vecinales que ofrecen primeros auxilios, distribuyen racionamientos de comida, establecen guardias en las cimas de edificios para alertar de aviones que se acercan, cavan trincheras y resguardan a los ni?os.
¡°Barcelona se convierte en un modelo para otros pa¨ªses europeos porque en la Gran Guerra no exist¨ªan muchos refugios. Los brit¨¢nicos y franceses tienen observadores ah¨ª, es casi como un laboratorio para ellos. Para la Segunda Guerra Mundial todos tienen home fronts organizados¡±, puntualiza. ¡°As¨ª que, de nuevo, es una historia transnacional, est¨¢ conectada¡±. Es tan profunda la huella de esta ¡°defensa pasiva¡± que el Ayuntamiento de Barcelona public¨® en 2021 un cat¨¢logo de los miles de refugios que se construyeron entonces, de los cuales todav¨ªa una gran mayor¨ªa persisten en el subsuelo. ¡°Forman parte de nuestro patrimonio¡±, reza el cat¨¢logo.
No se puede hablar de urbes atacadas por aire sin mencionar a las alemanas. Estados Unidos y Reino Unido hab¨ªan destruido 200 hasta 1944, principalmente las zonas industriales, como Hamburgo, Dresde y el Valle del Rin. En Francia, el 70% de Cannes fue destruido, calcula Garon. Mientras que en Jap¨®n fueron devastadas 66 ciudades, dos por las bombas at¨®micas y el resto por bombas incendiarias. Esta estrategia amedrentadora ya se hab¨ªa empleado en los a?os veinte y treinta contra las insurgencias en las colonias. Espa?a y Francia bombardearon en 1926 a los rebeldes de Marruecos, en el valle del Rift, y el Reino Unido lo har¨ªa poco despu¨¦s contra los que buscaban la independencia en Somalilandia o Irak.
La investigaci¨®n-libro se cierra con el fin de la II Guerra Mundial, pero el lanzamiento de bombas apuntando a la poblaci¨®n ¡°se puede rastrear infortunadamente hasta nuestros d¨ªas¡°. EE UU se convirti¨® en el mayor bombardero en la segunda mitad del pasado siglo, con ofensivas en Vietnam (con el mortal combustible napalm), en Corea del Norte (en el marco de la guerra en Corea, 1950-1953) o en Irak en la Guerra del Golfo de 1991.
Todos los casos que detalla Garon reverberan en la actualidad con Ucrania y Gaza. Aunque las bombas incendiarias y pesadas han sido cambiadas por misiles bal¨ªsticos y drones. ¡°La tecnolog¨ªa se ha vuelto m¨¢s sofisticada, pero la estrategia no ha cambiado mucho: quebrar la moral de la poblaci¨®n¡±. Naciones Unidas reporta constantemente ofensivas israel¨ªes en la Franja contra hospitales y campos de refugiados, donde el 70% de los m¨¢s de 30.000 muertos son ni?os y mujeres. Por otro lado, el Kremlin persiste en apuntar a la red el¨¦ctrica ucraniana, pero tambi¨¦n ha atacado por aire Kiev.
El derecho internacional no ha sido capaz de disuadir a las potencias b¨¦licas en el uso de armas contra civiles. Existen leyes como el Reglamento de La Haya, de 1923, sobre la guerra a¨¦rea, que prohib¨ªa el bombardeo de ciudades que no estuvieran siendo atacadas por tierra, o el Cuarto Convenio de Ginebra en 1949, que justamente se cre¨® para proteger a la poblaci¨®n en tiempos de guerra. No obstante, han sido violadas bajo la excusa de que existen objetivos militares mezclados entre civiles.
La voluntad de usar a la ciudadan¨ªa como medio de guerra la ha podido comprobar Garon cuando accedi¨® a documentos oficiales. Los archivos de 1941 de la Fuerza A¨¦rea Brit¨¢nica se?alaban que los nuevos objetivos no eran las f¨¢bricas industriales ni las ciudades portuarias, sino ¡°la moral del pueblo alem¨¢n¡±. En otros registros se detallaban los tipos de veneno efectivos contra los rebeldes de las colonias brit¨¢nicas. Garon subraya el que m¨¢s le impresion¨®: ¡°Cuando EE UU luchaba contra los japoneses en 1945 someti¨® un gran bloqueo de los suministros de alimentos. Lo llamaron Operaci¨®n hambre y est¨¢ escrito que el objetivo era recortar entre el 20% y 30% de las calor¨ªas que el pueblo japon¨¦s consum¨ªa¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.