Andrea Jaurrieta lucha contra el estereotipo del cine de mujeres: ¡°No me obligues a encerrarme en un g¨¦nero¡±
La cineasta subvierte el w¨¦stern para contar en ¡®Nina¡¯ la venganza de una mujer v¨ªctima de abusos sexuales
Cuando Andrea Jaurrieta (Pamplona, 38 a?os) se embala, parece un tren imposible de detener. Se col¨® en una fiesta de los Goya en 2015 y se cruz¨® con Ingrid Garc¨ªa Jonsson: ¡°Me cont¨® que no ten¨ªa nada y le pas¨¦ mi guion¡±. As¨ª logr¨® una protagonista para su primer filme, Ana de d¨ªa (2018), que sac¨® adelante con muy poco dinero, con mucho tes¨®n. Este viernes llega a los cines su segundo largo, Nina, parido con el mismo empuje aunque m¨¢s holgura econ¨®mica, sin ceder en lo creativo, y apostando por un cine ¡°alejado del naturalismo¡±. ¡°Que no digo que est¨¦ mal, pero que no es lo m¨ªo¡±, dice. Abusos, venganzas, el color rojo y una Gene Tierney con escopeta que vuelve a su pueblo en busca de una revancha f¨ªsica y moral. Entre Hitchcock y pinceladas de Almod¨®var, Jaurrieta apuesta por algo pocas veces visto en el cine espa?ol.
Los tiempos han cambiado. Por si se anunciaba que era candidata a direcci¨®n novel en los Goya de 2019, en aquel momento Jaurrieta baj¨® a Mantequer¨ªas Andr¨¦s, un ultramarinos cl¨¢sico madrile?o al lado de su casa, y se compr¨® una botella de sidra barata que puso a enfriar. ¡°No andaba boyante de dinero, pero me hac¨ªa mucha ilusi¨®n¡±, recuerda. ¡°Con los a?os he hecho compras m¨¢s caras, para, por ejemplo, hacer un regalo, pero no me da todav¨ªa para lanzarme a cenar con champ¨¢n¡±, confiesa entre risas. ¡±A cambio, he hecho la pel¨ªcula que quer¨ªa, y eso me enorgullece. Durante este proceso me ha llegado alg¨²n encargo y lo rechac¨¦ porque no me interesaba. No porque que fuera encargo, sino porque respeto el cine, porque me involucro tanto en cada proyecto que si no lo sintiera m¨ªo, no podr¨ªa hacerlo. No hago churros, no produzco en cadena. Afortunadamente he tenido unos productores que me han acompa?ado en mi libertad creativa, aunque lo que ha costado ha sido levantar la financiaci¨®n¡±. ?Por qu¨¦? ¡°Porque pel¨ªculas as¨ª se salen de la norma, y ante eso o vuelves al redil o te mantienes a pi?¨®n fijo¡±.
Jaurrieta lucha contra estereotipos como que el cine dirigido por mujeres tiene que ser naturalista, batalla contra realidad como que los presupuestos de pel¨ªculas lideradas por realizadoras son menores que los del filmes de hombres. ¡°Parecer¨ªa que solo podemos hacer cine de ni?as en pueblos. O con planos de chicas que juntan las cabezas en la cama. ?Qu¨¦ es esa imagen de sororidad? Caemos en un clich¨¦ en el que no creo. Yo me siento identificada con personajes como el de Ana, que intentaba romper consigo misma y por eso ca¨ªa en la oscuridad. O en este, que ya viene con la oscuridad en su interior. Obviamente no apoyo la violencia, pero si Nina lleva un arma, habr¨¢ que jugar en ese terreno¡±.
Jaurrieta defiende filmes como 20.000 especies de abejas o Alcarr¨¢s. ¡°Me encantan, lo que digo es que no puede ser nuestro g¨¦nero de forma obligada. Llevamos toda la vida viendo pel¨ªculas de hombres sobre hombres o mujeres, y se supone que me tengo que dar por aludida en ese cine. Vale, puede ser. Sin embargo, no me obligues a encerrarme en un g¨¦nero, porque eso es un m¨¦todo de control, de no dejarnos salir de una zona. Hago cine y tratar¨¦ los temas que a m¨ª me ata?en y desde mi punto de vista, y obviamente van a estar relacionados con las mujeres porque es mi punto de vista, pero no tengo por qu¨¦ hacer el mismo cine¡±.
De ah¨ª que los referentes de Jaurrieta para un neow¨¦stern como Nina ahonden m¨¢s en el melodrama y el thriller. ¡°La obra de teatro en la que me baso, de Jos¨¦ Ramon Fern¨¢ndez, que fue profesor m¨ªo y me la pas¨® porque intuy¨® que yo buscaba un material de ese estilo, tira m¨¢s por la relaci¨®n amorosa, como La gaviota, la inspiraci¨®n original¡±, apunta. ¡°Es curioso c¨®mo en el montaje la pel¨ªcula ha ido creciendo como thriller y se ha alejado del melodrama¡±.
El color y la figura de Gene Tierney en Que el cielo la juzgue, y en general el cine de Douglas Sirk, por supuesto Alfred Hitchcock y Pedro Almod¨®var, el cuerpo menudo de Joan Crawford en Johnny Guitar y su manejo de las armas. ¡°El rojo manda, cierto. Ella misma va sangrando, no solo emocionalmente, sino literalmente. Est¨¢ rota. Luch¨¦ por que no hubiera ropa con estampados, con que nos acerc¨¢ramos al technicolor. La pel¨ªcula est¨¢ llena de capas simb¨®licas, y el rojo nace de ah¨ª, claro. Adem¨¢s, contrasta con el verde de la hierba, de la tierra y con el azul del mar¡±, explica.
Jaurrieta trabaj¨® con Pedro Almod¨®var en Julieta (2016), y all¨ª, cuenta, aprendi¨® much¨ªsimo. ¡°Recuerdo un d¨ªa a Almod¨®var eligiendo entre una veintena de plumas estilogr¨¢ficas la que quer¨ªa, y mir¨® con mucha atenci¨®n durante largo rato, hasta que levant¨® una y no dijo que era la que le gustaba, sino que en voz alta pregunt¨®: ¡®?C¨®mo le quedar¨¢ esta a Emma [Su¨¢rez] en la mano?¡¯. Aquello me hizo clic en la cabeza¡±.
Y el w¨¦stern, sacrosanto g¨¦nero que disfruta de los meneos de Jaurrieta. ¡°Estamos aqu¨ª para jugar y subvertir, ?no?¡±. Cuando Nina entra en el bar, como la forastera que empuja las puertas batientes en el salvaje oeste, no se encuentra solo a los borrachos de turno, sino tambi¨¦n a una madre quej¨¢ndose de sus hijos. ¡°Cambio de su g¨¦nero habitual a quien se qued¨® abandonado en el pueblo, o a quien se dedica a los cuidados... Y el motivo de la venganza es completamente contempor¨¢neo. Digamos que los elementos del w¨¦stern, como ese pueblo callado en silencio c¨®mplice que no ha tomado partido entre agresor y agredida, est¨¢n ah¨ª pero agitados y volteados¡±, r¨ªe.
La venganza procede de unos abusos sexuales. Hasta tres veces se escucha en Nina que la adolescente tiene ¡°casi 16 a?os¡±, la edad m¨ªnima legal que permite tener relaciones sexuales que se consideren consentidas. ¡°Cierto, aunque m¨¢s all¨¢ de lo legal est¨¢ lo moral. Es una chica obnubilada por un famoso escritor que se ha mudado a ese pueblo de la costa, y aunque ¨¦l pueda creer que se ha enamorado, es el adulto, deber¨ªa entender que a esa edad te quieres comer la vida, explorar, tienes un mont¨®n de ilusiones y es f¨¢cil que te descarrilen. Nina es un blanco f¨¢cil por un d¨¦ficit moral nacido de la mala relaci¨®n con su padre, y lo interesante es que ella s¨ª quiere esa relaci¨®n, que la trama avance por un terreno gris, que ¨¦l no sea un depredador al uso¡±. En las dos ¨¦pocas, al escritor lo encarna Dar¨ªo Grandinetti. ¡°Y con ¨¦l trabaj¨¦ en esa faceta, la de ese enamoramiento, porque en muchas ocasiones los propios agresores no son conscientes de lo que han hecho¡±. Y remata: ¡°No puedo concebir que no se den cuenta del dolor de la otra persona o de que lo que hacen es inmoral. Sospecho que est¨¢n muy seguros de s¨ª mismos y muy arropados por la estructura social¡±.
A la Nina adulta le pone rostro Patricia L¨®pez Arnaiz, que entra escopeta en mano, tras d¨¦cadas sin haber pisado ese terreno, envalentonada hasta que los recuerdos y el lugar la achican. ¡°A Patricia tambi¨¦n la convenc¨ª guion en mano. Ella ha construido perfectamente la enfermedad f¨ªsica y moral de Nina, su aplastamiento en ese pueblo y su lucha por salir a flote¡±, apunta la cineasta. ¡°Es curioso, porque el escritor jug¨® con la adolescente a que fuera su musa, un terreno en el que hist¨®ricamente se han permitido relaciones muy desiguales de edad, y Nina ha acabado siendo actriz, una especie de musa¡±, y un trabajo que permite huir a otras vidas.
Y, al final, Jaurrieta ?ha hecho m¨¢s locuras para sacar adelante Nina? ¡°No s¨¦ si es locura, pero un d¨ªa flet¨¦ un autob¨²s para traer a gente de mi pueblo a hacer de figurantes en la secuencia de la procesi¨®n. Se puede ver hasta a mis padres. Y otras cosas que no puedo contar¡±, dice se?alando a la grabadora. ¡°Yo, cuando me crezco...¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.