La prodigiosa ¡®Flauta m¨¢gica¡¯ de Simon McBurney deslumbra en Les Arts
La exitosa producci¨®n del ¡®singspiel¡¯ de Mozart pone el broche de oro a la temporada de ¨®pera valenciana con un excelente reparto vocal y la brillante direcci¨®n musical de James Gaffigan
¡°La m¨²sica y la escena son primorosos, el resto es una farsa inveros¨ªmil¡±. Lo anot¨® el conde Zinzendorf en su diario, el 6 de noviembre de 1791, tras asistir a una de las primeras funciones de La flauta m¨¢gica, de Wolfgang Amadeus Mozart, en el popular teatro vien¨¦s de Emmanuelle Schikaneder. La abundancia y heterogeneidad de este singspiel, lleno de m¨²sica maravillosa y espectaculares efectos esc¨¦nicos, pero cuya trama combina lo serio y esot¨¦rico con lo alegre y popular, nunca ha sido f¨¢cil para los directores de escena.
Hoy el reto de dise?ar una propuesta esc¨¦nica para La flauta m¨¢gica resulta m¨¢s arduo que nunca. Chirr¨ªa su contenido mis¨®gino, tanto como el racismo hacia el personaje de Monostatos, y contrasta las bondades de la Ilustraci¨®n con el colonialismo y el esclavismo. Por esa raz¨®n, lo visto del r¨¦gisseur brit¨¢nico Simon McBurney, el pasado jueves, 6 de junio, como colof¨®n a la temporada de ¨®pera en el Palau de Les Arts de Valencia, ha sido absolutamente prodigioso.
La producci¨®n transmite con brillantez el mensaje fundamental de la ¨®pera sin trivializarlo ni esconderlo tras sesudas construcciones intelectuales. Se resume en la f¨®rmula que leemos en el n¨²mero final de la ¨®pera (Sch?nheit + Weisheit [belleza+sabidur¨ªa]), al tiempo que a?ade una emotiva reconciliaci¨®n final entre Sarastro y la derrotada Reina de la noche. Una exitosa propuesta estrenada en 2012, en la ?pera Nacional de Pa¨ªses Bajos, a partir de una coproducci¨®n con el Festival de Aix-en-Provence y la English National Opera, pero que incluso ha viajado hasta el Met de Nueva York, donde triunf¨® la pasada temporada.
McBurney reinventa la espectacularidad esc¨¦nica de Schikaneder y la integra idealmente con la m¨²sica de Mozart. Pero lo hace todo con una asombrosa econom¨ªa de medios. La escenograf¨ªa se limita a una plataforma multifuncional, dise?ada por Michael Levine, que se eleva, inclina y gira creando un trepidante dinamismo. A ambos lados del escenario vemos dos quioscos. A la izquierda trabaja el videoartista Blake Habermann, que filma en directo todos los efectos esc¨¦nicos que vemos al fondo, al tiempo que a?ade m¨²ltiples detalles dibujando y escribiendo con tiza sobre una pizarra. Y, a la derecha, la artista de foley Ruth Sullivan despliega un maravilloso paisaje de efectos sonoros.
El informal vestuario de Nicky Gillibrand y la precisa iluminaci¨®n de Jean Kalman completan el equipo esc¨¦nico. No obstante, el director brit¨¢nico incluye algunos figurantes y mimos que utilizan pliegos de papel para simular p¨¢jaros volando. Aporta iron¨ªa en el retrato de algunos personajes, con Sarastro convertido en l¨ªder populista, Monostatos en un pobre pervertido y la Reina de la noche en una vieja discapacitada. E incluye ideas brillantes como transformar a los tres muchachos en ancianos, a las tres damas en lascivas guerrilleras o a Papageno en un vagabundo solter¨®n tan divertido como conmovedor.
Todo se integra como la maquinaria de un reloj. El equipo esc¨¦nico interact¨²a con los cantantes, con el director y los m¨²sicos de la orquesta, que se coloca a la altura del escenario, y ello permite otorgar a la excelente flauta solista de la Orquesta de la Comunitat Valenciana, Magdalena Mart¨ªnez, un curioso protagonismo esc¨¦nico. Pero el excelente resultado de esta reposici¨®n dirigida en la capital del Turia por Annemiek Van Elst no habr¨ªa sido posible sin un reparto vocal tan compacto a nivel musical como teatral, y a la brillante direcci¨®n del neoyorquino James Gaffigan.
El titular de la ?pera de Valencia regresaba al foso de Les Arts tras su exitosa apertura de temporada con La dama de picas. Y asegur¨® una respuesta orquestal llena de chispa y fluidez desde la obertura, con ese famoso tema de corcheas que Mozart tom¨® prestado de una sonata de Clementi y transforma en una maravilla contrapunt¨ªstica. Su lectura supo integrar cada n¨²mero con los di¨¢logos y destac¨® especialmente en la construcci¨®n de los extensos finales de cada acto. Las licencias musicales, derivadas de la producci¨®n, como la supresi¨®n del n¨²m. 11, el dueto Bewahret euch vor Weibert¨¹cken, y el adelanto del n¨²m. 19, el tr¨ªo Soll ich dich, que se escuch¨® tras el n¨²m. 10, fueron acertadas. De hecho, con esta ¨²ltima decisi¨®n se resuelve una de las m¨¢s graves incoherencias del libreto de Schikaneder en relaci¨®n con el personaje de Pamina.
En el apartado vocal, la triunfadora de la noche fue la soprano norteamericana Rainelle Krause, con las dos famosas arias de la Reina de la noche. Brill¨® m¨¢s en la col¨¦rica del segundo acto, Der H?lle Rache, que cant¨® con seguridad y volumen en las descomunales coloraturas, y que precedi¨® de una admirable mon¨®logo donde ordena a su hija que mate a Sarastro. Precisamente, la Pamina de la barcelonesa Serena Sa¨¦nz protagoniz¨® alguno de los principales destellos musicales de la funci¨®n. Como sus maravillosas vocalizaciones al final del dueto del primer acto con Papageno, Bei M?nnern, a las que uni¨® una exquisita aria Ach, ich f¨¹hl¡¯s en el segundo.
En el apartado masculino sobresali¨® el gigantesco bajo Matthew Rose como Sarastro. El brit¨¢nico exhibi¨® un timbre oscuro, denso y uniforme, en su aria con coro O Isis, y un fraseo de liederista en el aria In diesen heil¡¯gen Hallen. El tenor italiano Giovanni Sala fue un Tamino exquisito y musical, que matiz¨® con gusto su aria del retrato Dies Bildnis, aunque despu¨¦s mostr¨® leves tensiones en el registro agudo. Cumpli¨® el tenor estadounidense Brenton Ryan como Monostatos, con excesiva precipitaci¨®n en su aria Alles f¨¹hlt der Liebe. Y el bar¨ªtono h¨²ngaro-rumano Gyula Orendt hizo una admirable creaci¨®n vocal y esc¨¦nica como Papageno. Sus dos arias fueron los momentos m¨¢s divertidos de esta producci¨®n, como ese hilarante instrumento que construye con botellas de vino y toca con dos puerros, en Ein M?dchen.
Entre los secundarios destac¨® la Papagena de Iria Goti, que cant¨® su bello d¨²o tartamudeado con Papageno por el patio de butacas interactuando con los espectadores. Esta joven soprano de origen gallego forma parte del Centre de Perfeccionament Palau de Les Arts, al igual que otros interesantes solistas escuchados en esta producci¨®n, como la soprano Antonella Zanetti, la mezzo Laura Fleur y el bajo Irakli Pkhaladze. Y muy bien los tres muchachos del Trinity Boys Choir junto al s¨®lido Cor de la Generalitat Valenciana.
Esta producci¨®n obra el milagro de gustar a todos, independientemente de sus conocimientos o preferencias. Simplemente bastaba con mirar el brillo en los ojos y las sonrisas de tantos espectadores a la salida del Palau de les Arts para comprobarlo.
La flauta m¨¢gica
Música de Wolfgang Amadeus Mozart. Libreto de Emmanuelle Schikaneder. Matthew Rose, bajo (Sarastro), Giovanni Sala, tenor (Tamino), Serena Sáenz, soprano (Pamina), Rainelle Krause, soprano (Reina de la noche), Gyula Orendt, barítono (Papageno), Brenton Ryan, tenor (Monostatos), Iria Goti, soprano (Papagena), entre otros. Cor de la Generalitat Valenciana. Orquestra de la Comunitat Valenciana. Dirección musical: James Gaffigan. Dirección de escena: Simon McBurney. Reposición: Annemiek Van Elst. Palau de les Arts, 6 de junio. Hasta el 19 de junio.
Babelia
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