¡®Soy Nevenka¡¯: Ic¨ªar Bolla¨ªn crea el relato que Nevenka Fern¨¢ndez merec¨ªa
La cineasta ilustra el caso de acoso sexual y de abuso de poder del alcalde de Ponferrada Ismael ?lvarez a su concejala de Hacienda, que acab¨® con la primera condena de un pol¨ªtico espa?ol por estos delitos
¡°Estaba a mi lado. No pod¨ªa moverme¡±. En esa frase, que la economista Nevenka Fern¨¢ndez pronunci¨® en Burgos en el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y Le¨®n durante el juicio contra el alcalde Ponferrada Ismael ?lvarez, se explica la par¨¢lisis que invade a la mayor parte de las v¨ªctimas del acoso sexual. Un miedo tel¨²rico que puede verse en otras sumisiones, como la mujer abusada sexualmente por los integrantes de la Manada en Pamplona, un terror que palpita en el coraz¨®n emocional de Soy Nevenka, de Ic¨ªar Bolla¨ªn, que concursa en el festival de San Sebasti¨¢n.
Sobre el papel, Bolla¨ªn y su coguionista, Isa Campo, y los productores, Juan Moreno y Koldo Zuazua, han repetido el esquema de Maixabel, su proyecto anterior: rodaje en primavera, lanzamiento en el certamen donostiarra, estreno en salas r¨¢pido (Soy Nevenka llega a los cines el viernes, 27). Eso, en la parte comercial. Pero tambi¨¦n en su alma: Maixabel y Soy Nevenka est¨¢n protagonizadas por mujeres a las que en su momento poca gente quiso entender y mucho menos apoyar. Ambas decidieron afrontar un desastre vital (una, el asesinato de su marido y el posterior acercamiento a los etarras que le mataron; la otra, el abuso sexual y de poder de su superior, un poderoso alcalde de una ciudad donde adem¨¢s controlaba el c¨ªrculo empresarial, y su posterior denuncia) como ellas cre¨ªan que ten¨ªan que hacerlo, justo en contra de lo que la sociedad esperaba. Y, por lo tanto, sufrieron el silencio e incluso muchas, demasiadas, voces en contra. Soy Nevenka y Maixabel pueden verse como un d¨ªptico, que confronta a los espa?oles ante su peor cara, la del machismo sist¨¦mico y al recurso social imperativo de ¡°no hagas ruido, no molestes¡±.
Soy Nevenka opta por una vertiente m¨¢s did¨¢ctica que Maixabel, probablemente porque a¨²n en 2024 muchos espa?oles (y no solo hombres) no entienden el acoso sexual o no le dan suficiente importancia. Bolla¨ªn apuesta por una direcci¨®n m¨¢s conservadora y cl¨¢sica en la forma, deja que la confrontaci¨®n entre la pareja protagonista gu¨ªe la narraci¨®n para que ni un espectador abandone la traves¨ªa. Y cuando m¨¢s se agita el fantasma de ETA habr¨ªa que recordar que Maixabel se rod¨® en San Sebasti¨¢n, mientras que los productores de Soy Nevenka a¨²n esperan una respuesta del Ayuntamiento de Ponferrada para filmar en la ciudad: los exteriores se han rodado en Zamora y los interiores, en Bilbao. Por cierto, Nevenka Fern¨¢ndez, que est¨¢ en San Sebasti¨¢n acompa?ando de manera queda el estreno, y Maixabel Lasa se han conocido este s¨¢bado. De noche en el Kursaal, a la una de la madrugada del domingo, acabada la proyecci¨®n de gala con un patio de butacas emocionado que aplaudi¨® con ganas, Fern¨¢ndez, que no hab¨ªa pasado por la alfombra roja, salud¨® a los espectadores junto al resto del equipo.
Sin palabras?. Menuda emoci¨®n para el recuerdo tras la proyecci¨®n de #SoyNevenka en la #72SSIFF?????? pic.twitter.com/ZG3UVta0zT
— Movistar Plus+ (@MovistarPlus) September 22, 2024
Bolla¨ªn y Campo arrancan de manera parsimoniosa. Presentan a la presa, una chica de 24 a?os con brillante futuro profesional en Madrid que acaba atra¨ªda por una oferta: formar parte de la lista electoral del PP, partido con el que ella y su familia simpatizan, en su Ponferrada natal. Fern¨¢ndez no atiende a ciertas se?ales sobre el alcalde, Ismael ?lvarez, y su ascendiente sobre las mujeres que componen su equipo de Gobierno. Tras ganar las elecciones, Fern¨¢ndez ¡ªque acab¨® bautizada desde?osamente como Nevenka, hurtada de su apellido y como subrayado de un nombre que sonaba a extranjero, a una ¡°que es de fuera, no de las nuestras¡±¡ª se convirti¨® en concejala de Hacienda. Y tambi¨¦n, durante un tiempo, mantuvo una relaci¨®n sentimental con el regidor. Aqu¨ª el filme trastabilla: a ella no le atrajo un monstruo, sino que ?lvarez pose¨ªa un magnetismo que merecer¨ªa mostrarse mejor en pantalla por bien de la historia y de la comprensi¨®n del comportamiento de Fern¨¢ndez. Porque esa relaci¨®n ni justifica ni invalida los hechos posteriores.
Que en cambio, Soy Nevenka ilustra con ejemplaridad. Mireia Oriol encara el descenso a los infiernos de una mujer acosada por el alcalde y abrumada por la imagen que debe dar ante el resto. Oriol sacaba jugo a su imagen de cierta ambig¨¹edad moral en la serie Alma; aqu¨ª compite en otro terreno y debe aguantar una dura comparaci¨®n: aunque durante d¨¦cadas, la economista (una pionera a su pesar) fue casi borrada de la memoria colectiva espa?ola, los cambios sociales de los ¨²ltimos a?os, que han tra¨ªdo, por ejemplo, la ley del solo s¨ª es s¨ª, han resucitado de los archivos la grabaci¨®n de la rueda de prensa en la que anunci¨® que hab¨ªa denunciado a su agresor. All¨ª se observa a una joven destruida, que ya ha entendido que su reconstrucci¨®n solo pasar¨¢ a trav¨¦s de una batalla judicial. Pero, adem¨¢s, el documental Nevenka, de Maribel S¨¢nchez-Maroto, estrenado en Netflix en 2021, dio por fin voz e imagen a quien consigui¨® la primera condena por abuso contra un pol¨ªtico en Espa?a. Y esa Nevenka real es tan poderosa en su contenci¨®n que poco puede hacer Oriol ante su presencia. A Urko Olazabal (premio Goya por Maixabel) le ha tocado dar vida al alcalde ?lvarez. Al contrario que su v¨ªctima, el regidor habl¨® mucho en su momento, y luego con los a?os fue escondi¨¦ndose en Ponferrada. Olazabal sabe manejar la contundencia de su f¨ªsico, habita un populista de manual. Su imagen se sobrepone a la del ?lvarez real.
Soy Nevenka es importante y necesaria, pero el cine no se puede construir desde la etiqueta de ¡°una pel¨ªcula necesaria¡±. Por suerte, el filme regatea ese lastre y vuela hacia su final: es una historia de abusos, de un depredador y de una v¨ªctima, y ojal¨¢ quien la vea haya entendido al encenderse las luces que una mujer no se puede mover cuando su agresor se mete en su cama porque no tiene opci¨®n.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.