La explosi¨®n de creatividad en las artes aniquilada por el nazismo: una exposici¨®n revela la actualidad de la Rep¨²blica de Weimar
CaixaForum Madrid muestra el florecimiento de la cultura en la Alemania de entre guerras y el peligro del ascenso fascista en tiempos inciertos como los actuales
Fue una de las etapas m¨¢s convulsas de la historia. Fue una de las etapas m¨¢s brillantes y creativas de la historia. La Rep¨²blica de Weimar, el periodo de parlamentarismo democr¨¢tico en Alemania entre 1918 y 1933, dur¨® apenas 15 a?os, pero lo que sucedi¨® entonces, desde la pol¨ªtica al dise?o de un vaso, marc¨® el resto del siglo XX. Para bien y para mal. De lo que dio de s¨ª Weimar en las artes, la cultura, la ciencia y la filosof¨ªa; del cine y la fotograf¨ªa como nuevos medios y nuevas armas para la pol¨ªtica, de la ruptura pl¨¢stica de las vanguardias y del florecimiento que un¨ªa belleza y pr¨¢ctica en la escuela de la Bauhaus se ofrece una amplia panor¨¢mica en la exposici¨®n estrella de esta temporada en el CaixaForum Madrid, Tiempos inciertos. Alemania entre guerras.
Uno de los dos comisarios de la exposici¨®n, Pau Pedragosa, arquitecto y fil¨®sofo, reflexion¨®, en la presentaci¨®n a la prensa, c¨®mo ¡°los tiempos inciertos despiertan a los monstruos¡±. ¡°Sucedi¨® en 1924, cuando la extrema derecha gan¨® las elecciones regionales en Turingia [a la que pertenece Weimar] y como estamos tambi¨¦n en tiempos inciertos, ha vuelto a suceder¡± con la victoria en esa misma regi¨®n en septiembre de los ultras de Alternativa para Alemania. Un aviso de que el pasado puede repetirse.
Esta muestra, que estar¨¢ abierta hasta el 16 de febrero, comienza con la recreaci¨®n de un antiguo sal¨®n burgu¨¦s, con sus bailes, modales relamidos y la certeza de que nada iba a cambiar, una referencia a la novela de Thomas Mann Los Buddenbrook. En ese sal¨®n se escucha La consagraci¨®n de la primavera, de Stravinski, que anticipa el horror que se avecina. De inmediato, se camina por un pasillo inquietante entre dos altos muros que representan una trinchera. Varios mensajes luminosos recuerdan lo que fue la Primera Guerra Mundial, con sus 10 millones de soldados muertos. De ese conflicto sali¨® derrotado y humillado el Imperio Alem¨¢n. Un desconcierto que los socialdem¨®cratas aprovecharon para proclamar la Rep¨²blica, con su epicentro en la ciudad cuna de la Ilustraci¨®n alemana en el siglo XVIII, Weimar, donde hab¨ªan residido Goethe y Schiller. Una idea de renovaci¨®n basada en la raz¨®n y la igualdad (por primera vez pudieron votar las mujeres).
Las artes empezaron a reflejar c¨®mo estaba siendo el nacimiento de esa flamante sociedad, con sus nuevas formas de expresi¨®n, como el cine. En un cubo que envuelve al visitante pueden verse fragmentos de las joyas del expresionismo alem¨¢n, como Metr¨®polis (1927), de Fritz Lang, con su mensaje de que el individuo se ha disuelto en la masa para seguir a un l¨ªder; o El gabinete del doctor Caligari (1920), de Robert Wiene, sobre el individuo sin voluntad. Tambi¨¦n, la filmaci¨®n de las masas en las calles en la revoluci¨®n de noviembre, de la que naci¨® Weimar. ¡°Es un momento en que se cuestionan las certezas y se entra en conflicto con lo anterior¡±, se?al¨® Pedragosa.
Si se gira, aparecen media docena de los extraordinarios retratos que tom¨® August Sander de la sociedad alemana, del artista al proletario, del carbonero al burgu¨¦s, que conformaron su ambicioso proyecto documental Hombres del siglo XX. Sander fue uno de los artistas que sufrir¨ªa el ascenso al poder de los nazis: su hijo, socialista, fue condenado a prisi¨®n, y placas de su obra fotogr¨¢fica, destruidas.
La exposici¨®n cuenta con pr¨¦stamos del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, del Museo Nacional de Artes Decorativas, del Institut Valenci¨¤ d¡¯Art Modern (IVAM) y de instituciones alemanas como el Stadtmuseum y el Georg Kolbe Museum, ambos de Berl¨ªn (hasta sumar unas noventa obras de arte). La eclosi¨®n de la prensa tambi¨¦n tiene su espacio, con las portadas de la revista AIZ (Peri¨®dico ilustrado de los trabajadores), un semanario que se public¨® entre 1924 y 1938 y del que se puede comprobar su gusto por la t¨¦cnica del fotomontaje para criticar, por un lado, a los rescoldos del antiguo r¨¦gimen prusiano, y por otro, a los nazis (el Partido Nacionalsocialista se hab¨ªa fundado en febrero de 1919).
Precisamente, en el recorrido est¨¢ latente esa amenaza de que la Rep¨²blica de Weimar pod¨ªa estallar en cualquier momento. El pago de las deudas por la guerra mundial y la hiperinflaci¨®n colapsaron el sistema en 1923 y pobl¨® las calles berlinesas de indigentes. En noviembre de ese a?o Adolf Hitler, ya l¨ªder del Partido Nazi, encabez¨® el Putsch de la cervecer¨ªa, un fallido golpe de Estado en M¨²nich para acabar con la Rep¨²blica, que sobrevivi¨® gracias a una pol¨ªtica econ¨®mica social, con un nuevo gran banco y una nueva moneda.
Adem¨¢s, fue la puerta a una etapa de crecimiento econ¨®mico y a los locos a?os veinte, al deseo de disfrutar a toda costa. Los tiempos del cabaret y el champ¨¢n que acabaron por el precipicio del crac de 1929. La opulencia y la pobreza se cruzan por las calles, como muestra una de la joyas de la exposici¨®n, la serie de litograf¨ªas del pintor expresionista Georg Grosz titulada Los bandidos, de 1922 (nombre tomado del drama teatral de Schiller de 1871. Unos dibujos que forjan la imagen del explotador: orondo, con puro, calvo y con elegante vestimenta. Grosz fue uno de los artistas que se moviliz¨® por la izquierda. Sus litograf¨ªas iban acompa?adas de citas de la obra de Schiller. En una de ellas un ricach¨®n pasa por delante de un mendigo que est¨¢ en el suelo y le dice: ¡°Yo ya he hecho mi parte... ?el saqueo es cosa vuestra!¡±.
Si hay algo propio de aquella Rep¨²blica es la escuela de la Bauhaus, fundada por el arquitecto Walter Gropius en Weimar en 1919. Un centro para artistas, artesanos, dise?adores en el que se buscaba la comuni¨®n entre la est¨¦tica y la utilidad pr¨¢ctica. En una sala vemos ejemplos de sus sillas, l¨¢mparas o teteras ¡ªtan modernas y de hace un siglo¡ª, junto a obras de Paul Klee, Vasili Kandinski (profesores de la Bauhaus), L¨¢szl¨® Moholy Nagy y El Lissitzky, de quien se muestran varias de las cubiertas que dise?¨® para libros. Tambi¨¦n la Bauhaus estuvo en el punto de mira del nazismo hasta que logr¨® su cierre en julio de 1933.
En la vuelta al relato hist¨®rico, despu¨¦s de tres elecciones generales, en las que ning¨²n partido era capaz de formar gobierno, el presidente de la Rep¨²blica, Hindenburg, a¨²n considerado un h¨¦roe de la Gran Guerra, nombr¨® a Hitler canciller el 30 de enero de 1933. Un mes despu¨¦s se produjo el incendio del Reichstag, la quema del Parlamento alem¨¢n es aprovechada por Hitler para tomar medidas represivas y eliminar derechos. Otro fuego certific¨® la defunci¨®n de la Rep¨²blica de Weimar. Al final de la exposici¨®n est¨¢ la filmaci¨®n de la noche del 10 de mayo de 1933 en Berl¨ªn, la fantasmal quema de unos 40.000 libros considerados ¡°antialemanes¡±, arrojados a la hoguera por j¨®venes seguidores del Partido Nazi con Joseph Goebbels de maestro del aquelarre: ¡°?Aqu¨ª se destruye la Rep¨²blica [de Weimar]. No a la decadencia y a la corrupci¨®n moral!¡±.
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