Am¨¦lie en casa
La escritora belga retrata a los dos protagonistas de su ¨²ltima novela, ¡®Los Aerostatos¡¯ a partir del dise?o, el desorden o el control en sus casas. Tambi¨¦n de la relaci¨®n que establecen con ellas
Sabemos que el invierno termina porque Anagrama publica, con impecable traducci¨®n de Sergi P¨¤mies, la ¨²ltima novela de Am¨¦lie Nothomb. La leyenda es que la escritora belga termina varias al a?o. Y que al final, elige una. As¨ª, prudentes en el formato ¨Ddesde hace casi dos d¨¦cadas apenas necesita m¨¢s de cien p¨¢ginas¨D, sus novelas son tan ambiciosas en el viaje mental como en el disfrute vital ¨Dpor dram¨¢ticos que puedan en ocasiones ser los hechos que encierran, no hay novela suya sin celebraci¨®n de estar vivo¨D. As¨ª las cosas, en el d¨ªa de Sant Jordi, perm¨ªtanme celebrar libros y arquitectura de su mano. No se trata solo de que Nothomb sea una de mis escritoras favoritas. Lo importante es que siempre hace pensar. Y siempre hace sonre¨ªr. No hay vez que no te ense?e algo, y lo habitual es que celebre, a lo grande, la fantas¨ªa y la inteligencia. Es tan lista que hace que sus lectores participen de su audacia y se sientan m¨¢s listos que tontos. Nothomb celebra lo mejor de la vida, pero nunca a s¨ª misma. Jam¨¢s utiliza una palabra de m¨¢s. Y siempre te libera de alg¨²n prejuicio.
As¨ª las cosas, con Los aerostatos Nothomb viaja a su ciudad: Bruselas. All¨ª se recluye en dos casas. La primera la ocupa una protagonista, una estudiante universitaria. La segunda, un estudiante de instituto. Los dos viven con cierto temor. O fastidio. La universitaria convive con una chica de su edad. Es la due?a del piso o act¨²a como tal: la que realquila habitaciones. Como persona responsable, es escrupulosa, ordenada, cartesiana e¡ insoportable. Est¨¢ claro que es la encargada del orden y no le falta raz¨®n para imponerse. Pero su idea del orden asfixia. Es el orden que sostiene la organizaci¨®n de las personas cuadriculadas. Esa organizaci¨®n ajena funciona por contraste. Le permite a la protagonista ver sus propios defectos ¨Del descuido¨D y los ajenos ¨Del control obsesivo¨D. Todo esto lo cuenta Nothomb con descripciones. Sin juicios. Narrando detalles dom¨¦sticos: c¨®mo dejas la toalla en el ba?o. Si cierras o no los botes de los geles¡
La otra casa belga es la de un millonario que vive con su hijo y con su mujer. Aunque la presencia de la mujer es imperceptible. Eso es un gran dato. En esta casa la estudiante desordenada ¨Dconvertida en profesora de clases particulares¨D alcanza otra visi¨®n m¨¢s at¨®nita que miedosa. Los muros esp¨ªan. La riqueza abruma. Y la libertad encuentra espacio m¨¢s all¨¢ de la casa, fuera, escapando el confort que es control. Eso s¨ª, el estudio la lectura, solo pueden realizarse en la casa: sin urgencias, sin problemas, con libros, con luz, con cierta comodidad. Con dinero. Con el dinero de quien controla.
La Bruselas de Nothomb es una ciudad bonita. ¡°Curiosamente tiene que hacer muy buen tiempo para que se note¡±, apunta la escritora. ¡°Casi todas las casas dan a ambos lados. Cuando hace sol, la luz atraviesa las habitaciones y entonces Bruselas aparece construida con rayos¡±. Los aerostatos, esos aparatos que buscan ligereza, afloran en las p¨¢ginas de esta novela densa y arquitect¨®nica, metaf¨®ricamente. Contrastan con el bullying y la envidia; con la paternidad ejercida como responsabilidad y control. Los aerostatos pertenecen al pasado y a la vez hablan de necesidades futuras, inminentes: la ligereza, el sue?o, el escape que, tambi¨¦n, ofrece la lectura. ¡°Mi padre dice que no tiene tiempo para leer, pero s¨ª tiene tiempo para acumular libros y hac¨¦rselos elegir a expertos. Mis padres cuando no son anfitriones comen cualquier cosa y se pasan los d¨ªas y las noches en la nada. La casa es suntuosa porque les gusta organizar fiestas, pero a mi padre y a mi madre les importa un bledo, lo que ellos denominan pomposamente su arte de vivir: los muebles, hermosos, los libros, la bonita vajilla, las escenas refinadas no son para ellos. Son para los invitados. Mi padre desprecia a mi madre y ella ni siquiera se da cuenta¡±.
Este retrato psicol¨®gico-arquitect¨®nico est¨¢ puesto en boca de un alumno de 16 a?os, disl¨¦xico, que no ha terminado un libro en su vida y que, por arte de hablar con la persona indicada, comienza a devorarlos. La carencia es indicadora de sus l¨ªmites. Explica que sus padres tienen una casa-escaparate para encerrarse en s¨ª mismos. ¡°Se encierran en s¨ª mismos, lo cual es la definici¨®n de la idiotez¡±. Y a la vez¡ ¨¦l vive encerrado. Es cierto: la literatura no es un arte para poner de acuerdo a la gente.
Cuando estamos solos somos como somos. Nothomb describe que la manera de estar sola de su protagonista consiste en encerrarse en su mundo: no forma parte del reba?o, no busca ser como los dem¨¢s ni jurar lealtad a los cabecillas ni tampoco oponerse a ellos. No necesita que nadie la salve. ¡°Es usted quien tiene el poder de salvar¡±, escribe. ¡°Usted y yo somos seres delicados nacidos en un pueblo de brutos¡±. Y concluye: ¡°Me gusta la soledad, la ¨²nica raz¨®n v¨¢lida para abandonarla es el amor¡±.
Nothomb escribe que ¡°la juventud es un talento, se necesita tiempo para adquirirla. Muchos a?os m¨¢s tarde por fin me convert¨ª en una persona joven¡±. Anota que tenemos vida cuando sentimos deseo. Y concluye con una an¨¦cdota que la retrata como escritora. Es sobre C¨¦zanne.
El pintor ten¨ªa un amigo al que todo el mundo consideraba est¨²pido, sin inter¨¦s. Un d¨ªa que no estaba presente ese amigo, su entorno le pregunt¨® a C¨¦zanne c¨®mo pod¨ªa sentir amistad por un tipo como ese. Puesto entre la espada y la pared, acab¨® por responder: ¡°elige bien las aceitunas. Yo no s¨¦ nada de aceitunas. Est¨¢ muy lejos de ser est¨²pido y sin inter¨¦s. Cuando llega aqu¨ª es como si la vida desembarcara¡±.
Hasta que sepamos elegir bien las aceitunas. Nos quedan las casas, y nuestra manera de habitarlas, para ponernos a pensar.
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