¡®Caso Vermut¡¯: la firme defensa del secreto profesional y las v¨ªctimas
La investigaci¨®n period¨ªstica que ha revelado las acusaciones contra un director de cine por abuso sexual ha dado prioridad a la protecci¨®n de las fuentes
La repercusi¨®n que ha tenido el caso Vermut, en el que tres mujeres acusan de violencia sexual a un director de cine espa?ol, pone bajo el foco un trabajo period¨ªstico que ha tomado una v¨ªa diferente a la tradicional. Es una investigaci¨®n propia, sin intermediarios ni denuncias previas, que da prioridad a la protecci¨®n de las fuentes con la firme defensa del secreto profesional. Por eso, en aras de la transparencia con los lectores, es obligatorio el an¨¢lisis:
El inicio. Un correo electr¨®nico dirigido a la periodista Ana Marcos pone en marcha la investigaci¨®n en febrero del a?o pasado. Esta redactora de la secci¨®n de Cultura y el especialista en cine del peri¨®dico, Gregorio Belinch¨®n, hab¨ªan publicado d¨ªas antes un reportaje sobre el acoso sexual en el cine espa?ol, tras la pol¨¦mica fiesta de los Premios Feroz en 2023, que conllev¨® varias denuncias policiales contra un productor por agresi¨®n sexual. El mensaje procede de alguien que se ha sentido identificado al leer el texto, pero no reporta hechos concretos, aunque sugiere una v¨ªa para indagar. La investigaci¨®n posterior, a la que se incorpora la reportera Elena Reina, parte de esos peque?os indicios y ha consistido en atar cabos, buscar fuentes y rastrear el sector del cine con gran paciencia. ¡°Quiero dejar claro que nunca fuimos a perseguir a nadie¡±, afirma Marcos. Al rev¨¦s, una de las dificultades estuvo en dar seguridad a las protagonistas para que accedieran a relatar sus historias.
Investigaci¨®n. La noticia no se sustenta solo en el testimonio de tres mujeres, sino que sus relatos se han verificado con material documental que respalda detalles, fechas y lugares. Eso incluye entrevistas a 31 trabajadores de la industria del cine y a seis personas del entorno del director de cine. Adem¨¢s, este ha dado su versi¨®n de lo ocurrido en tres entrevistas telef¨®nicas y se le ofreci¨® la posibilidad de ampliarlas si ¨¦l quer¨ªa. El texto final fue supervisado por los responsables de la secci¨®n de Cultura y por una decena de cargos del peri¨®dico, incluida la direcci¨®n. Es un ejemplo de trabajo en equipo, con transmisi¨®n de la experiencia entre reporteros, consulta a varios abogados para considerar los posibles efectos de lo publicado y una exhaustiva edici¨®n del texto final.
Sin denuncia. El lector Alfredo Font Barrot critica en un correo toda la investigaci¨®n, porque no se ha revelado la identidad de las mujeres, ni estas han presentado denuncias ¡°ante la Polic¨ªa ni ante el sistema judicial¡±. Las dos cuestiones fueron objeto de un intenso debate period¨ªstico, seg¨²n Guillermo Altares, redactor jefe de Cultura, a lo largo de los meses de trabajo.
La v¨ªa judicial. El periodista Eduardo Su¨¢rez, jefe editorial del Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo, de la Universidad de Oxford (Reino Unido), recuerda que la investigaci¨®n judicial y la period¨ªstica toman caminos diferentes. ¡°Siempre que el trabajo period¨ªstico sea riguroso y cumpla el protocolo profesional, como cotejar los testimonios o hablar con todas las personas implicadas, la falta de denuncia no lo invalida¡±, puntualiza. Recalca tambi¨¦n que, si fuera obligatoria, no habr¨ªan existido los grandes casos de investigaci¨®n del periodismo espa?ol: de los GAL a los papeles de B¨¢rcenas.
¡°Como periodistas somos conscientes de la enorme responsabilidad que tenemos¡±, afirma ??igo Dom¨ªnguez, uno de los reporteros de la investigaci¨®n de la pederastia en la Iglesia espa?ola, quien asesor¨® en este caso para advertir de posibles riesgos. ¡°Pero si te equivocas, adem¨¢s de da?ar la reputaci¨®n de otra persona, afecta a tu prestigio y al de tu medio. Por eso, los periodistas tratamos de reducir el error al m¨ªnimo¡±, incide. Con ese fin, a?ade, se estableci¨® tradicionalmente la exigencia de una denuncia previa: para que exista fe p¨²blica de una acusaci¨®n antes de publicarla. Es una precauci¨®n que verifica la fuente y, a la vez, descarga al reportero de responsabilidad, pero la denuncia en s¨ª misma no acredita el delito.
El anonimato. Los autores de la informaci¨®n defienden el secreto profesional para proteger a las mujeres con las que hablaron. Ellas ten¨ªan miedo. Sobre todo, tem¨ªan la reacci¨®n social en su contra, como le ocurri¨® a la v¨ªctima de La Manada. Los comentarios en la misma noticia les han dado la raz¨®n: en centenares de ellos se pone en duda su relato, la forma de actuar y se les reprocha que no hayan ido a la justicia. ¡°?Cambiar¨ªan los hechos si hubi¨¦ramos publicado los nombres de las mujeres?¡±, plantea Gregorio Belinch¨®n. ¡°No¡±.
Declaraci¨®n jurada. Los periodistas consultaron con varios juristas c¨®mo proteger a sus fuentes. As¨ª, dieron con la f¨®rmula de la declaraci¨®n jurada: las tres mujeres han ratificado los relatos en un documento firmado con nombre y apellidos y el DNI. ¡°Es una barrera de protecci¨®n¡±, explica Elena Reina, porque asocia internamente cada versi¨®n a una persona y reduce el riesgo de que la identidad salga a la luz. Ella lo define como un expediente de testigo protegido, en el que se ha documentado cada caso con el material probatorio. ¡°Hemos hecho nuestro trabajo, que es sacar a la luz una informaci¨®n relevante¡±, defiende.
Cambio deontol¨®gico. Este caso modifica la pr¨¢ctica period¨ªstica. Los protocolos que exigen una denuncia policial o identificar las fuentes no se pensaron para respetar la presunci¨®n de inocencia o proteger a las v¨ªctimas, sino para descargar a los periodistas de responsabilidad ante posibles acciones judiciales. Pero esas exigencias, cuando se trata de v¨ªctimas de violencia machista, las expone y ellas, ante el riesgo, optan por callar.
Establecer un ¨¢mbito donde las v¨ªctimas se sientan seguras es posible si prevalece la m¨¢xima de que un periodista nunca revela sus fuentes. En EL PA?S no es raro el uso de testimonios an¨®nimos: es habitual obtener informaci¨®n de pol¨ªticos que exigen no ser identificados y, esta misma semana, en un reportaje sobre gazat¨ªes que pagan para huir de Gaza los protagonistas reh¨²san dar su nombre por miedo a represalias. ?Por qu¨¦ habr¨ªa que exigir m¨¢s a quienes denuncian abusos sexuales?
Acogerse al secreto profesional no significa pedir a los lectores una fe ciega, sino que exige al periodista redoblar el esfuerzo en ofrecer evidencias, como se ha hecho aqu¨ª. Que el caso acabe en un juicio no depende del peri¨®dico, ni debe ser su objetivo. Todav¨ªa es la hora del periodismo.
Para contactar con la defensora puede escribir un correo electr¨®nico a defensora@elpais.es o enviar por WhatsApp un audio de hasta un minuto de duraci¨®n al n¨²mero +34 649 362 138 (este tel¨¦fono no atiende llamadas).
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