Un t¨ªtulo para Karius
Quiz¨¢s el amor, tambi¨¦n en f¨²tbol, sea lo ¨²nico que merece ser salvado cuando ya no te queda nada
Dos errores centelleantes, con una diferencia de treinta y dos minutos, fue cuanto necesit¨® Loris Karius para perderlo todo: fortuna, talento, juventud, incluso belleza. Solo se salv¨® el amor, cuando al finalizar el partido la afici¨®n del Liverpool se sobrepuso y comenz¨® a aplaudir al portero. ¡°No importa lo que nos has hecho, te queremos igual¡±, parec¨ªan decirle entre l¨¢grimas. Quiz¨¢s el amor, tambi¨¦n en f¨²tbol, sea lo ¨²nico que merece ser salvado cuando ya no te queda nada. Porque ?qu¨¦ le restaba a Karius? Estaba a la merced de los crueles, arrojado a un mundo que disfruta con las desgracias ajenas y que nunca rechaza una oportunidad parar re¨ªrse del otro.
A aquella hora el portero ni siquiera dispon¨ªa de un nombre que dar a lo que le hab¨ªa ocurrido durante la final. ?Fiasco, ruina, bancarrota, desmoronamiento, naufragio, quiebra? No hab¨ªa sido nada de eso exactamente, porque el deporte est¨¢ lleno de segundos actos durante los que uno consigue redimirse de sus errores. Y sin embargo, hab¨ªa sido todo eso. Pasa que algunas veces tienes la historia, pero te falta el t¨ªtulo, el modo de referirte a ella con una o dos palabras afortunadas. Pat Hobby, el protagonista de muchos de los relatos de Scott Fitzgerald ambientados en el Hollywood de los a?os treinta, se acerc¨® en una ocasi¨®n a una actriz, en su camerino, pensando en pedirle dinero para comprarse un sombrero y algo de comer. Ella, que conoc¨ªa de sobra a este guionista que arrastraba el fracaso de su vida con la cabeza ni baja ni alta, lo vio venir, y se anticip¨® diciendo que se le hab¨ªa ido todo el dinero pagando facturas. Adem¨¢s, estaba preocupada por su empleo. Al d¨ªa siguiente deb¨ªa empezar a rodar una pel¨ªcula sobre la que pend¨ªa la amenaza de aplazamiento indefinido. ¡°Ni siquiera tenemos t¨ªtulo¡±, lament¨®, y le tendi¨® a Hobby un folleto multicopiado del departamento de guionistas: ¡°A todos los departamentos. Se busca t¨ªtulo. Cincuenta d¨®lares de recompensa¡±. As¨ª acaba la historia inconclusa de Karius, tan tr¨¢gica que a¨²n resta la tragedia de encontrar el modo de titularla.
Los grandes relatos tambi¨¦n necesitan algunos d¨ªas culpables, no solo h¨¦roes. La historia de Kiev no quedar¨ªa bien contada si s¨®lo evoc¨¢semos a Bale y su facilidad para jugar poco tiempo, pero hacerlo a lo grande. Karius arroj¨® a su equipo al abismo en dos gestos luctuosos, de una crudeza, te?ida de payasada, que casi obliga a apartar la vista. Fueron solo dos errores, aunque en f¨²tbol dos errores son demasiados hilos sueltos para que el paso por una final tenga un final feliz. Dos errores en un d¨ªa son menos de los que cualquiera comete habitualmente. Todo cambia cuando los ¨²nicos errores del d¨ªa son los m¨¢s grandes de tu vida, y lo bastante tontos como para que todo el mundo los viese y, sin embargo, jam¨¢s sepa c¨®mo pudo pasar algo as¨ª, y si hay t¨ªtulo para un d¨ªa tan nefasto. Al menos al final triunf¨® el amor.
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