El viejo Lorenzo deslumbra en Mugello con un triunfo desde la primera curva
El piloto espa?ol exhibe un ritmo imposible el mismo fin de semana en que se confirma que no seguir¨¢ en Ducati
Jorge Lorenzo estaba frustrado. Le costaba m¨¢s de lo que lleg¨® a imaginarse. M¨¢s de lo que consideraba admisible. M¨¢s de lo que nunca le hab¨ªa costado. A ¨¦l, uno de los mejores pilotos de los ¨²ltimos tiempos, tres campeonatos de MotoGP a su espalda. Pero nunca le falt¨® motivaci¨®n. ?l decidi¨® apostar por la Ducati, una moto complicada como pocas, dif¨ªcil de domar, de entender. Y, tozudo como es, se hab¨ªa empe?ado en ganar con ella. Solo necesitaba tiempo. Todo ese tiempo que solo ¨¦l se ha concedido. Ese tiempo que Ducati no ha querido esperar para seguir confiando en el hombre al que le dio 25 millones de euros por dos a?os. Un a?o y cinco carreras despu¨¦s no han querido ni garantizarle, con elegancia, que ten¨ªa un sitio en su equipo. Y sab¨ªan lo poco que estaba dispuesto a cobrar esta vez por conseguir su reto. Un reto ambicioso. Lo sab¨ªan todos. Pero algunos dejaron de creer antes que otros.
Jorge Lorenzo nunca ha dejado de creer. Y aunque la victoria lleg¨® m¨¢s tarde que pronto. Lleg¨®, al fin. Y de qu¨¦ manera. Como en sus mejores domingos. De la primera curva a la ¨²ltima. Con un ritmo tan asfixiante como el calor que atenazaba el pensamiento y derret¨ªa las fuerzas. Y los neum¨¢ticos. Con esa finura tan suya al manillar. Y s¨ª, con una Ducati. Una Ducati estable, magn¨ªfica en aceleraci¨®n, imbatible en la recta, y un pel¨ªn menos exigente f¨ªsicamente de lo que lo hab¨ªa sido en los ¨²ltimos meses. Porque el piloto espa?ol logr¨®, finalmente, que la f¨¢brica de Bolonia atendiera sus exigencias, subiera ligeramente la altura del dep¨®sito de combustible y le ofreciera m¨¢s garant¨ªas en las frenadas, donde tanto acusaba la agresividad de la Desmosedici, tan dif¨ªcil de parar, pesada como pocas en los cambios de direcci¨®n, un aut¨¦ntico fastidio para el tren superior de un cuerpo que pasa horas en el gimnasio.
Jorge Lorenzo gan¨® como quiso. Y no de cualquier manera. Sino como estaba acostumbrado a hacerlo. Como m¨¢s le gusta. Con una salida fulgurante. Y desde la cabeza. Marcando el paso, dibujando su l¨ªnea, delicada, a veces tan diferente de la de los otros. En un circuito en el que tantas veces domin¨® la Yamaha, manejable, amigable, due?a de las curvas r¨¢pidas, se impuso (por segundo a?o consecutivo, aunque con distinto protagonista) la Ducati. La mejor Ducati de los ¨²ltimos a?os. Adaptada, ahora s¨ª, al pilotaje de un deportista may¨²sculo. Orgulloso. Y convencido de que pod¨ªa hacerlo. Especialmente, a su manera. Porque si no funcion¨® las veces en que lo intent¨® el ¨²ltimo a?o y medio no fue por ¨¦l, sino por la peculiaridad de esa bala roja. Y a medida que moto y piloto han ido congeniando, las vueltas en la cabeza de carrera han sido m¨¢s. Lider¨® al pelot¨®n durante los tres primeros giros hace un a?o, en este mismo escenario. Y aguant¨® hasta nueve vueltas al frente en la ¨²ltima carrera, en Le Mans. De vuelta a Mugello, mand¨® y guio al resto las 23 vueltas que dur¨® la prueba.
Necesit¨® cinco giros para alejarse de Rossi, que sufri¨® para mantener el ritmo y se gust¨® en el cara a cara, pele¨¢ndose con Iannone, con Rins, con Dovizioso, el ¨²nico que pudo definitivamente ganarle la partida para terminar segundo, por delante de aquel, tercero. Cuando su compa?ero en Ducati adelant¨® al de Yamaha, tras siete vueltas, Lorenzo se distanci¨® un poco m¨¢s. A las nueve vueltas ya estaba un segundo por delante de los dem¨¢s; a las trece, el margen alcanz¨® el segundo y medio; a las 16, los dos segundos. Y rompi¨® definitivamente con Dovizioso a cinco vueltas del final. Era el ¨²nico capaz de completar la vuelta a Mugello en 1m, 48s. As¨ª rod¨® durante toda la carrera. Solo se dej¨® ir ligeramente en las ¨²ltimas dos vueltas, cuando ya ten¨ªa m¨¢s de seis segundos de ventaja. Una barbaridad. Una osad¨ªa solo al alcance de los mejores. Llevaba a?o y medio sin ganar -su ¨²ltima victoria, a finales de 2016, en su ¨²ltima carrera con la M1-, pero cuando lo hizo, fue a lo grande.
Nadie pudo seguirle el ritmo al mallorqu¨ªn. Ni su compa?ero de equipo, que reconoci¨® haberse equivocado en la elecci¨®n del neum¨¢tico delantero al optar por un duro asim¨¦trico (demasiado blando en el lado derecho para estos calores) que lo dej¨® tirado en las ¨²ltimas cinco vueltas, imposible de dominar, tanto que a Valentino (que sufri¨® m¨¢s o menos lo mismo con la misma goma dura) le faltaron dos d¨¦cimas de segundo para darle caza en su llegada a la meta. Tampoco pudo pues Rossi, que sal¨ªa de la pole y que fue el primero que se le puso a rueda. Ni el campe¨®n del mundo, M¨¢rquez, que se fue al suelo en plena persecuci¨®n, y en una curva a la derecha (con el mismo neum¨¢tico asim¨¦trico que dio problemas a tantos pilotos en Mugello) cuando rodaba segundo en la quinta vuelta. Y aunque trat¨® de salvar la ca¨ªda como otras tantas veces, codo al suelo, y aunque volvi¨® a la pista, ya nada pudo hacer. Ni siquiera para sumar un punto. Igual que su compa?ero de equipo, Pedrosa, que se cay¨® en apenas dos curvas y se llev¨® con ¨¦l a Nakagami. Algo mejor lo hizo Vi?ales, pero no lo suficiente para pelear con aquellos que se jugaban un puesto en el podio. Acab¨® octavo.
Ni ¨¦l ni nadie pudo cazar a Lorenzo. Al viejo Lorenzo, al que pilota como le gusta y compite como mejor sabe. Solo necesitaba tiempo. Y buenas armas. Lorenzo nunca enga?a.
¡°Si me hubieran hecho caso antes, la historia hubiera cambiado
Exultante. Orgulloso. El espa?ol Jorge Lorenzo estall¨® de felicidad al cruzar la l¨ªnea de meta. Y no pudo reprimirse al bajarse de la moto. Recibi¨®, con cari?o, el abrazo de Gigi Dall'Igna, el hombre que est¨¢ detr¨¢s del proyecto de la Ducati, su gran apoyo en un equipo que, por la desconfianza de Claudio Domenicali, CEO de la casa, ha decidido no contar con ¨¦l los pr¨®ximos a?os. A ¨¦l fue al ¨²nico que no se abraz¨®. Y de sus palabras se entiende por qu¨¦: ¡°Jorge Lorenzo nunca miente. Dije que ganar¨ªa con esta moto como tambi¨¦n dije cuando cog¨ª la Derbi, que tambi¨¦n me cost¨® mucho, que ganar¨ªa con ella. He trabajado dur¨ªsimo con todo el equipo. Es el d¨ªa m¨¢s feliz de mi vida. Es una l¨¢stima que los ingenieros de Ducati no me hicieran caso un poco antes, porque las piezas nuevas que llegaron en Jerez y la pieza de apoyo que me han hecho para el dep¨®sito, que me permite ahorrar energ¨ªa y pilotar m¨¢s fluido en las curvas, me han hecho m¨¢s competitivo. Tal vez si me hubieran hecho caso antes, la historia hubiera cambiado¡±.
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