Busquets como s¨ªntoma
El volante azulgrana, desconocido ante Portugal como asistente en largo y de cabeza, no pudo catalizar el juego de una Espa?a que dio con soluciones imprevistas
La conmocionada Espa?a que se robusteci¨® frente a Portugal emiti¨® algunas se?ales de contrarreforma. Tuvo otra piel: quiso jugar como siempre, pero sali¨® a flote como nunca. La Roja de Iniesta, Silva e Isco, siempre tutelados por el cl¨ªnico observatorio de Busquets, resulta que fue terminal con Diego Costa, Nacho y Koke, los menos arm¨®nicos. Jugadores con tonelaje, m¨¢s aptos para lo grueso que para lo fino. Pero todo suma, m¨¢xime en torneos que exigen respuestas instant¨¢neas, en los que cada detalle puntual es una veta.
Si Costa y Nacho golearon, nadie peregrin¨® como Koke, el m¨¢s maratoniano con sus esforzados 11,7 kil¨®metros, el de m¨¢s recorrido tanto cuando Espa?a tuvo la pelota como cuando debi¨® recuperarla. El colchonero, exprimido como un lim¨®n, tambi¨¦n dej¨® una huella tan capital como concreta: su jabato cruce ante Quaresma, ya con 3-3, que evit¨® la derrota espa?ola.
Frente a Portugal, Fernando Hierro se visti¨® de Julen Lopetegui y envid¨® con las cartas del repentino entrenador madridista. En los planes del exseleccionador ya figuraba dotar a la Roja de un cierto mestizaje. La elecci¨®n de Nacho en detrimento de Odriozola ¡ªcon m¨¢s vuelo ofensivo¡ª, de Costa en vez de Iago Aspas ¡ªde juego m¨¢s l¨ªrico¡ª y de Koke como relevo de Thiago ¡ªcon mayor romance con la pelota¡ª insinuaron la mudanza. Una Espa?a sin trazo uniforme, m¨¢s camale¨®nica. Ya no se trata solo de que este otro tipo de futbolista enhebre en la subversiva selecci¨®n de la ¨²ltima d¨¦cada. Hoy, aquellos que han sido ¡ªy a¨²n son¡ª guardianes de las esencias tambi¨¦n deben ser permeables al cruce de caminos con jugadores que les pueden resultar estil¨ªsticamente forasteros. Una Roja m¨¢s ambulante. Y nada m¨¢s sintom¨¢tico al respecto que el Busquets visto ante Portugal.
Frente a Cristiano y sus camaradas, no apareci¨® el Busquets catalizador que maniobra como un reloj con botas. Ese Busquets que te tira el f¨²tbol a la cara. Ese futbolista que pone a todo el gabinete de volantes a tertuliar con el bal¨®n mientras al tiempo les escolta sin la pelota. Ante Portugal, chapote¨® desnaturalizado hasta ser protagonista en dos suertes en las que no se prodiga.
Busquets fue m¨¢s banderillero que torero. Primero con una asistencia al aventurero Diego Costa, una acci¨®n descatalogada en esta selecci¨®n y mucho m¨¢s con el catal¨¢n como eje cenital del juego. Si a Espa?a le gusta llegar al ¨¢rea pasito a pasito mientras canta una nana a la pelota, Busi no se sinti¨® en su ambiente y decidi¨® que Diego Costa se buscara la vida en medio de un safari portugu¨¦s, como si fuera Messi o Maradona. Le sali¨® redondo. Como su cabezazo estrat¨¦gico para citar al hispano-brasile?o con el segundo tanto. Dos imprevistos: un Busquets con las luces largas y un Busquets da?ino en el juego a¨¦reo.
Del Busquets fet¨¦n, de ese jugador prodigioso que suele por s¨ª mismo un simposio futbol¨ªstico tanto para articular el juego como para bloquear al adversario, no hubo pocas pisadas, salvo en los momentos de inspiraci¨®n de Isco mediado el primer acto. En favor del barcelonista, una vez m¨¢s fue el mejor lector del partido, supo cu¨¢l era la p¨®cima por m¨¢s que no fuera de su agrado.
Busquets siempre ha querido gravitar solo, sin nadie en su per¨ªmetro que le quite panor¨¢mica. Congeni¨® con Xabi Alonso porque el guipuzcoano soltaba amarras a su lado y se descolgaba en faenas ofensivas. Lo mismo que con Thiago, menos ancla que Koke, y m¨¢s ¨¢gil y sutil para dar carrete al juego a velocidad punta. Koke es un jugador di¨¦sel, fenomenal en lo suyo, pero menos adiestrado que otros para mover el bal¨®n con marcha, a un toque. Su carrocer¨ªa se lo impide, precisa acomodar el cuerpo para que los pies le obedezcan, un par¨¦ntesis suficiente para que el juego baje el volumen. Koke es el mensajero del Atl¨¦tico, equipo sin sala de espera en un medio campo atrincherado que en ataque solo es una pista de despegue. El Atl¨¦tico est¨¢ formateado para ir por la directa con sus servicios a campo abierto. Justo lo que hizo Busquets con su colega rojiblanco Diego Costa.
Con la tecla de Nacho como relevo del lesionado Carvajal, su anticipaci¨®n a Odriozola y la ausencia de Sergi Roberto, tambi¨¦n hubo otra mutaci¨®n. La de Silva, jugador telesc¨®pico, recreativo y goleador. Con Nacho y Koke sobre su costado, el canario no hil¨®. As¨ª que mediado el primer tiempo, permut¨® hacia el eje del ataque, donde fue el primero en tener remate. De hecho, la Roja explot¨® mucho m¨¢s la orilla de Jordi Alba, Isco e Iniesta, ruta por la que m¨¢s incidi¨® el equipo de Hierro. No fue casual. Los tres hace tiempo que est¨¢n en la misma onda.
Pese a los desajustes, sin que faltaran tramos de una Espa?a m¨¢s reconocible, la selecci¨®n de Hierro fue superior a una campeona de Europa colgada de Cristiano, lo que no es poco. Pero no siempre dar¨¢ en el clavo por atajos como los de Nacho, Costa y Koke, tan necesarios como buenos futbolistas de acompa?amiento. No guionistas. A ellos les debe Espa?a gran parte del chute an¨ªmico contra Portugal tras su tormentoso aterrizaje en Rusia. Pero ya es hora de que la Roja aparque a Lopetegui, Rubiales y Florentino. Es tiempo de f¨²tbol. Y a Hierro, aunque sea a la carrera, le corresponde conciliar a Diego Costa con la Roja de Busquets. No a la inversa, por m¨¢s que haya resultado en una situaci¨®n de emergencia.
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