Djokovic renace en Wimbledon
M¨¢s de dos a?os despu¨¦s de su ¨²ltimo gran t¨ªtulo, el serbio reduce al gigant¨®n Anderson en la final (6-2, 6-2, y 7-6, en 2h 19m) y eleva su cuarto galard¨®n en Londres, que significa su 13? en un Grand Slam
Cuando el runr¨²n de la grada intercede, Novak Djokovic cierra el punto, le corta las alas a Kevin Anderson y se gira llev¨¢ndose el dedo ¨ªndice a los labios: ¡°Sileeeeeence!¡±. La fiera evita el break, poco despu¨¦s aborta otras cinco opciones de rotura y luego cierra el duelo: 6-2, 6-2, y 7-6, en 2h 19m. El d¨ªa anterior hab¨ªa abatido a Rafael Nadal y para escapar definitivamente del purgatorio solo quedaba poner la r¨²brica contra el sudafricano. Impuesta la firma, ahora s¨ª: por fin, el gran jefe Nole es libre, mastica el c¨¦sped de La Catedral y se?ala al cielo. El infierno qued¨® atr¨¢s y el casillero hist¨®rico se?ala ahora, con n¨²meros de oro, los 13 Grand Slams del t¨®tem.
Desde el 6 de julio de 2016 no se le v¨ªa posar con metal entre las manos, 770 d¨ªas despu¨¦s. Y con el renacer del serbio, Londres tambi¨¦n quiso estar a la altura y luci¨® un sol de verano que se filtraba con fuerza en las dos gradas laterales de la Centre Court. En ambas, de modo coreogr¨¢fico, abanicos yendo y viniendo sin parar, de un lado a otro, como el sometido Anderson. El sudafricano, expuesto dos d¨ªas antes a un paliz¨®n para superar a John Isner (6h 36m) y con escaso tiempo para destensar su corpach¨®n, sufri¨® de lo lindo con los cambios de sentido de Djokovic, maestro en la lectura y la necesidad de cada partido.
En este, interpret¨®, no hab¨ªa mejor idea que mecer al gigante (2,03) y hacerle pensar, porque a las tres o cuatro primeras bolas Anderson no reacciona mal, pero a la quinta sufre un cortocircuito y se acelera en busca de un golpe definitivo que casi siempre se le va largo, generosamente largo o desviado.
Con el perfil muy definido de un pegador, el sudafricano ofrece fases de buen tenis, pero demasiado epis¨®dicas. Tiene m¨¦rito lo suyo, porque hasta ahora, 32 a?os, no hab¨ªa emitido apenas se?ales y en menos de un a?o ya se ha colado con merecimiento en dos finales mayores: Nueva York, el pasado septiembre, y esta de Wimbledon, a la que le falt¨® toda la emoci¨®n que el torneo ofreci¨® en las dos jornadas previas, con su maratoniano pulso con Isner y el inmenso choque entre Nadal y Djokovic. Este, con otro Grand Slam a tiro, tan cerca, pis¨® el acelerador desde el principio y quiso evitar cualquier tipo de susto, no fuera a ser que a su rival le diese de nuevo por pegar otro martillazo a los pron¨®sticos. Que se lo pregunten a Roger Federer.
En modo rob¨®tico
¡°Go Roger!¡±, se escuch¨® en La Catedral, porque aunque esta vez el suizo no estuviera presente en la gran final, cosa rara, siempre hay un gui?o para el Rey de Londres. Re¨ªdo el gesto, el p¨²blico de la central sabore¨® despu¨¦s el delicioso juego de Nole, serio y aplicado de un extremo a otro de la tarde, sin miramientos ni adornos gratuitos sino con un ejercicio abrumadoramente efectivo. En 29 minutos se hab¨ªa hecho con el primer parcial y en poco m¨¢s de una hora (1h 12m) ya ten¨ªa tambi¨¦n el segundo dentro de la hucha. Recital al resto, rotundidad al saque y un acierto extraordinario en la definici¨®n ¨C4 de cuatro en bolas de break¨C, el ¨²nico pero que se le pudo achacar frente a Nadal.
Recuper¨® el de Belgrado (31 a?os) ese modo rob¨®tico que le convierte en un tenista superior, extremadamente complicado de desbordar porque se defiende de f¨¢bula, achucha todo el rato y tiene el aguij¨®n siempre a punto. Incandescente, a su m¨¢ximo nivel, se trata del jugador con menos puntos d¨¦biles de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas porque se desempe?a bien en todos los frentes y todas las superficies, y en la hierba su pericia se expresa ya los cuatro t¨ªtulos de Wimbledon. A la altura ya del legendario Rod Laver, de Anthony Wilding y Reggie Doherty; a solo un paso de Bj?rn Borg, aunque avistando a¨²n de lejos a Pete Sampras, Williams Renshaw (7) y el lauread¨ªsimo Federer (8).
En una final de una sola direcci¨®n ¨Cla primera de la Era Abierta que disputaban dos treinta?eros en toda la historia del major brit¨¢nico¨C, el balc¨¢nico tritur¨® muy r¨¢pido las esperanzas de Anderson, que hace tres a?os estuvo a punto de enviarlo a la lona en los octavos, oblig¨¢ndole a remontar dos sets. En esta ocasi¨®n, sin embargo, no hubo color, tan solo una peque?a franja igualada en la ¨²ltima manga: Djokovic en trance, con fuego en los ojos otra vez, no perdonando ni media. Atropellando. Se convirti¨® en el tenista con el ranking m¨¢s bajo (21) que gana el evento desde Goran Ivanisevic (125, en 2001) y un grande desde Gast¨®n Gaudio (44 en el Roland Garros de 2004).
Un maravilloso aliciente
Aupado al n¨²mero 10 de la escalera mundial, certific¨® su resurrecci¨®n definitiva con su cuarto ¨¦xito en Londres (antes, 2011, 2014 y 2015), donde solo Andy Murray ha sido capaz de batirle (2013) en un duelo con el trofeo en juego. Est¨¢ de vuelta Djokovic, lo cual supone un maravilloso aliciente para un circuito excesivamente previsible durante los ¨²ltimos tiempos, monopolizados los grandes escenarios por Nadal y Federer, y las migajas para el resto. Ahora, con la reinserci¨®n del tercer coloso, el guion de la pel¨ªcula cambia por completo. Pocas tiran¨ªas, o m¨¢s bien ninguna, se recuerdan como la que instaur¨® ¨¦l de 2015 a mediados de 2016; entonces, El Djoker (18 premios) gobernaba con pu?o de acero y los dem¨¢s agachaban la cabeza.
Londres supone solo un primer paso, un volver a asomar la cabeza. El marco de un resurgir que nadie sabe hacia d¨®nde ir¨¢. Pero si la voluntad existe, como as¨ª lo hace constar el protagonista, el orden mundial del tenis puede dar un vuelco importante a corto o medio plazo. ¡°Es f¨¢cil hablar ahora¡ Pero he tenido que confiar en m¨ª mismo. No ha sido f¨¢cil: he estado seis meses fuera del tour, seriamente lesionado, con dudas¡ Estoy verdaderamente agradecido de poder estar aqu¨ª¡±, manifest¨® en la ceremonia final. Djokovic quiere, de modo que todo el mundo alerta. El cazador se ha liberado.
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