Beamon y Fosbury vuelven al estadio
Las dos leyendas de M¨¦xico 68 regresan a la ciudad que les hizo eternos
La llama ol¨ªmpica de hace medio siglo se ha vuelto a encender en M¨¦xico. La generaci¨®n que triunf¨® en los Juegos y tambi¨¦n los in¨¦ditos saltos de los estadounidenses Bob Beamon, y Dick Fosbury. La mexicana Enriqueta Basilio devolvi¨® el fuego al pebetero como lo hizo cincuenta a?os atr¨¢s en el estadio Ol¨ªmpico Universitario.?
Bob Beamon, el hombre que hizo del salto de longitud una clase expr¨¦s de levitaci¨®n, fue cobijado por el estadio Ol¨ªmpico Universitario, all¨ª donde estableci¨® una marca ol¨ªmpica imbatida. El 18 de octubre de hace cincuenta a?os salt¨® 8,90 metros con 55 metros. Beamon, zapatillas de colores chillantes, lanzaba saludos con la gorra en mano. Era el ¨²nico que desentonaba con su chaqueta azulada sobre la camiseta roja que los organizadores le hab¨ªan dado. Solo ¨¦l pod¨ªa permitirse lucir sus pines ol¨ªmpicos.?
¡°Me siento muy bien, como James Brown. Es fant¨¢stico. No puedo describir mi regreso a M¨¦xico, es muy especial. Y [a¨²n] se mantiene mi r¨¦cord y amo tener mi r¨¦cord¡±, dijo Beamon de pie en la misma pista de tart¨¢n de hace 50 a?os.?
¨C?Hay alguien que podr¨¢ romper su r¨¦cord ol¨ªmpico?
¨C?S¨ª! Yo mismo¨C contest¨® el neoyorquino.
Dick Fosbury, a su costado durante el camino al campo, no dejaba de repartir saludos entre sus colegas porque sab¨ªan que estaban enfrente del inventor del salto de espaldas, ese que impuso un estilo. Fosbury, escoltado por la organizaci¨®n, escap¨® del tumulto de c¨¢maras. Beamon, en cambio, les hac¨ªa frente y ensayaba un poco su espa?ol: "Me siento incre¨ªble", "Yo soy un chico bueno ahora".?El d¨ªa del salto del siglo, seg¨²n relataba Beamon, no necesit¨® de entrenador. "Mi trabajo fue espiritual y a¨²n no me lo creo¡±, coment¨®.
¨C?A¨²n puede saltar??
¨C?Claro! El otro d¨ªa di un salto por el estudio ¨C resolvi¨® mientras hablaba con su esposa, Milana Walter.
Ciudad de M¨¦xico extra?¨® a los atletas que hicieron de sus Juegos una protesta social. La huella de los corredores Tommie Smith y John Carlos a¨²n resplandece. Tambi¨¦n los finos movimientos de la gimnasta checa Vera Caslavska que, con cuatro oros y dos platas, se erigi¨® como otro emblema de esta cita ol¨ªmpica. Su fallecimiento, en agosto de 2016, agrand¨® su leyenda.
En el c¨¦sped se trazaron los aros ol¨ªmpicos con cada uno de los deportistas mexicanos. Y, sin embargo, el j¨²bilo por los Juegos Ol¨ªmpicos no entusiasmaron a los mexicanos. El estadio, medio vac¨ªo, festej¨® a seis de nueve de sus medallistas del 68 que llevaron la bandera de M¨¦xico al podio.?
La llama ol¨ªmpica tuvo un recorrido desde el puerto de Veracruz, en el golfo de M¨¦xico, y lleg¨® a la capital, en una emulaci¨®n hist¨®rica. La antorcha lleg¨® a Enriqueta Basilio, de 70 a?os, la primera mujer en encender el pebetero en la historia. A la espera de las llamas, las firmes piernas de los piernas de hace medio siglo, hoy ped¨ªan una silla, un hombro para descansar. El tiempo ha pasado, pero no para todos. Bob Beamon insist¨ªa en que pod¨ªa saltar de nuevo.?
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