Zidane, ¡®The Normal One¡¯
Al revolucionario que entrena al Madrid le da m¨¢s resultado quedarse quieto. Y llamarse como se llama
En sentido contrario, pero en la direcci¨®n justa
Por su modo sereno de comunicar, su talante conciliador y el poco inter¨¦s que pone en defenderse, parece que estamos ante un tipo normal. No se enga?en. Si algo sabe Zidane es que es Zidane, uno de esos personajes que est¨¢n por encima del bien y del mal. Pero hay muchas maneras de demostrar la conciencia de poder y Zizou eligi¨® una que le aleja de la demagogia y le acerca a la esencia m¨¢s noble del club. Solo ¨¦l puede salir del cl¨¢sico sin subirse al clamor anti VAR del madridismo, y nadie m¨¢s que ¨¦l puede consagrar en rueda de prensa a Guardiola como ¡°el mejor entrenador del mundo¡±. La agenda de Zidane no siempre coincide ni con los latidos del madridismo ni con la pol¨ªtica del club. Sin embargo, su prestigio le vuelve impune. Como digno representante del Madrid, no se desgasta en guerras menores. Y saber distinguir el tama?o de las pol¨¦micas es una manera de alcanzar la grandeza.
Un revolucionario que disimula?
En lo futbol¨ªstico, Zidane despert¨® a un muerto. El equipo desperdigado, revenido y sin alma que pen¨® la temporada pasada, ha alcanzado una fortaleza competitiva que parec¨ªa imposible recuperar. Tambi¨¦n en este punto es original, porque lo logr¨® minimizando el poder de la t¨¢ctica hasta en sus declaraciones (¡°la t¨¢ctica no es nada¡±, lleg¨® a decir), y, sin embargo, el equipo encontr¨® el orden. ?Orden sin t¨¢ctica? Digamos que sin la obsesi¨®n t¨¢ctica tan de moda en estos d¨ªas. La l¨ªnea de flotaci¨®n de su conducci¨®n pasa por creer en el talento y en la fuerza de una convivencia sana. Est¨¢ convencido de que el estado de ¨¢nimo contribuye a la organizaci¨®n de un equipo porque el compromiso, la entrega solidaria y la espont¨¢nea responsabilidad de los grandes jugadores, termina solucionando m¨¢s problemas que los movimientos aprendidos de memoria en repetitivos entrenamientos que aburren a las ovejas
Equilibrio ecol¨®gico?
En el f¨²tbol seg¨²n Zidane, el estilo lo imponen los jugadores, algo coherente con la historia del club. El f¨²tbol son hombres que juegan y contar con 17 o 18 jugadores ¨²tiles es un acierto, pero que nos pone ante equipos diversos. No es lo mismo una alineaci¨®n con la imaginaci¨®n de Marcelo y la habilidad de Hazard, en la que Benzema es m¨¢s Benzema, que un equipo con Mendy y Vinicius, con m¨¢s sentido del deber, pero menos capacidad de asociaci¨®n. Incluso la posici¨®n que ocupa un mismo jugador produce una cadena de consecuencias. Si Valverde tiene todo el campo para ¨¦l, es una apisonadora. Si juega de medio centro, pueden ocurrir dos cosas: que Valverde juegue como Valverde y entonces deje de ser medio centro; o que juegue de medio centro y entonces deje de ser Valverde. La naturaleza es la naturaleza, por eso Zidane abusa de Casemiro para asegurar el orden.
Todos se mueven, menos ¨¦l?
Zidane pas¨® este a?o la prueba de la desconfianza cuando el ambiente descrey¨® de su capacidad de intervenci¨®n para solucionar los graves problemas que aquejaban al equipo. Fue el examen definitivo para medir su temperamento y supo salir con la sonrisa relajada de siempre, cometiendo muy pocos errores en la comunicaci¨®n y fortaleciendo su relaci¨®n con los jugadores, al fin y al cabo, los ¨²nicos que condenan o salvan a los entrenadores. En esos d¨ªas de afilados cuchillos demostr¨® algo esencial en su patr¨®n de mando: que los problemas solo se resuelven cuando se los reduce a su condici¨®n m¨¢s simple. Crey¨® en sus hombres, les devolvi¨® la confianza y supo esperar. No debe ser verdad que las crisis requieren de acci¨®n. Al revolucionario que entrena al Madrid le da m¨¢s resultado quedarse quieto. Y llamarse Zidane.
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