Primoz Roglic gana en el alto de l¡¯Angliru, donde el Jumbo prosigue su festival de la Vuelta a Espa?a
El esloveno se lleva la gran etapa de monta?a por delante de Jonas Vingegaard: Sepp Kuss mantiene el liderato por 8s sobre el dan¨¦s
La voz es aguda, trepana los t¨ªmpanos, rompe la niebla. Es el grito de un ni?o desesperado, de un chaval¨ªn en la cuneta que cree en los cuentos de hadas, que a¨²n piensa que los buenos siempre tienen que ganar, un ni?o que ama a Sepp Kuss de rojo, como le aman todos los aficionados, y chilla tan fuerte como puede: ¡°?Los tienes ah¨ª, los tienes ah¨ª! ?Venga, Kuss, tira para arriba, Kuss! ?Los tienes ah¨ª!¡± Kuss levanta la vista, detr¨¢s solo hay niebla, dos figuras borrosas que vuelan, como entrevistas en una televisi¨®n antigua, imaginadas en una pantalla llena de nieve. Delante est¨¢ la meta. Delante gana Roglic ante Vingegaard, que ni le esprinta para hacerse con la bonificaci¨®n. Detr¨¢s est¨¢ ¨¦l.
Quedan dos kil¨®metros para el final del calvario. Roglic ha atacado y Vingegaard le sigue con facilidad. M¨¢s de media hora despu¨¦s de haber empezado con un vals, el baile de m¨¢scaras alcanza su apogeo en el Angliru, Ramones a tope, ?let¡¯s go, let¡¯s go! 20% de pendiente: el m¨¢s bruto, el mejor. Sepp Kuss, el cuello torcido de tortuga vieja, la sonrisa grabada, permanente, rictus de dolor y de placer, debajo de la tirita en la ceja izquierda, ve alejarse a sus compa?eros. No les grita, eh, esperadme. No son el autob¨²s. Son campeones. Son el ganador de los ¨²ltimos Tours, el ganador del ¨²ltimo Giro y de tres Vueltas antes. Son los mejores del mundo. Quieren ganar la Vuelta, como ¨¦l; quieren ganar la etapa, como ¨¦l no puede. No ser¨ªa digno. Kuss quiere ganar la Vuelta no por caridad para con el gregario devoto, sino por sentirse el mejor. Inmediatamente, sin dejar de pedalear, agacha la cabeza hacia el hombro, acerca la boca al micr¨®fono del pinganillo, aprieta el bot¨®n y habla: ¡°seguid, seguid, yo ir¨¦ a mi ritmo¡±. No puede ir a su ritmo. No puede abandonarse. Cumple 29 a?os. No puede morir un d¨ªa as¨ª. Debe acelerar. Hacer algo m¨¢s que sobrevivir.
¡°Cuando o¨ª, no solo al ni?o, sino los gritos de tanto aficionados que me animaban ¨Cy por la tele se o¨ªan dales, Kuss, t¨² puedes, Kuss, el coro de la esperanza en la justicia po¨¦tica, al menos, el triunfo del deseo sobre el c¨¢lculo en el Angliru, la subida que todos sue?an con conquistar y temen afrontar, porque en su Cue?a les Cabres, sus 450 metros al 24%, su alma se desnuda, se maldicen mil veces por haber querido ser ciclistas, se juran mil veces, tantas como el coraz¨®n les late en los cinco minutos que tardan en superarla, no volver en la vida a subir por ah¨ª, a sufrir as¨ª, y un minuto despu¨¦s son las personas m¨¢s felices del mundo, las m¨¢s orgullosas¨C, el sentirme tan querido, me entraron ganas de llorar. Tanto cari?o es algo muy especial¡±.
Es el festival del Jumbo una vez m¨¢s. Los tres primeros en la cima del Tourmalet; los tres primeros en el Angliru. Dos etapas para Roglic. Dos para Vingegaard. Una y el liderato para Kuss. Es la banda del Jumbo, la banana mec¨¢nica del ciclismo del siglo XXI. La cuadratura del c¨ªrculo. La Vuelta son ellos. Ellos, Kuss, Vingegaard, Roglic, entre ellos, se jugar¨¢n la victoria. ¡°Hay muy buen rollo entre nosotros¡±, dice en castellano Kuss, la pulsera del Roc¨ªo, la mujer catalana, la casa en Andorra. ¡°El segundo d¨ªa de descanso nos reunimos los tres y llegamos a un acuerdo: que gane el mejor pero sin atacarnos entre nosotros¡±. La pelea no ser¨¢ una tragedia ni una farsa, ser¨¢ un melodrama. Tantas emociones, la oposici¨®n se ha diluido, confundidas en la niebla de la cima, perdidas, las figuras de Enric Mas y Juan Ayuso.
Demasiado para ellos la uni¨®n del Angliru y los mejores ciclistas del mundo. Inabordables. Desaparecido tambi¨¦n el entusiasmo de Remco Evenepoel, que abre camino, dos minutos por delante del pelot¨®n en el que los Jumbos conducen el reba?o, Colladiella arriba y abajo, Cordal arriba y abajo. Valles mineros que enriquecieron a los Figaredo y el sudor de los mineros, tan cercano al de los ciclistas, que ruegan a Santa B¨¢rbara aunque no truene, escenario de la inmolaci¨®n de Marc Soler, su sacrificio vano, que persigue, t¨¢ctica de equipo, empe?o individual, la sombra del maillot de lunares de Remco, su frescura, sus mofletes hinchados por los gritos de la afici¨®n, que siempre admira a todo aquel que intenta una haza?a, que sabe que solo los campeones que quieren ser campeones siempre dan grandeza a cualquier acto, aunque sea suicida, y grita a su paso, dale, Remco, vamos, venga, Remco. E igual que sus abuelos, que sus padres, les contaron que un d¨ªa vieron pasar a Eddy Merckx o a Bernard Hinault o a Perico o a Chava, ellos contar¨¢n a los suyos c¨®mo vieron sufrir a Remco, volar a Kuss, ganar a Vingegaard, crecer a Ayuso. Es Asturias. Territorio de gran ciclismo.
Seg¨²n avanzan los kil¨®metros Remco se avejenta, su m¨¢scara definitiva ya ha perdido la lozan¨ªa juvenil, sus ojos, la chispa de vida, es un Remco de 10 a?os m¨¢s el que tira la toalla a seis kil¨®metros de la cima. El que se deja avasallar por el pelot¨®n que acelera al ritmo de tambor batiente de los Bahrein. ?Lleg¨® la hora de Landa!
El chaval de Durango sabe que el maillot rojo que lleva desde la octava etapa puede volar. Vingegaard, tan fuerte, est¨¢ a solo 29s en la general; Roglic, a poco m¨¢s de minuto y medio. Kuss est¨¢ solo, en tierra de nadie, y solo el jaleo del p¨²blico para empujarle. ?Solo? No. A su espalda silba Mikel Landa. Landa quiere ser Landa. El landismo is alive, grita. El ¨²nico espa?ol que no se hunde, que no se conforma con resistir mientras pueda, que ataca. El cron¨®metro, sobresaltado, alcanza los 25s. Landa llega y adelanta a Kuss. Es Landa y es el buen samaritano. Kuss se pega a su rueda y Landa no protesta. Landa salva a Kuss. La ventaja de los Jumbos voladores se reduce, baja, baja. Sin mirar atr¨¢s, Landa pedalea, pedalea. En su bondad infinita, casi ingenua, el alav¨¦s no cree que Kuss sea capaz de nada malo, pero le sorprende porque le esprinta y le adelanta para ser tercero. 10s de bonificaci¨®n para Roglic, 6s para Vingegaard, 4s para Kuss. ¡°Felicito a Landa por su gran etapa¡±, dice Kuss, que salva el maillot rojo por 8s. ¡°En la meta le dije que ¨¦l merec¨ªa el tercer puesto m¨¢s que yo, pero que no pod¨ªa dejar la bonificaci¨®n¡¡±
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