Groves al cuadrado en la Vuelta a Espa?a
El corredor del Alpecin, en una jornada sin ataques entre los favoritos, le arrebata la cuarta victoria a Van Aert en el ¡®sprint¡¯ final
Mano a mano. T¨² o yo. El que sea m¨¢s r¨¢pido. En una Vuelta donde los triunfos al sprint brillan por su ausencia, Kaden Groves y Wout Van Aert, los dos cohetes del pelot¨®n, se volvieron a encontrar en el Viejo Oeste en un duelo de pistoleros. Catapultado por sus compa?eros del Alpecin, Groves atac¨® primero, atr¨¢pame si puedes, que dir¨ªa Leonardo DiCaprio a Tom Hanks. Y bien que lo hizo Van Aert, que se prometi¨® cinco laureles en esta Vuelta y que por ahora cuenta con tres. Pero el australiano, todo pundonor ¨¦l, ech¨® el resto, pedaladas de tropecientos vatios y algo m¨¢s de ¨¢cido l¨¢ctico, lo suficiente para meter media rueda y resolver la etapa al fotofinish. ¡°?Yes, yes!¡±, festejaba con rabia Groves al tiempo que el belga se marchaba cabizbajo, pues no pudo culminar el genial trabajo del Visma durante toda la etapa, al fin un ejercicio de autoridad por un equipo en la Vuelta.
Aunque en algunos ciclistas el cansancio ya hace mella en la cara y, sobre todo, en las piernas ¨Cpuede que incluso tambi¨¦n en la cabeza a unos cuantos del Kern Pharma porque cerca de su hotel de Ponferrada hubo una verbena-, la caravana de la Vuelta no pierde la animosidad ni la sonrisa, tampoco los organizadores, patrocinadores ni staffs de los equipos. Una comuni¨®n que humaniza, que acerca el deporte. ¡°Te cambio mi bici por esta¡±, brome¨® un aficionado a un director del Jayco de buena ma?ana por el parking de autocares de Villafranca del Bierzo. ¡°No hombre, mejor te la cambiamos por dos de las nuestras¡±, respondi¨® con alegr¨ªa. Pero esa dicha no se puede comparar con la que sienten, orgullosos, ancho pecho, los lugare?os cuando el pelot¨®n cruza por su pueblo. Aunque jarree como este s¨¢bado, lluvia irritante para todos. As¨ª, por las sinuosas carreteras de la cuenca del Sil, tambi¨¦n a la vera del Ca?¨®n de Primout, frondoso verde de ¨¢rboles imponentes, de naturaleza luminosa, de embalses que regalan rincones id¨ªlicos, las coquetas aldeas cobraban vida por un d¨ªa, todos los habitantes en las calles, felices por la jarana, por saludar a los coches de la caravana de la Vuelta y por aplaudir a los corredores. A los primeros, claro, a los escapados, como ya es costumbre en esta Vuelta.
Sucedi¨® que el Visma, actor secundario en la competici¨®n porque solo pelea por etapas, desdibujado el l¨ªder Kuss de manera grotesca, decidi¨® que no era un d¨ªa para la aventura sino para el sprint, por m¨¢s que les aguardara el Puerto de Leitariegos -22,7 kil¨®metros con una pendiente media del 4,5% y tramos del 7%-. Una subida larga pero hasta cierto punto amable que, de cubrirla api?ados, se resolver¨ªa despu¨¦s entre los m¨¢s veloces. Y de eso, al menos en este certamen, no hay nadie mejor que Van Aert. Acaso Groves.
Hab¨ªa prisa, ciclismo a toda mecha, 48 km/h de media, la ley del Visma. Por lo que cuando la carretera se empin¨®, los seis escapados -que se quedaron en tres y luego en dos y, por ¨²ltimo, solo el ecuatoriano Narv¨¢ez- no pudieron abrir mucho hueco, absorbidos al final a 20 kil¨®metros de meta, la ley amarilla. Comenzaba la etapa y equipos como el Lidl-Trek tiraban para tratar de descontar a alg¨²n sprinter sin ¨¦xito. Aunque primero, claro, en lo alto del puerto, Van Aert demarr¨® lo justo para llevarse los puntos de monta?a, para perseguir el doble maillot -cuenta tambi¨¦n, claro, con el de la regularidad-, cosa que solo tres corredores han logrado en una misma edici¨®n de la Vuelta: Rominger (1993), Jalabert (1995) y Chava Jim¨¦nez (2001).
Antes de la batalla final, sin embargo, Roglic se llev¨® un susto morrocotudo, pues sufri¨® un pinchazo y debi¨® cambiar la bici con su compa?ero Daniel Felipe Mart¨ªnez. Solucionado el infortunio, bajada y pista para los sprinters, velocidad endiablada. Codos para coger la posici¨®n, lanzadores estregados a sus Bolts particulares. Comenz¨® el DSM a la velocidad de la luz, pasarela para Bittner. Pero despu¨¦s fue Alpecin que actu¨® de trampol¨ªn para Groves. Y el australiano bien que lo aprovech¨®, garra, fuego, triunfo sobre el coco Van Aert.
Llega la pesadilla del Cuitu Negru
Ha ganado, pero no puede articular palabra alguna, desesperado por encontrar algo de ox¨ªgeno, por recomponerse tras un esfuerzo inhumano. El italiano Dar¨ªo Cataldo sonr¨ªe, perlada la frente de sudor, consciente de que en los ¨²ltimos tres kil¨®metros, esos en los que echaron alquitr¨¢n para hacerlos transitables, pues es la ascensi¨®n a la parte m¨¢s alta de la estaci¨®n de esqu¨ª de Valgrande, su velocidad no pas¨® de los 9 km/h. Pedaladas tan cerca y tan lejos de la meta. Una odisea. A su lado, poco despu¨¦s, el eritreo Teklehaimanot no puede reprimir el v¨®mito. Es el castigo inmediato, es 2012, la primera y ¨²nica vez que se cubri¨® el Cuitu Negru, el temido risco asturiano. Este domingo ser¨¢ la segunda ocasi¨®n, monta?a que puede marcar las diferencias en la Vuelta.
Son 18,9 km con una media del 7,4% de pendiente, aunque tiene unas rampas del 24%, donde los tramos postreros son de dif¨ªcil digesti¨®n. ¡°Hay un par de kil¨®metros que son casi imposibles¡±, explica ahora Cataldo para Tuttobicitech.it; ¡°fue una subida sin precedentes. Despu¨¦s de la meta, estaba exhausto y me sent¨ªa d¨¦bil. Un sentimiento muy malo¡±. A este infierno se enfrentar¨¢ el pelot¨®n, etapa de cuatro puertos con el Cuitu Negru de fondo. Lo teme O¡¯Connor, que podr¨ªa perder su maillot rojo, y se frotan las manos los escaladores, Roglic en cabeza, Mas, Carapaz y Landa a rebufo, en su intentona por arrebatarle el cetro o atornillarse en el podio.
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