Sir Mark Cavendish, el ¨²ltimo divo del ciclismo, cuelga la bicicleta

Seis meses antes de cumplir 40 a?os, sir Mark Cavendish cuelga la bicicleta en la lejana Singapur y deja al pelot¨®n sin una de esas figuras de las que decimos que fue m¨¢s grande que sus victorias, y estas fueron muchas. Cavendish, sprinter de bolsillo, bronco, impetuoso, la velocidad m¨¢xima simbolizada en su nariz casi rozando la parte superior de su manillar, tanta energ¨ªa, la cabeza adelantada, fue un arist¨®crata de la bicicleta, una clase social que desaparece quiz¨¢s con ¨¦l de un pelot¨®n rejuvenecido y democratizado, de liderazgos distributivos y compartidos, el ¨²ltimo divo de una era que se acaba y sus exigencias estaban a la altura de su clase. A la majestuosidad felina de Mario Cipollini, a quien le gustaba compararse con un le¨®n, el rey de la selva, o as¨ª, y de quien hered¨® el t¨ªtulo de mejor sprinter de la historia, y le super¨®, y tambi¨¦n las maneras dictatoriales en el pelot¨®n y en su equipo, Cavendish, pura criatura brit¨¢nica, le contrapuso su car¨¢cter, un bulldog sobre ruedas, y la misma agresividad, el mismo ego¨ªsmo de sprinter.

¡°El domingo ser¨¢ mi ¨²ltima carrera como ciclista profesional¡±, anunci¨® Cavendish (Douglas, Isla de Man, 1985) en un post de Instagram publicado el s¨¢bado, la v¨ªspera del Crit¨¦rium organizado por el Tour de Francia en Singapur, la carrera en la que, gozando de la complicidad de todos los participantes, de Philipsen, de Girmay, como la regla de cortes¨ªa obliga, levant¨® el domingo por la ma?ana los brazos por ¨²ltima vez. Su ¨²ltima victoria. ¡°Tengo la suerte de haber hecho lo que amo durante casi 20 a?os y ahora puedo decir que he conseguido todo lo que pod¨ªa sobre la bicicleta. El ciclismo me ha dado mucho y me encanta este deporte, siempre he querido marcar la diferencia en ¨¦l y ahora estoy listo para ver qu¨¦ me depara el pr¨®ximo cap¨ªtulo¡±.

No se puede ser campe¨®n si no se piensa que el mundo debe girar alrededor de sus caprichos, que sus necesidades son m¨¢s importantes que las de los compa?eros. As¨ª fue Cavendish como ciclista, y, pese a ello, tambi¨¦n fue uno de los ciclistas m¨¢s queridos por sus pares, quiz¨¢s por el cierto esp¨ªritu casi infantil que le mov¨ªa, porque sabe despertar ternura, tan fuerte y tan fr¨¢gil, y llora cuando se emociona, habla de depresi¨®n y de salud mental, suspira, tan humano, y sus cuatro hijos le adoran, y llegada la ¨²ltima etapa de su ¨²ltimo Giro, en 2023, todos los sprinters rivales se confabularon para ayudarle a ganar en Roma, y a las 165 victorias que ha conseguido en sus 20 a?os de profesional tampoco son ajenas la vista gorda de los comisarios en los momentos en los que una ayuda desde el coche le salvaba de descolgarse del pelot¨®n en la Cipressa o en el Poggio de su Sanremo victorioso de 2009, o la sumisi¨®n de todos sus compa?eros de equipo o de selecci¨®n que le llevan en volandas para ganar en Copenhague el Mundial de 2011 y el arco¨ªris o se hunden con ¨¦l sin rechistar, flem¨¢ticos como los m¨²sicos del Titanic, en los Juegos de Londres 2012.

Antes de Bradley Wiggins o de Chris Froome, antes del Sky y sus peque?as cosas que juntas son mucho, el ciclismo brit¨¢nico en el Tour era solo Cavendish, alumno del escoc¨¦s David Millar, la primera figura de las islas 40 a?os despu¨¦s de la muerte en el Ventoux del mito Tom Simpson. Cuando se juntaron los cuatro, el Sky, Wiggins, Froome y Cavendish, en un mismo equipo en 2012, el sprinter comprendi¨® que sobraba. Hab¨ªa crecido en el T-Mobile que desde finales de 2006 quiso olvidar los a?os Ullrich y, reclamado por los mejores, alcanz¨® su apogeo en el Quick Step, el equipo belga en el que, hasta la llegada de Remco Evenepoel, el sprinter era el dios.

Cavendish lo fue, sobre todo en el Tour. Solo corri¨® una Vuelta, la de 2010 (las tres etapas que pedale¨® en 2011 no cuentan), y su equipo le concedi¨® el honor de cruzar el primero la l¨ªnea de meta en la contrarreloj por equipos inaugural a medianoche junto al Guadalquivir asfixiante en Sevilla para que vistiera el maillot rojo de l¨ªder, como un a?o antes lo hab¨ªa hecho en la contrarreloj colectiva de Venecia para vestirse con la maglia rosa del Giro. Gan¨® tres etapas en la Vuelta y 17 en los siete Giros que disput¨®. Corri¨® 15 Tours y solo visti¨® un d¨ªa de amarillo; termin¨® cinco y dos de ellos con el maillot verde de la regularidad, y gan¨® 35 etapas, m¨¢s que nadie en la historia, una m¨¢s que Eddy Merckx, y su conquista fue la obsesi¨®n que lo guio los ¨²ltimos a?os, el deseo inevitable que le forz¨® a exprimir al m¨¢ximo su f¨ªsico, hasta que no qued¨® ni una gota de energ¨ªa.

¡°S¨ª, me encanta este deporte. Siempre me ha gustado este deporte, especialmente el Tour de Francia. El Tour de Francia no es solo una carrera ciclista, es el mayor acontecimiento deportivo anual del mundo. Es con lo que sue?an los ni?os, es con lo que sue?an los adultos, es lo que pretendes hacer cuando te entrenas¡±, dice en Singapur nada m¨¢s conseguir su ¨²ltima victoria, despu¨¦s de que todos sus compa?eros le hicieran un pasillo de honor con la bicicleta apoyada solo en la rueda trasera, erguida, como soldados que presentan armas a su general. Y todos recuerdan c¨®mo entre todos, el mismo Jasper Philipsen, el mismo Biniam Girmay, Fabio Jakobsen, Alexander Kristoff, Fernando Gaviria, Arnaud D¨¦mare..., todos los mejores sprinters de los ¨²ltimos a?os, colaboraron para que su b¨²squeda sin fin terminara finalmente en Saint Vulbas, el final de la cuarta etapa del Tour pasado, la 35? victoria, la que alegr¨® a todos. Ya pod¨ªa reposar el guerrero y hasta el rey Carlos III le ascendi¨® a sir, a caballero del imperio brit¨¢nico, poco despu¨¦s. Y ya como sir, Mark Cavendish pudo e. Singapur dictar sus ¨²ltimas palabras como ciclista, el epitafio de su carrera: ¡°El ciclismo es una forma de libertad, es una forma de conocer gente, es una forma de estar a solas con tus pensamientos, es una forma de ser como quieras ser¡±.