An¨¢lisis cr¨ªtico: ajuste, s¨ª, reforma, no
Hace un a?o la opini¨®n p¨²blica se mostr¨® sensibilizada ante el acontecimiento ins¨®lito de un acuerdo entre fuerzas pol¨ªticas bien dispares para sentar las bases de una superaci¨®n de la crisis econ¨®mica. Todo el mundo comentaba cosas de los pactos de la Moncloa, a¨²n sin llegar a captar plenamente su alcance. El contenido de este art¨ªculo pretende dejar en claro algunas cosas. Primero, que el Gobierno est¨¢ incumpliendo aspectos fundamentales de lo pactado, por m¨¢s que la TVE se empe?e en convencernos de que son buenos cumplidores. Segundo, que a los pocos meses de puesto en marcha el acuerdo, se inici¨® una amplia operaci¨®n de freno a las reformas econ¨®micas propugnadas. Tercero, que el m¨¢s grave problema que tiene hoy la econom¨ªa espa?ola, el paro, se ha acrecentado como consecuencia de algunos de los incumplimientos. Cuarto, que el marasmo en que se encuentra el acuerdo se debe a la falta de consenso para formar una comisi¨®n de seguimiento y control, dejando exclusivamente en manos del Gobierno la interpretaci¨®n y aplicaci¨®n de lo firmado. El PCE pidi¨® reiteradamente la formaci¨®n de una comisi¨®n de seguimiento y control. Pero la oposici¨®n sistem¨¢tica del PSOE a la propuesta dej¨® las manos libres al Gobierno de UCD para hacer su interpretaci¨®n y aplicaci¨®n. Un r¨¢pido chequeo ser¨¢ suficiente.Bajo el f¨¢rrago de cap¨ªtulos, apartados y puntos sellados con la firma de los l¨ªderes parlamentarios y del presidente del Gobierno, el pacto deja clara la filosof¨ªa de lo que podr¨ªa llamarse programa econ¨®mico conjunto.
En el acuerdo hay tres aspectos perfectamente diferenciables. En primer, lugar, estaba patente la necesidad de estabilizar la econom¨ªa. La pol¨ªtica monetaria y de gasto p¨²blico, junto con la moderaci¨®n de las alzas salariales, manteniendo el poder adquisitivo, fueron los instrumentos aceptados para lograr el ajuste. En segundo lugar, en el documento se propugna una serie de reformas econ¨®micas, imprescindibles para cimentar una evoluci¨®n saneada en el futuro.
Por ¨²ltimo, otra parte del pacto garantizaba unas contrapartidas para compensar los efectos negativos que se derivar¨ªan de la aplicaci¨®n de algunos acuerdos. As¨ª, los trabajadores, si el Gobierno hubiera cumplido debidamente, se habr¨ªan beneficiado de un salario indirecto en especie, en forma de mayor calidad de los servicios sociales, 700.000 nuevos puestos escolares p¨²blicos gratuitos y un programa de construcci¨®n de viviendas y de mejora en materia de urbanismo. Por otro lado, las peque?as y medianas empresas recibir¨ªan atenci¨®n especial por parte de las cajas de ahorro y del cr¨¦dito oficial, para compensar las consecuencias de la pol¨ªtica monetaria restrictiva dise?ada.
De los tres grandes apartados, s¨®lo el concerniente a estabilizaci¨®n y ajuste de la econom¨ªa se est¨¢ desarrollando de manera aceptable, pese a desviaciones parciales (en pol¨ªtica monetaria, por ejemplo). Se dir¨ªa que es el ¨²nico aspecto del acuerdo que realmente atrae la atenci¨®n gubernamental. As¨ª parece corroborarlo la actitud de los responsables econ¨®micos, que limitaron el contenido de las jornadas de reflexi¨®n a los temas de ajuste.
La reforma econ¨®mica ha quedado totalmente paralizada. Se puede admitir como cumplimiento exclusivo de este paquete la reforma fiscal, aceptable, aunque mejorable.
Dos ministerios merecen referencia especial: Sanidad y Seguridad Social e Industria y Energ¨ªa. El primero se mostr¨® reticente desde el momento mismo de la elaboraci¨®n de los documentos previos a la firma del pacto. Es un reducto que maneja en 1978 la friolera de 1,285 billones de pesetas. El Ministerio est¨¢ eludiendo la ?participaci¨®n creciente de la sociedad en las decisiones y en el funcionamiento? de la instituci¨®n, en contra lo que se firm¨®. Todo el Gobierno ha quedado implicado en la aprobaci¨®n durante el Consejo de Ministros de los d¨ªas 13 y 14 pasados de un decreto-ley de reforma institucional de la Seguridad Social. En lugar de confeccionar una ley ordinaria,como se pact¨®, se recurre al expediente del decreto-ley, incurriendo en una grave responsabilidad, al hurtar al Parlamento y a la sociedad un debate cada d¨ªa m¨¢s urgente.
El actual ministro de Industria, por otro lado, est¨¢ dando sobradas muestras de c¨®mo entiende la empresa p¨²blica. Cuando el principio de subsidiariedad estaba m¨¢s que cuestionado, asistimos a un relanzamiento de la pol¨ªtica de nacionalizaci¨®n de p¨¦rdidas y privatizaci¨®n de ganancias. Esto por no citar el ¨²ltimo Plan Energ¨¦tico, que ha conseguido dar satisfacci¨®n a los m¨¢s exigentes intereses privados.
En fin, no hace falta hablar de las contrapartidas, porque el incumplimiento lo observa cualquier ciudadano en su propia vida. Pero s¨ª hay que se?alar que los costes sociales de la estabilizaci¨®n, en t¨¦rminos de incremento de paro, se han elevado notablemente. Efectivamente, si se hubieran construido las viviendas pensadas, muchos obreros de la construcci¨®n habr¨ªan encontrado trabajo. Lo mismo cabe afirmar si se hubieran construido los 700.000 nuevos puestos escolares, que tambi¨¦n habr¨ªan dado ocupaci¨®n a buen n¨²mero de j¨®venes titulados en paro. Y si las cotizaciones de la Seguridad Social hubieran mantenido el crecimiento previsto del 18 %, los trabajadores habr¨ªan percibido unos salarios m¨¢s altos (la masa salarial bruta engloba los impuestos y cotizaciones y el sector factor mano de obra no ser¨ªa tan gravoso a los empresarios.
En fin, uno se pregunta qu¨¦ parte de responsabilidad en el resultado se deriva de la inexistencia de la comisi¨®n de seguimiento y control. Si no se hubiera dejado al Gobierno la aplicaci¨®n del pacto, no tendr¨ªamos que lamentarnos tanto.
De seguir las cosas como hasta aqu¨ª, tal vez se contendr¨¢n los precios, cargando elpeso del ajuste sobre los trabajadores y las peque?as y medias empresas, sin contrapartidas. Puede ser que, mejor o peor, se supere la crisis coyuntural. Pero, si no se realizan las reformas acordadas, la tranquilidad ser¨¢ ef¨ªmera y no pasar¨¢ mucho tiempo sin que afloren a la superficie los estrangulamientos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.