Los riesgos del cambio
Tres directores generales -tres ministros- han producido tres formas o conceptos del Centro Dram¨¢tico Nacional: esto es, tres centros dram¨¢ticos nacionales. El primero -director general, P¨¦rez Sierra; director del Centro, MarsIllach- produjo seis obras en dos teatros en una temporada, manteniendo en un teatro un turno rotatorio, en el otro una dedicaci¨®n a autores nuevos.El segundo -director general, Alberto de la Hera; directores del centro, el triunvirato Jos¨¦ Luis G¨®mez-Nuria Espert-Ram¨®n Tamayo- cambi¨® el sistema por el de grandes espect¨¢culos con mayor permanencia. El tercero -director general, Garc¨ªa Baquero; director del centro, compuesto por un solo teatro y una compa?¨ªa itinerante con apoyo en locales de provincias, Jos¨¦ Luis Alonso- acaba de empezar. Con algo de la programaci¨®n para la temporada pr¨®xima -La hija del aire, herencia de la ¨¦poca anterior- ya obligado.
En los dos primeros centros ha habido una cierta tendencia al independentismo, a la autonom¨ªa de los programadores y directores, a base de unos intentos de estatuto, equiparables a lo que sucede en otras democracias occidentales -aunque los modelos de subvenci¨®n, ayuda, teatros nacionales, intervenci¨®n estatal, regionalismo, etc¨¦tera, son muy distintos en cada pa¨ªs; y los presupuestos son infinitamente mayores en cualquier otro pa¨ªs que en Espa?a-; en ¨¦ste parece haber una mayor intervenci¨®n directa de la direcci¨®n general.
Dicho sin que suponga una duda de la capacidad personal de Garc¨ªa Baquero para esta funci¨®n, y sin menoscabo de la profesionalidad de Jos¨¦ Luis Alonso-, pero el problerna puede estar no en los nombres de las personas y en su trayector¨ªa, sino en el principio y en c¨®mo se desarrollar¨¢ en el futuro, habida cuenta de la tendencia a cada cambio ministerial de cambiar la pr¨¢ctica del teatro oficial.
Los inconvenientes que presenta este plan nuevo est¨¢n en lo que parece una menor riqueza de producci¨®n, una menor iniciativa profesional; en que hace falta un tiempo no debe haber m¨¢s cambios.
Las ventajas, en el realismo de la escasez de presupuesto, y en el reconocimiento de que la persona nombrada para dirigir tiene solvencia art¨ªstica.
Hagamos rogativas para que esta f¨®rmula dure, al menos, el tiempo necesario para ver si funciona o no funciona.
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