La semitolerancia y la semiclandestinidad
El PSOE actu¨® entre la semitolerancia y la semiclandestinidad durante los meses finales del franquismo y los primeros de la transici¨®n. Y eso le proporcion¨® algunos problemas, como lo puso de manifiesto el registro del local en que se preparaba una edici¨®n de El Socialista y donde acababan de tirarse panfletos para la Uni¨®n Militar Democr¨¢tica (UMD), en el oto?o de 1975.La imprenta estaba en Alcal¨¢ de Guadaira (Sevilla), en una habitaci¨®n con paredes acolchadas de un chal¨¦ alquilado por Juan Alarc¨®n, un amigo personal de Felipe Gonz¨¢lez. La sangre fr¨ªa de aqu¨¦l, gastando bromas a grito pelado para advertir a los impresores mientras los polic¨ªas daban vueltas por la casa, logr¨® que los registradores no llegaran a descubrir la imprenta: "?Esto es alguna cosa de embargo?". "No, es por pol¨ªtica". "?Ah, bueno, entonces nada!". Al d¨ªa siguiente se present¨® en la casa Guillermo Galeote con una carga de papel, y extra?ado de no encontrar a nadie comenz¨® a dar voces por toda la vecindad: "?Juan!, ?d¨®nde est¨¢s?" Por fortuna para ¨¦l, la polic¨ªa no hab¨ªa tenido la precauci¨®n de dejar all¨ª vigilancia.
Jos¨¦ Rodr¨ªguez de la Borbolla, que entr¨® en el comit¨¦ de la UGT sevillana en 1973, y desde 1975 en la direcci¨®n local del PSOE, fue detenido a finales de ese a?o y enviado a prisi¨®n, de donde sali¨® bajo fianza de 200.000 pesetas. Era un dinero para aquellas fechas, pero Guerra se movi¨® a toda velocidad y reuni¨® la suma en cuesti¨®n de horas. Pepote se vio pronto en libertad provisional.
Los fusilamientos de tres militantes del FRAP y dos de ETA, el 27 de septiembre de 1975, provocaron numerosas protestas en Europa. Luis Y¨¢?ez se encontraba en Estocolmo cuando el Gobierno de Olof Palme decidi¨® retirar a su embajador en Madrid, previa consulta con el dirigente socialista espa?ol. El 30 de octubre, Y¨¢?ez fue detenido e interrogado en Madrid por el comisario Roberto Conesa. Felipe Gonz¨¢lez hizo gestiones con el Gobierno de Bonn y Y¨¢?ez qued¨® en libertad tras una gesti¨®n directa del embajador de la Rep¨²blica Federal de Alemania en Madrid con el entorno del pr¨ªncipe Juan Carlos -jefe de Estado en funciones- y despu¨¦s de que la Zarzuela se interesara por el caso en el Ministerio del Interior.
Tras la muerte de Franco y la coronaci¨®n de don Juan Carlos, se reprodujeron los rumores de una inmediata entrada del PSOE en las operaciones reformistas del poder. Para desmentirlos, los militantes fueron convocados, el 1 de mayo de 1976, a depositar una corona de flores en la tumba de Pablo Iglesias. A diferencia del PCE y de la extrema izquierda, los dirigentes del PSOE ten¨ªan poca o ninguna experiencia en estas cosas; los ¨²nicos t¨¦cnicos en la materia eran los que formaban el pu?ado de estudiantes madrile?os que participaba habitualmente en saltos y comandos, que "hicieron constar" que el lugar previsto era una aut¨¦ntica encerrona: "Encajonado entre la tapia del cementerio civil y la del cementerio de la Almudena, y sin m¨¢s salida que a unos barrancos cortados a pico".
Pero la direcci¨®n estaba muy decidida y se mantuvo la convocatoria. Como era de esperar, la polic¨ªa carg¨® en cuanto se produjeron los primeros gritos y pu?os en alto; las fuerzas del orden hicieron como que no ve¨ªan a Felipe Gonz¨¢lez, y los que recibieron palos a mansalva fueron Fernando Baeza, Javier Solana, Jes¨²s Prieto, Elena V¨¢zquez, Juan Carlos Rico y otros muchos modestos de aquel momento. Los intentos posteriores de reagruparse fueron cortados en seco por la polic¨ªa. Una decena de heridos y contusionados, adem¨¢s de medio centenar de detenidos -entre ellos Francisco Bustelo, miembro de la ejecutiva-, fue el resultado de la jornada, que no result¨® excesivo en el entorno de aquel 1 de mayo -en el que hubo duros enfrentamientos de la oposici¨®n con la polic¨ªa en numerosas ciudades-, pero que s¨ª era la primera represi¨®n importante sufrida directamente por el PSOE.
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